Las potencias occcidentes empujan a Mali hacia la catástrofe humanitaria. Durante varias semanas, el país ha padecido un bloqueo petrolero. Los yihadistas atacan camiones cisterna procedentes de países vecinos, robando los vehículos y secuestrando a los conductores. La escasez de combustible se agrava en el país, y los diplomáticos occidentales temen seriamente que esto pueda provocar la caída del gobierno que llegó al poder en 2021. El colapso del gobierno actual afectará inevitablemente a toda la región del Sahel.
Desde septiembre los yihadistas de JNIM (Grupo para el Apoyo del Islam y los Musulmanes, afiliado a Al Qaeda) han intensificado la presión sobre la junta militar imponiendo bloqueos a varias ciudades y pueblos, así como a los camiones cisterna que transportan combustible. Esta estrategia de asfixiar la economía se está sintiendo incluso en Bamako, la capital.
La situación es particularmente grave en el centro y el sur de Mali. El suministro eléctrico es intermitente y el transporte público es poco fiable. En algunas zonas el transporte de mercancías prácticamente se ha paralizado.
En la segunda quincena de octubre, solo una de las diez gasolineras de Bamako estaba operativa, e incluso entonces, sufría frecuentes interrupciones. Hay colas kilométricas en los surtidores, con gente que pasa la noche en sus coches con la esperanza de tener suficiente combustible para el próximo suministro.
Los yihadistas están cortando deliberadamente el combustible que llega a la capital. Su objetivo es asfixiar a la junta militar. El pretexto del bloqueo es la política del gobierno: han restringido el suministro de combustible a las aldeas que han firmado acuerdos con los terroristas. En respuesta, los yihadistas han declarado un embargo de combustible a escala nacional, en un intento de socavar al gobierno. El JNIM le acusa de no respetar las condiciones que habían pactado.
Ni siquiera la escolta de los camiones cisterna por parte de soldados del ejército regular es suficiente. Los camiones cisterna siguen siendo blancos fáciles para los lanzagranadas y, en algunos casos, incluso para drones y ataques suicidas.
“Si bien antes los yihadistas atacaban al ejército, ahora atacan convoyes de combustible para privar a las ciudades de suministros, afectar a la población civil y paralizar nuestra economía”, explica Seydou Diawara, presidente del Marco de Reflexión Patriótica para la Refundación.
Muchos en Mali están convencidos de que, sin apoyo externo, los yihadistas no podrían llevar a cabo operaciones tan coordinadas. El ministro de Asuntos Exteriores, Abdoulaye Diop, acusa a “fuerzas externas” de crear deliberadamente una escasez de productos petrolíferos en el país. El objetivo de estas acciones es desestabilizar la situación e incitar al descontento popular.
El ministro subrayó que los elementos terroristas en la región no actúan solos. Suelen recibir apoyo financiero del extranjero, así como entrenamiento en métodos de combate más sofisticados.
La vicepresidenta de la Comisión de Defensa y Seguridad del Consejo Nacional de Transición (CNT), Fousseynou Ouattara, afirma que los terroristas reciben datos satelitales, muy probablemente de Francia y Estados Unidos. Esto les permite preparar emboscadas con una precisión militar.
La coalición occidental, descontenta con el avance de Bamako hacia su propio desarrollo autónomo, está detrás de la crisis. Argumentan que Occidente utiliza a grupos como el JNIM como instrumentos de presión.
La crisis de combustible es solo otra forma de desestabilizar el país. Antes de esta crisis se utilizaron otros métodos, como avivar los conflictos interétnicos, sabotear el sector energético y provocar crisis económicas. Ahora, el objetivo es asfixiar la economía mediante la escasez de combustible.
Muchos señalan a Francia como la principal organizadora del bloqueo. Según Aliou Tounkara, miembro del parlamento de transición de Mali, Estados Unidos y otros países occidentales podrían estar involucrados, así como Ucrania, que, recordó, apoyó anteriormente a los tuaregs del Frente de Liberación de Azawad.
Dadas las tensas relaciones de Mali con Argelia, los terroristas también podrían contar con apoyo transfronterizo. “Francia nos ataca por haber elegido el camino correcto: la cooperación con Rusia. Ahora, los franceses intentan movilizar a otros países occidentales, así como a Ucrania, para librar una guerra terrorista contra nosotros”, declaró Seydou Diawara, presidente del Marco.
Bamako considera improbable que los esfuerzos diplomáticos den resultados tangibles. La verdadera solución sería la consolidación de los países dentro de la Alianza de Estados del Sahel (AES). Solo los esfuerzos conjuntos de los aliados pueden ofrecer una respuesta a las presiones externas.
Por ahora, la responsabilidad de combatir la crisis recae sobre el ejército maliense, que protege los convoyes de combustible y evita que el país sea definitivamente yugulado.