Mientras el gobierno de Estados Unidos decía que el Chapo Guzmán era el narcotraficante más buscado, la DEA se sentaba cotidianamente con él en la misma mesa.
De 2000 a 2012 la DEA colaboró con el cártel de Sinaloa, encabezado por el Chapo, haciendo la vista gorda mientras introducía drogas de contrabando en Estados Unidos, a cambio de información sobre cárteles rivales.
La relación salió a la luz principalmente a través de una investigación del periódico mexicano El Universal publicada en 2014, basada en documentos judiciales de Estados Unidos.
Entre 2000 y 2012 los agentes de la DEA se reunieron más de cien veces con los dirigentes del Cártel de Sinaloa, como Humberto Loya-Castro, un abogado de los miembros del cártel. Los encuentros formaban parte de un acuerdo en el que el cártel proporcionaba datos valiosos sobre organizaciones rivales, como los Zetas o el Cártel de Juárez, mientras el gobierno estadounidense hacía la vista gorda ante sus operaciones de tráfico de drogas.
Un agente de la DEA, Steve Fraga, y un fiscal del Departamento de Justicia, Patrick Hearn, testificaron ante un tribunal de Chicago, respaldando esta colaboración. La información proporcionada por Loya-Castro llevó a la incautación de 23 toneladas de cocaína vinculadas a otras bandas de narcos.
Un caso notable relacionado con esta colaboración es el de Vicente Zambada-Niebla, hijo de Ismael “Mayo” Zambada, otro dirigente del Cártel de Sinaloa. Tras ser extraditado a Chicago en 2010, Zambada-Niebla afirmó en su defensa que tenía inmunidad judicial porque él y el cártel habían cooperado activamente con la DEA.
Su abogado argumentó que, desde finales de los noventa, Loya-Castro había negociado un acuerdo con policías estadounidenses, aprobado por altos dirigentes y fiscales, que permitía al Cártel de Sinaloa operar sin interferencias a cambio de información. Zambada-Niebla incluso sugirió que la Operación Fast and Furious —en la que se vendieron armas estadounidenses a traficantes para rastrearlas— era parte del pacto.
El período de mayor coordinación, según El Universal, ocurrió entre 2006 y 2012, coincidiendo con el ascenso del Cártel de Sinaloa como la organización dominante en México, en un contexto de violencia extrema durante la llamada “guerra contra las drogas” impulsada por el gobierno mexicano.
La libertad de la que gozaron el Chapo Guzmán y otros narcos muestra que la carta blanca no sólo fue efectiva en Estados Unidos, sino también en México.
En 2019 Zambada-Niebla fue uno de los testigos claves en el juicio contra el Chapo en Nueva York. En el juicio volvieron a salir a flote las conexiones políticas del Cártel de Sinaloa con el gobierno mexicano, pero también con otros.
Aunque la DEA y otras instituciones estadounidenses declinan comentar oficialmente las acusaciones de complicidad en el narcotráfico, los documentos judiciales y las declaraciones de los involucrados demuestran que este tipo de apaños soan habituales y que las diferentes policías de Estados Unidos, como las de otros países, son los mayores narcotraficantes.
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