Las contradicciones imperialistas en el Extremo Oriente (1)

Andrew Korybko

China es la única gran potencia que dispone de los medios económicos para desafiar a Estados Unidos en todo el mundo. Estas disposiciones se completan a la perfección con las capacidades militares de Rusia ayudando a los dos polos de civilización a forjar conjuntamente un orden mundial multipolar. La manifestación de su visión global común y el marco en el que cooperan es la asociación estratégica ruso-china, y, a causa de la estrecha cercanía entre Pekín y Moscú, es también el blanco de las desestabilizaciones llevadas a cabo por Estados Unidos por todos los medios, o mediante pantallas. La estrategia de Washington no se limita sólo a dificultar proyectos conjuntos transnacionales multipolares (por ambicioso que sea este fin), sino también a contener a China en su propia región de origen, de manera similar a lo que se ha intentado contra Rusia desde el fin de la guerra fría.

Estas dos estrategias se cruzan en buena medida, y tienen un punto en común importante entre ellas, en el sentido en que las dos pueden verse favorecidas por las guerras híbridas instrumentalizadas por los norteamericanos. Esta parte explora la aplicabilidad de este método para la ASEAN, corazón estratégico y vientre bajo de China. Desde muchos aspectos, la ASEAN es a China los que Asia central es para Rusia, pero puede defenderse que ASEAN tiene una importancia económica mucho más crítica para China de lo que Asia central tendrá nunca para Rusia, aunque las dos regiones tengan un valor estratégico igual con relación a cada gran potencia respectivamente.

La primera parte cartografiará los tres países de la ASEAN más vulnerables a las guerras híbridas (Myanmar, Laos y Tailandia), pero su importancia geopolítica y el atractivo que los Estados tendrían por dirigirse específicamente contra estos Estados no pueden comprenderse totalmente explicándolo fuera del marco de esa región más amplia que supone la ASEAN. Por ello, integraré en las primeras partes de este estudio geopolítico un enfoque sobre la ASEAN en su conjunto, explicando su estrategia relevante en general, y después describiendo la forma en que Estados Unidos prevée militarizar mediante intermediarios el bloque de las rivalidades macro regionales contra China.

En el mismo orden de ideas, es también pertinente detallar los grandes proyectos estratégicos de China para responder a este rodeo agresivo y a la militarización unipolar de las rutas navegables en aguas internacionales, de las que dependen una gran parte de su crecimiento económico.

Esto lleva naturalmente a reflexionar de manera profunda sobre los motivos por los que China ha escogido Myanmar, Laos y Tailandia como países de acogida para sus proyectos multipolares conjuntos transnacionales, y cómo son estos contemplados a manera de contramedidas apropias para eludir la jaula que Estados Unidos han instalado en el Mar de China Meridional. Las debilidades sociopolíticas de todos los países de la ASEAN serán abordadas a continuación, antes de que la investigación caiga en profundidades sobre el estudio del caso tailandés y de Myanmar. Luego, estos dos escenarios serán comparados entre sí, para poner en evidencia la diferencia entre sus posibilidades y su impacto estratégico global respectivo.

Encrucijada de caminos en la economía mundial

El sólido crecimiento de la ASEAN durante las últimas décadas ha hecho de ella una favorable asociación para muchos, y el bloque económico ha alcanzado numerosos acuerdos de librecambio (ALE) de alto nivel en los dos últimos años. A finales de 2015, se consiguieron ALE bilaterales con Australia y Nueva Zelanda, China, India, Japón y Corea del Sur, esencialmente, lo que ha constituido un mercado formal entre estas grandes economías mundiales. Por otro lado, están en marcha negociaciones de intercambios con la Unión Europea y la Unión Euroasiática que de llegar a bien fin darían a la ASEAN derechos de libre comercio con la casi totalidad del supercontinente, con excepción de Oriente Medio y un puñado de otros países. Con la convergencia de tantos intereses económicos en torno a la ASEAN solamente es una cuestión de tiempo que se aumente esta serie de acuerdos bilaterales, en un marco multilateral que integraría progresivamente a cada una de las partes.

Tal acuerdo representaría una gran victoria para Eurasia y el mundo multipolar, porque ligaría a cada una de las grandes potencias entre sí, y les haría progresivamente más interdependientes unas de otras de lo que cada una de ellas de forma individual lo seria con Estados Unidos. Es, evidentemente, una visión a largo plazo, y no son cosas que se puedan realizar en algunos años; pero el camino estará un poco más despejado si la ASEAN consigue establecer acuerdos comerciales con la Unión Europea y la Unión Euroasiática. Los acuerdos ALE cada vez más entrelazados que estos socios económicos firman serán inevitablemente más cercanos con el tiempo, pese a las diferencias políticas y estructurales entre algunos de ellos, como puede ser el enfriamiento impuesto actualmente por los norteamericanos en las relaciones entre la Unión Europea y la Unión Euroasiática.

El TTIP lo aplasta todo

Si se le hubiera dado la oportunidad de comportarse libremente, la Unión Europea probablemente hubiera intensificado sus relaciones bilaterales con la Unión Euroasiática, como lo atestigua a finales de noviembre de 2015 la sensibilidad de Junker respecto a su bloque. Pero la gran estrategia de Estados Unidos siempre se ha basado en el mantenimiento de dos entidades divididas, de donde procede la fabricación de la crisis ucraniana y luego la nueva guerra fría. Si se produjera una apertura en las relaciones bilaterales, tal vez con motivo de cambios estructurales que el Balkan Stream y la Ruta de la Seda de los Balcanes generasen en el interior de la Unión Europea si uno de ellos fuera terminado con éxito, es probable que el encabalgamiento de sus intereses económicos en la ASEAN (negociado de forma independiente hasta ahora) podría representar el catalizador ideal para reagruparse y formalizar un marco económico más amplio y más inclusivo entre todos los actores. El razonamiento que subyace a esto es que el deterioro actual de las relaciones Unión Europea-Unión Euroasiática atribuida a los estadounidenses es el único obstáculo estructural no natural que impide a todos los bloques comerciales del supercontinente cooperar a la escala sugerida más arriba.

Desde el punto de vista estratégico de Estados Unidos, sin embargo, esto representaría el fracaso final de su política de división para reinar en Eurasia, y por ello Estados Unidos está tan decidido a continuar la asociación comercial e inversora transatlántica (TTIP) con la Unión Europea. En el caso en que esta propuesta neo imperialista entrara en vigor, Estados Unidos tendrían el papel dominante para decidir si su nuevo socio, la Unión Europea, estaría autorizado a continuar sus negociaciones de intercambio en curso con Japón e India. Más que probablemente, estas negociaciones, ahora en punto muerto, se congelarían indefinidamente, con el fin de consolidar el control económico de Estados Unidos sobre el bloque. Solamente tras el ejercicio de un control indiscutible sobre la Unión Europea permitiría Washington a los negociadores avanzar. En aquel momento, el objetivo será unir el TTIP y el TPP (que será aumentado próximamente, pero cuya componente asiática será dirigida por Japón), para hacer de Estados Unidos el protagonista institucional esencial entre ellos, completando después la dominación unipolar que englobe económicamente a Eurasia, e incorporando a la India a la mezcla en un determinado momento.

Esta estrategia está organizada por Estados Unidos, que utiliza la fanfarria en torno a la nueva guerra fría que ellos mismos han creado para asustar a su socios, llevándoles a aceptar el TTIP y el TPP basándose en el montaje de que necesitan contener a Rusia y a China. En este escenario, si Estados Unidos no consigue hacer avanzar el TTIP, la Unión Europea se alineará de forma independiente con una de las grandes economías asiáticas (en la seguridad de que emprendería negociaciones de libre comercio con China), y Estados Unidos podría perder velozmente su preeminencia actual en la economía de la Unión Europea. En muy poco tiempo Bruselas podría finalmente llegar a la conclusión de que ha llegado a todo el mundo, y darse cuenta de que el porvenir de la economía mundial se encuentra en el este y no en Occidente. Emprenderían entonces relaciones comerciales más amplias y más libres con sus otros potenciales socios. Y esto incluiría a Rusia y la Unión Euroasiática. Es previsible que estas dos economías, ya convergentes entre sí, (recordemos que solamente obstáculos políticos atribuidos a los norteamericanos lo retrasan) coordinen sus respectivos ALE con la ASEAN, como última etapa de conclusión de acuerdos similares entre ellas.

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