Las cámaras ocultas destapan una cadena de abusos policiales en la provincia de Guadalajara

En un céntrico pub de la capital alcarreña, era la 1 de la madrugada del 21 de noviembre de 2021. Los últimos clientes del establecimiento estaban terminando sus consumiciones. Los trabajadores ya han cerrado las puertas y limpian el local. Una escena de lo más normal, excepto por lo que iba a pasar después.

‘Te vamos a meter el dedo por el culo’

Según la denuncia que consta en las diligencias abiertas por el Juzgado de Instrucción nº 3 de la capital, donde han quedado incorporadas las grabaciones de cámara oculta que el local había instalado por visitas anteriores, se aprecia además el audio de las expresiones de los policías.

Se observa la llegada de los policías a partir del minuto 2 de la grabación. En el minuto 2:45 uno de los agentes da una patada a la valla del establecimiento sin motivo alguno. En el minuto 3:00 otro policía se dirige a alguien diciéndole que “le va a meter el dedo por el culo”, y luego le espeta a una persona que, desde el interior de la valla, está tranquilizando a los policías, que “esto te juro que os lo chapamos”, “vamos a estar aquí todos los findes dandoos por culo”.

Después la emprenden a gritos y golpes contra la valla, que intentan derribar a la fuerza, a lo que los trabajadores responden tranquilizándolos, explicando que están buscando la llave para que puedan abrir y acceder.

En el minuto 4:25, un empleado sale a abrir la puerta, y con varias expresiones subidas de tono -aunque inaudibles- de por medio, los policías aprovechan el momento de apertura para abrirla bruscamente y atrapar el dedo del trabajador entre las tijeras de la valla, produciéndole traumatismo en un dedo de la mano derecha, que requirió asistencia facultativa y que además supuso la rotura de la verja.

Ya en el interior se produce, con las mismas malas maneras, el cacheo de los clientes y el registro del local completo, sin ningún resultado; de hecho, en el acta que levantan los agentes solo incoan una de infracción por “insultos” de un joven que se encontraba en el interior del establecimiento. En otro vídeo, a partir del minuto 7:30 los policías le vuelven a decir al trabajador que sea como sea “le van a chapar el bar”.

El dueño del local formuló denuncia por estos hechos tanto ante el Juzgado de Instrucción de guardia como ante la Junta Local de Seguridad, sin que hasta ahora hayan instruido actuaciones disciplinarias contra los policías. No obstante, el Ayuntamiento de Guadalajara ha solicitado a la defensa de los denunciantes los vídeos de la actuación.

Molina de Aragón, lesiones inexistentes

31 de mayo de 2022 a las 4 de la madrugada. Las imágenes de la cámara de seguridad son muy explícitas – la grabación del vídeo no tiene audio-. Sentado en un taburete, junto a la barra, tomándose un helado, una persona en el interior del bar que juega a una máquina tragaperras. Son las 4:23 de la madrugada. Unos vecinos llaman a la Guardia Civil porque al ver luz en el interior del Bar Molina (en Molina de Aragón, Guadalajara) a esas horas de la noche, creen que alguien ha entrado a robar.

Dos agentes del cuartel de Molina de Aragón, que estaban por la zona, se asoman, llaman a la puerta. David les abre (las llaves estaban puestas), regresa a su taburete y comienza a charlar con los guardias civiles. La patrulla le requiere que se identifique, según detallan en el atestado policial realizado por ellos mismos. Pero no lo hace. David solo les pregunta: “¿Quién os ha llamado? Tengo permiso de mi jefa para estar aquí, podéis llamarle a ella y preguntárselo”.

David regresa a la silla y se queda sentado tranquilamente, sin soltar el cuenco con su helado. Uno de los agentes le invita a irse con ellos. El empleado del local hace caso omiso y en cuestión de segundos, sin mediar palabra, uno de los guardias se abalanza sobre él, por detrás, y le tira al suelo con violencia. Le coloca bocabajo, se sube encima, coloca su rodilla en la espalda y trata de ponerle las esposas. David se resistió “porque me estaban asfixiando”, según relató a un periodista de la cadena Ser de Ceuta -único medio que ha publicado la noticia-, “no entendía lo que estaba pasando, en todo momento les explicaba que yo trabajaba en ese bar. No estaba robando”. Al final, los policías le ponen los grilletes y sacan al detenido arrastras, “noqueado, inconsciente”, según sus recuerdos.

En las imágenes recogidas por la cámara de seguridad del bar no se ve en ningún momento que este joven ofrezca algún tipo de resistencia antes de ser tirado al suelo de forma violenta. Sin embargo, en su atestado policial los policías dieron otra versión. Según el escrito, la Guardia Civil recoge que el trabajador del bar se mostró “de una forma muy agresiva, vociferando a los agentes con insultos y amenazas”.

En ese atestado, los agentes implicados reconocen que redujeron a esta persona “utilizando un uso gradual y proporcional de la fuerza”, según declararon los agentes “porque desconocían si podía tener algún objeto que pudiera causar daños a la fuerza actuante”. Sin embargo, tal y como se puede ver en las grabaciones de seguridad, David solo sujetaba una cucharilla y un helado. Los agentes llegaron incluso a aportar un supuesto parte de lesiones con la finalidad de imputarle alguna clase de atentado, intención que quedó desmoronada con la difusión de los vídeos. Los dos guardias civiles han sido imputados por el Juzgado de Instrucción de Molina.

Un menor pateado en el suelo

El 23 de enero de 2022, en las inmediaciones del Centro Acuático de Guadalajara, eran las 00:15 de la madrugada. Dos agentes merodean por la zona y ven a dos jóvenes sentados sobre el cesped artificial del Edificio. Se bajan corriendo del coche y van hacia ellos, a lo que ambos responde saliendo a correr, cada uno por un lado.

El más joven, menor de edad, se cae al suelo sobre el césped, momento en el que los agentes le propinan varias patadas hasta que el agredido les espeta que es menor de edad, cesando en los golpes. Según el relato del chico, uno de los policías se quedó con él, mientras que el otro agente hizo un breve recorrido por los alrededores para ver si alguien podría haber visto la escena e intentar atrapar al otro joven, que había visto la escena y que pudo haberla grabado, sin éxito.

Al regresar, éste último volvió y en tono jocoso le dijo “vaya caída has tenido ¿eh?”. En el atestado que los propios agentes elaboraron, afirman que el joven tenía en una mochila una botella de Ron Negrita y una piedra de hachís, que el joven niega que fuera suya. Sin embargo, en el expediente remitido a la Fiscalía de Menores aparece información contradictoria.

El hachís que la Comisaría de Guadalajara remite al Instituto de Toxicología es enviado más de un mes después de ser decomisado, y cuando los policías ya han tenido conocimiento de que los padres del menor formulan una denuncia por las lesiones ante el Juzgado de Instrucción nº4 de Guadalajara, quien se ha hecho cargo de la investigación. También hacen referencia a una “mochila” que incautan, a pesar de lo cual no aparece entre los efectos decomisados. El peso del hachís es distinto. El ron negrita también desapareció.

En un informe de 24 de enero, el SESCAM informa al Juzgado de Guardia por posible delito de lesiones, y los policías siguen prestando servicio con normalidad. Inclusive, la fiscalía de menores ha abierto diligencias contra el joven, acusado de “resistencia y desobediencia”.

La importancia de las imágenes en caso de abuso policial

El artículo 36.23 de Ley de Seguridad Ciudadana (más conocida como Ley Mordaza) estableció como falta grave “el uso no autorizado de imágenes” de autoridades o miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que pudieran poner en peligro su seguridad personal “o en riesgo el éxito de una operación”.

Este precepto fue anulado por el Tribunal Constitucional en noviembre de 2020 tras una deliberación sobre la que influyeron decisivamente las grabaciones de la muerte del ciudadano norteamericano George Floyd a manos de policías en la ciudad de Minneapolis. Aquellas imágenes conmovieron a millones de personas, generaron una oleada de protestas en Estados Unidos y en ciudades de todo el mundo, y están siendo ahora trascendentales en el juicio en curso sobre unos hechos calificados como asesinato.

Estos tres casos, ocurridos en una provincia de escasa conflictividad social, reflejan un patrón de conducta que sólo ha podido demostrarse gracias a las imágenes. Y es que los abusos policiales no son una realidad ajena a España, de hecho, son más habituales de lo que popularmente se cree.

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