Como ya anunciamos, los viajeros ya no quieren subir a los aviones que fabrica Boeing. Las aerolíneas no confirman las compras de los aparatos y la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) empieza a hacer preguntas.
La crisis de Boeing no es la de una multinacional cualquiera, sino la de un país, Estados Unidos, que ha perdido su poderío industrial. Incluso se puede decir que es el fracaso de décadas de recortes, precariedad y privatizaciones.
Hemos perdido la cuenta de los incidentes que afectan a los aviones fabricados por Boeing en las últimas semanas. Una auténtica serie negra. Una puerta se rompe en pleno vuelo, una rueda se desprende durante el despegue, un parabrisas se parte, el mantenimiento se hace con lavavajillas…
La cartera de pedidos ha bajado. La United Airlines es el segundo cliente de Boeing y un socio histórico. Tenía un pedido de 277 aparatos 737 Max, pero se ha echado para atrás y ha anunciado que está dispuesto a optar por el A321neo de Airbus.
Es un revés para Boeing. United Airlines iba a ser el escaparate del Max 10, la primera aerolínea en volarlo mediante un supercontrato de 277 unidades más otras 200 opcionales.
El inicio de las entregas, previstas este año para 80 aparatos, ya no es nada creíble. “Por mucho que me gusten esas entregas, no es un problema de 12 meses, es un problema que ha durado dos décadas”, dijo Scott Kirby, el drector de la aerolínea.
Es más, United ya ha realizado un pedido de 174 aviones A321neo a Airbus. La aerolínea espera este año más de 100 entregas de aviones Boeing menos de lo previsto contractualmente, es decir, 63 aviones en lugar de 165. Suficiente para obligar a Boeing a revisar sus planes.
Avisaron a Alaska Airlines de los problemas del aparato
El 5 de enero un Boeing 737 Max operado por Alaska Airlines perdió una puerta en pleno vuelo. El día antes del incidente la aerolínea fue alertada sobre el estado del avión. Los técnicos e ingenieros abogaron por que el avión fuera retirado de servicio antes del incidente.
La portavoz de Alaska Airlines explicó que solicitaron una inspección exhaustiva del avión, pero que optaron por no cancelar el vuelo 1282 de Portland a Ontario ese día.
Pocas horas después de aterrizar en Ontario, el avión debería haber regresado a Oregón, donde se encuentra uno de los centros de mantenimiento de la aerolínea para realizar un análisis. Pero el avión nunca llegó a Ontario. Perdió una puerta en pleno vuelo, momentos después de despegar de Portland. Los pilotos pudieron aterrizar el 737 Max y ningún pasajero resultó herido.
¿Controles de calidad de los aviones?
En un informe publicado a finales de febrero, una comisión independiente designada por la Administración Federal de Aviación (FAA) consideró que la seguridad en Boeing era “confusa e inadecuada”.
La FAA y la EASA regulan las fábricas de sus respectivos fabricantes de aviones y reconocen mutuamente sus homologaciones de seguridad. Si una de ellas pierde la confianza en los controles de cumplimiento realizados por la otra, puede convocar consultas y, en caso de que éstas fracasen, suspender el reconocimiento de las aprobaciones.
El miedo ha llegado a la EASA, que ha sido invitada por primera vez por la FAA a unirse a una auditoría de Boeing como observador a finales de este año. “Será la primera vez y puede considerarse un importante paso hacia el establecimiento de la confianza mutua”, ha dicho su director, Luc Tytgat.
Quieren transmitir tranquilidad, como es lógico en estos casos. Dicen que las relaciones con la FAA son muy buenas. También dicen que están tranquilos por los esfuerzos realizados por el fabricante para corregir los defectos.
“He visto un cambio en la administración. Pusieron mucho énfasis en los controles de calidad, la calidad del producto y realmente la alta gerencia está dispuesta a cambiar el control de calidad de la producción”, afirma Tytgat.