Isabel Moreno, presidenta de esta asociación, puso de manifiesto la multitud de problemas que sufren las aparadoras, muy numerosas en Villena, pero que también existen en Caudete. Expuestas a productos tóxicos, a enfermedades profesionales no reconocidas, sin contrato de ningún tipo, cobrando poco más de un euro por cada par de zapatos que luego verán en algún escaparate por cerca de setenta… Forman parte de esa economía sumergida que asola la cadena productiva del calzado.
La precariedad laboral y la economía sumergida van de la mano. Se calcula que en Villena trabajan unas 4.000 aparadoras, de las que muy pocas se atreven a dar la cara y denunciar su situación por miedo a represalias.
Isabel Moreno indicó que las trabajadoras de este sector tienen que dar un paso adelante y luchar por sus derechos. “No es posible”, dice, “que después de trabajar un montón de horas al día, llegue el final de mes y cobren sueldos miserables, que a veces no pasan de los 600 euros”. Por ello, Moreno define como “tercermundistas” las condiciones laborales de las trabajadoras del calzado y como “pésimos” sus salarios.
A pesar de las dificultades para su creación, la Asociación de Aparadoras del Calzado de Villena pudo constituirse a finales de 2018, y desde entonces está denunciando las condiciones laborales del sector, e informando a las trabajadoras sobre sus derechos.