La introducción por parte del gobierno de la vacunación obligatoria no ha tenido ningún impacto discernible en el aumento del número dosis inyectada, al menos en Viena, e incluso puede haber provocado una reducción, afirma el periódico Kronen Zeitung (*).
Desde la entrada en vigor de la vacunación obligatoria, el 5 de febrero, la ley ha provocado una reducción del número de personas que se vacunan. “No hay ningún efecto de la obligación de vacunación, y si lo hay, es más bien en la otra dirección”, reconoce el periódico.
El 6 de febrero, un día después de la imposición forzosa de la vacunación, se observó una reducción significativa del número de personas que se vacunaron, tendencia que también se observó el 12 de febrero.
“En general, los instrumentos austriacos de medidas y vacunación no conducen a una estrategia general y no tienen un objetivo claro”, declaró Peter Hacker, consejero municipal de Sanidad. “Por eso no debemos esperar una avalancha de vacunaciones en los próximos días y semanas”.
Si bien la obligatoriedad no ha aumentado las inoculaciones, ha logrado provocar más protestas y protestas cada vez más masivas, al estilo de los camioneros canadienses.
Tampoco la represión policial ha aumentado la vacunación. La policía para a las personas por la calle o en sus vehículos aleatoriamente y les solicita el pasaporte de vacunas.
El gobierno ha anunciado que contratará a cazarrecompensas para “localizar a las personas que se nieguen a vacunarse”.
Los austriacos que no se vacunan se enfrentan a multas de hasta 7.200 euros por incumplimiento, y los que se niegan a pagar también se enfrentan a hasta 12 meses de cárcel.
(*) https://www.krone.at/2627321
Si yo fuera rico, poderoso y eugenista, en primer lugar diseñaría múltiples virus que dañen irreversiblemente órganos vitales por sucesivos contagios. Lo que viene siendo un veneno lento de toda la vida, aplicado a la bioingeniería.
En segundo lugar, los iría liberando por sucesivas oleadas bautizadas como variantes del original, para que cuelen mejor ante la «experta» opinión pública.
En tercer lugar, financiaría unas campañas mediáticas y gubernamentales oficiales brutales y coactivas a favor de las inoculaciones (que, efectivamente y lejos de ser un veneno, actuarán como antídoto).
En cuarto lugar, financiaría campañas sigilosas y anónimas desinformando para decir de mil y un formas (lógicas o estrambóticas, científicas o terraplanistas, discretas o histriónicas… o mejor, todo junto a la vez) que las vacunas son dañinas y matan; y haría ver como héroes (para su público) a los que resisten, sean camioneros anónimos o famosos tenistas.
En quinto lugar, esperaría consecuentemente que un importante porcentaje de población JAMÁS tome ninguna de las vacunas. En concreto, todos aquellos con 2 dedos de frente y la costumbre de preguntarse el por qué de las cosas. Gente molesta para mis planes de futuro. Si me sobra gente, prefiero quedarme con el rebaño que no duda, por supuesto.
Y en sexto lugar, me cruzaría de brazos para ver como todas esas personas van falleciendo con el paso de los meses y años tras sucesivos contagios por las variantes que yo mismo estoy liberando… mientras persiguen fantasmas y buscan en vano el veneno y los efectos adversos de las vacunas que yo mismo administro como antídoto y que, por supuesto, nunca encontrarán.
Si yo fuera rico…