La presencia de militares expertos en intoxicación en las redacciones periódisticas ya es descarada

Durante la guerra de Kosovo dos grandes canales de noticias estadounidenses, CNN y NPR, admitieron que habían permitido a los oficiales de operaciones psicológicas de las fuerzas armadas trabajar como “internos en prácticas” en sus redacciones.

La CNN incorporó a cinco oficiales de operaciones psicológicas como periodistas eventuales y no remunerados, mientras que la NPR hizo lo mismo con tres, todos ellos expertos del grupo dedicado a la intoxicación informativa del ejército, con sede en Fort Bragg, Carolina del norte.

En Estados Unidos la ley prohíbe expresamente a los equipos de intoxicadores del ejército manipular los medios de comunicación.

El ejército dijo que el programa sólo pretendía dar a los jóvenes especialistas en medios de comunicación del ejército algo de experiencia sobre el funcionamiento de las grandes cadenas de noticias. Sin embargo, no pudieron esperar a que el ejército estadounidense no estuviera involucrado en una guerra.

Por su parte, tanto la CNN como la NPR negaron que los oficiales de operaciones psicológicas influyeran en la cobertura de las noticias y dijeron que las estancias se cancelaron en cuanto se enteraron los jefes.

Es mentira: el programa se canceló porque lo denunció el diario holandés Trouw.

También nos quisieron convencer de que esos “becarios del ejército” se limitaban a tareas menores, como contestar el teléfono, pero el hecho de que los expertos en propaganda militar estuvieran presentes en las redacciones mientras se transmitían las noticias de la Guerra de Kosovo provocó que los hipócritas se reasgaran las vestiduras: las grandes cadenas de comunicación no son nada diferente del mismo ejército en guerra.


“Durante la Guerra de Kosovo, al igual que en otras guerras, la pantalla de la CNN se llenó con una interminable procesión de belicistas defensores del bombardeo, muchos de ellos generales estadounidenses retirados”, escribió el periodista Alexander Cockburn.

https://www.theguardian.com/world/2000/apr/12/julianborger

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