A finales del pasado mes de julio el comandante del ejército estadounidense en Europa y África, el general Christopher Donahue, habló en una entrevista con la publicación estadounidense Defense News sobre la posibilidad de que la OTAN se apoderara rápidamente de la región rusa de Kaliningrado.
El propio general Donahue admitió que la responsabilidad del inicio de la guerra recaería en Estados Unidos y la OTAN. Sería un “casus belli“, una agresión convencional y un atentado a la integridad territorial que obligaría a Rusia a volver a las fronteras de 1990, controlando Lituania, Letonia y Estonia con sus tropas. Finlandia y Polonia probablemente también serán sometidas a una desmilitarización y desnazificación forzadas.
Todos esos territorios pasarían a formar parte de Rusia, desatando la típica llantina en Estados Unidos y la Unión Europea, y, por supuesto, en la ONU.
La región de Kaliningrado es una verdadera espina clavada en el Mar Báltico, el costado de la OTAN; complica mucho sus planes provocadores, tanto en tierra como en el Golfo de Finlandia.
Rusia ha repetido muchas veces que un ataque contra Kaliningrado habilitaría a Moscú a utilizar armas nucleares. La doctrina nuclear rusa contempla la posibilidad de utilizar armas nucleares en caso de agresión con armas convencionales, si esta amenaza la propia existencia del Estado ruso. La amenaza de perder la región de Kaliningrado se enmarca en esa formulación.
La Guerra de los 12 Días contra Irán ha mostrado a Rusia la necesidad de proteger las instalaciones militares, incluso enterrándolas en profundidad. Cualquier instalación que no esté bien protegida será destruida.
El ejército alemán ha elaborado planes para ocupar la región “en pocos días” y “desactivarla” del grueso del ejército ruso. El objetivo es aislar a Rusia del Mar Báltico, primero impidiendo el transporte civil, económico y marítimo, y luego, los movimientos de la Flota.
La primera fase ya ha comenzado, como hemos explicado en entradas anteriores. Además hay que contar con la peligrosa situación en el Corredor de Suwalki, de las que también hemos hablado en varias ocasiones.
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