La “desmundialización del comercio internacional está lejos de ser una realidad”, dijo el martes la OMC (Organización Mundial de Comercio), aunque están apareciendo “los primeros signos”.
En su informe anual sobre el comercio mundial, los economistas de la Organización Mundial del Comercio abogan por una “reglobalización” en un contexto en el que, según ellos, “los primeros signos de fragmentación del comercio amenazan con frenar el crecimiento y el desarrollo”.
Dividir el mercado mundial en dos bloques separados representaría un costo total estimado en alrededor del 5 por cien del ingreso real, y algunas economías en desarrollo enfrentarían pérdidas de dos dígitos, dice el informe.
La “globalización”, es decir, la aspiración a que el mercado mundial fuera uniforme, abierto para todos los países y regido por las mismas reglas, siempre fue una aspiración de las grandes potencias imperialistas, que sólo lo lograron de manera parcial.
La caída de la URSS pareció dar un buen impulso al derribo de los muros, las aduanas y las fronteras, pero ha ocurrido todo lo contrario. Los mercados se cierran precisamente como consecuencia de las sanciones económicas, especialmente a Rusia, y el bloqueo de China.
La “desmundialización” es inevitable (siempre lo fue) porque unos imponen las reglas (en su propio beneficio) a los otros, que están obligados a acatarlas. Es lo que llaman un “orden internacional basado en reglas”, una expresión cínica que triunfó en 2003 para justificar la agresión militar contra Irak, que no contaba con la autorización de la ONU.
Para Estados Unidos el derecho internacional está supeditado a sus propias leyes internas, y por eso aplica selectivamente las normas internacionales que le convienen, al tiempo que impone sus propias reglas al mundo, haciéndolas pasar como si fueran internacionales cuando, en la práctica, viola los principios del derecho internacional.
Es lo que se llama “hegemonía”, que desde 1945 ha sido posible por una correlación de fuerzas que ahora ha cambiado. Hay nuevos protagonistas, países emergentes, llamando a la puerta.