Ha vuelto a hacerlo. Con sólo 16.000 “casos” en todo el mundo y 5 muertes en África, ayer la OMS declaró a la viruela del mono como “emergencia sanitaria internacional”, en su nivel de alerta más alto.
Es una decisión puramente personal del Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien confesó a los periodistas que había decidido declarar la emergencia, a pesar de que el “comité de expertos” estaba en contra. Nueve miembros se opusieron y seis votaron a favor.
Más de uno ya se fronta las manos porque el dinero empezará a correr muy pronto: subvenciones, fondos, créditos y especulación frenética en la bolsa.
Alguna vacuna ya estará en la nevera, esperando el momento propicio para salir al mercado. También otros tratamientos, aunque no haya ningún enfermo sino sólo “casos” salidos de la chistera de un test de antígenos o una PCR.
También empezará la letanía de los grupos de riesgo, que Tedros ya ha señalado con el dedo: la epidemia afecta a los “hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, principalmente a los que tienen múltiples parejas sexuales”.
Es la misma fantasmada que el sida, que marcó al colectivo homosexual como una maldición, sobre todo si son promiscuos.