El 9 de agosto en San Petersburgo, el presidente ruso Vladimir Putin se entrevistará con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. El momento es revolucionario. No ha existido un giro político comparable en los 67 años transcurridos desde el establecimiento del Tratado de la Organización del Atlántico Norte (OTAN); ni en los 100 desde que el Imperio Otomano se alineó con Alemania contra Rusia en la Primera Guerra [Mundial]; ni en los dos siglos desde que el sultán Mahmud II y el zar ruso Alejandro I se unieron contra Napoleón y los ingleses.
Las fuentes rusas dicen estar seguras de que los servicios secretos no avisaron a Erdogan ni ayudaron a vencer a sus fuerzas en el golpe del 15 y 16 de julio. Después de que Erdogan comenzara su contragolpe, y en la lucha que aún continúa entre las fuerzas islamistas de Erdogan y las fuerzas militares regulares, añaden las fuentes, sí que ha habido y habrá ayuda rusa. Está mas orientado hacia el futuro que hacia los hechos de las semanas pasadas lo que el primer ministro Mehmet Simsek dijo a su colega Arkady Dvorkovich en Moscú: “Me gustaría agradecerles el apoyo recibido en los pasados sucesos en Turquía, por apoyar la democracia y el gobierno turco”.
Las fuentes rusas dicen que ya están acordadas por ambas partes las contrapartidas, a través de un comercio de dos vías; el gas, energía nuclear y otros tipos de energía, más el turismo. Hay mucho mas en el tapete, sin embargo, añade una de las fuentes. “Putin y sus consejeros creen que Erdogan aún está en peligro. Le apoyan ahora por la oportunidad para reorganizar la relación con Turquía. Se están refiriendo al asedio de Rusia por la frontera sur y el Mar Negro, desmembramiento del Cáucaso, y ataque contra el Kremlin de sus enemigos. Ahora mismo, con Europa colapsando, el enemigo son Estados Unidos con el apoyo de la OTAN. Si Turquía rompe con Estados Unidos, la OTAN se queda parapléjica. Veremos como Putin y Erdogan presentan la nueva Roma, la nueva Bizancio”(*).
La agenda de la nueva alianza se formalizó en un encuentro del Consejo de Seguridad. El Kremlin anunció que “el presidente informó a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de su reciente conversación telefónica con el presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, en el contexto de los preparativos de la visita del presidente turco a Rusia fijada para principios de agosto”.
Lo que se omitió fueron los informes militares y de inteligencia que Putin recibió del ministro de Defensa, Serguei Shoigu, y del jefe del Servicio de Inteligencia Exterior, Mijail Fradkov, del director del Consejo, Rashid Nurgaliyev y del director del Servicio Federal de Seguridad, Alexander Bortnikov.
Las fuentes rusas quitan validez a las narraciones de la prensa extranjera sobre el conocimiento previo del intento de golpe de Estado por parte de Arabia e Israel. “Maquinaciones, sobornos, ilusiones hubo”, comenta una de las fuentes, “pero nada de conocimiento y participación”.
En un análisis de las operaciones militares en Estambul y Ankara, Yevgeny Krutikov, corresponsal de Vzglyad en Moscú, informaba (1) de que no se dio coordinación entre el ejército turco, la marina y las fuerzas aéreas; pobre dirección y control dentro de cada uno de los servicios y unas inadecuadas tropas y potencia de fuego en las calles para combatir el vuelco a favor de Erdogan. “Simplemente, no hubo suficientes rebeldes. No había cadena de mando. Las ‘unidades de captura’ de diversas instalaciones consistían en un máximo de 10 personas bajo el mando de oficiales con rangos de capitanes a tenientes coroneles. Entre la dirección rebelde no había nadie por encima del rango de coronel. La ‘compañía rebelde’ hizo lo que pudo. Para intentar tomar el poder en un país altamente militarizado [necesitas] más que un batallón de tanques y un par de helicópteros. En divisiones mas grande [los rebeldes] no pudieron dar ninguna orden sin caer en el requisito de responder a una pregunta lógica: ‘¿y quién eres tu, por cierto’?”
¿Ayudaron los servicios de inteligencia rusos a Erdogan? Según Krutikov, “eso es irreal”. “No había en absoluto acuerdos entre los servicios ruso y turco. Además, todos los contactos estaban congelados desde el derribo del avión ruso [SU-24]. Las señales de radio de las maniobras de las fuerzas armadas golpistas estaban monitorizadas por nuestras tropas militares. Hay poca probabilidad de que esta información se transmitiera a los servicios especiales turcos”.
Las fuentes rusas no definen qué papel jugaron las agencias estadounidenses militares y de inteligencia durante los sucesos del 15 de julio en la base de Incirlik, si animaron o no desanimaron el intento de derrocar a Erdogan. Lo que es cierto mientras Erdogan intenta hacer limpieza, según analistas griegos y chipriotas, es que Turquía se ha enfrentado a la alianza de la OTAN y Estados Unidos. “Turquía esta saliendo ahora de la dependencia occidental”, dice una fuente bien informada de la región que pide no ser identificada. “Esto tiene sentido geopolítico, porque el oeste ha perdido control en Oriente Medio. Otros estrechos aliados en la zona, como Egipto, Arabia Saudita e Israel, se están haciendo autónomos, en el sentido de que no obedecen a Estados Unidos. La causa de ello es que Estados Unidos ya no pueden actuar hegemónicamente. Washington no puede dictar ni recomendar soluciones a los conflictos y rivalidades, como Irak, Siria, Libia o Palestina. Ahora, con implicación en el golpe o no, Erdogan ve su oportunidad para hacer una Turquía mas autónoma, y la está aprovechando”.
Las fuentes rusas están de acuerdo. Refiriéndose a la Secretaria Asistente de Estado Victoria Nuland, de cuyos planes de ataque contra Rusia en Ucrania, Turquía, Siria y Chipre ya hemos informado (2,3), una fuente de Moscú deduce: “Todas las conspiraciones de Nuland han fracasado. Estados Unidos ya no pueden hablar con los turcos. Perder ante Erdogan y sus islamistas significa que Estados Unidos ya no pueden dictar en la región. No podemos esperar que los norteamericanos lo acepten sumisamente. Ahora no hay gobierno en Washington. Pero si Clinton gana, habrá un contraataque de Estados Unidos. Será muy tarde”.
Como alguna reina francesa y Victoria Nuland han sugerido públicamente, las revoluciones requieren pasteles, o por lo menos galletas. Los beneficios a corto plazo de los objetivos comerciales de Erdogan y Putin fueron listados rápidamente en el encuentro del 26 de julio entre Dvorkovich y Simsek, y en los siguientes encuentros entre el ministro ruso de Energía Alexander Novak y los ministros de Economía y Energía turcos, Nihat Zeybekci y Berat Albayrak (4).
Las fuentes militares consideran que la posición de Erdogan está aún lejos de ser segura. “El número y la extensión de las purgas indican que esto es un golpe continuo, que podría convertirse en revueltas étnicas o civiles en cualquier momento, o en una guerra civil. Rusia se posiciona, como hizo en el pasado, a favor de la estabilidad del Estado turco; ahora mismo esto significa Erdogan. El Kremlin está contra la ruptura. En los siglos XIX y XX una Turquía débil significaba que los enemigos de Rusia ganaban el control de los vitales intereses rusos de aquella época, tales como los Estrechos”.
Fuentes griegas, chipriotas y rusas preguntadas sobre el actual curso de los acontecimientos dicen que los principales intereses de Rusia son obvios. Erdogan debiera poner fin a la exportación de yihadistas, ISIS y sedición hacia el Cáucaso ruso bajo la forma de los chechenos. Debe también poner fin a su táctica de “cambio de régimen” en Siria, y lo mismo en los Balcanes y Asia central. Las fuentes creen que en su actual dilema, Erdogan es una apuesta mejor para el Kremlin que el ejército turco, o que los llamados grupos kemalistas o gulenistas, apoyados por Estados Unidos. Si los elementos pro-americanos o de la OTAN pueden ser desarraigados y destruidos, Rusia se sentirá más segura, en tanto que la orientación islámica suní de Erdogan hará las paces con Rusia, como los chiítas de Irán e Irak están haciendo.
Según un historiador militar ruso “Putin no puede ser distinto del Zar [Nicolás II] en 1914. La imprevisión y la inestabilidad en Turquía son amenazas para Rusia, porque permiten la entrada de enemigos poderosos” (5).
Los economistas en Moscú ven el recíproco beneficio para Moscú y Ankara si el South Stream (también llamado Turkish Stream), el proyecto de gaseoducto, se recupera. Gazprom asegurará la venta de grandes volúmenes de gas al sur y hacia el oeste; Turquía puede beneficiarse de convertirse en un nudo energético, no solo para el gas ruso, sino también para nuevos flujos de Israel, y tal vez del Líbano y potencialmente Chipre.
Un conocido analista chipriota observa: “Si, Chipre está al margen, pero la situación a nuestro alrededor es trágica. Por lo menos la hegemonía occidental está acabada. Esto es bueno, porque una amplia parte del problema chipriota vino de la hegemonía anglo-americana y sus esfuerzos para afianzarse. Su subversión de la modernización árabe ha sido el mayor crimen del final del siglo XX y principios del XXI”.
“Volviendo a Chipre, con múltiples garantías, no solamente del oeste, y con una Turquía más autónoma y sin ser peón de nadie, las garantías para un Chipre reunificado serán mas realistas. Reflejarán el balance de poder real geográficamente, y también el balance del futuro”.
Hay apoyo en la zona para el acercamiento de Putin y Erdogan, incluso entre los más amargos enemigos de los turcos. Ven al Kremlin como un freno más fiable para las aventuras militares y expansionistas turcas de lo que han sido los estadounidenses, los ingleses o la OTAN. Dice el analista chipriota que “el gas natural es el futuro de Chipre para todas las tendencias políticas. Pero ahora mismo lo que mueve la economía es el turismo y el creciente papel del capital ruso, y también la pequeña pero creciente comunidad rusa. Rusia tiene muchos papeles que jugar en Chipre. Es probablemente la fuerza que atrae a la mezcla más amplia del pueblo: a las masas de la izquierda, últimamente al centro, y a una fracción de la derecha religiosa, tras casi un siglo, a pesar de que no sean aún una fuerza autónoma. Si ahora Rusia estrecha lazos con Turquía, entonces podemos tener incluso la amistad de los turco-chipriotas”.
Notas:
(1) http://vz.ru/world/2016/7/16/821900.html
(2) http://johnhelmer.net/?p=15389
(3) http://johnhelmer.net/?p=15820
(4) http://www.dailysabah.com/economy/2016/07/27/russian-deputy-pm-relations-with-turkey-to-be-better-than-before-crisis
(5) https://www.amazon.co.uk/Towards-Flame-Empire-Tsarist-Russia/dp/1846143810
(*) La doctrina de la nueva o tercera Roma alude a la noción rusa ortodoxa de que, por voluntad divina, Moscú es el heredero del antiguo Imperio Romano y luego del Imperio de Constantinopla (Bizancio) como centro de la cristiandad.