El malthusianismo es tan falso como cualquier otra ideología y tiene su origen en Inglaterra, de donde pasó a Estados Unidos, que la convirtió en doctrina y, por lo tanto, le otorgó un carácter dominante, una de las señas de identidad del imperialismo con el que se justifican sus crímenes.Como doctrina dominante, las universidades adoctrinan a los estudiantes y les lavan el cerebro diciéndoles que se trata de “demografía”, es decir, el recorrido típico que hace pasar una ideología como si fuera ciencia y que los menos avisados devoran porque tiene el membrete de alguna academia gringa.
Los “progres” y posmodernos que asumen las conclusiones malthusianas sin ninguna capacidad de reacción crítica, desempeñan un papel clave para sostener el papel dominante. Ese tipo de grupos “alternativos” son la correa de transmisión del imperialismo dentro de cada país, llevando las concepciones más reaccionarias hasta sus últimos rincones y falsificando sus postulados para hacerlos digeribles en ciertos ambientes intelectualoides.
El malthusianismo reviste formas variadas que convergen en conceptos falsos, como “explosión demográfica”, que justifican la intervención imperialista sobre los pueblos del Tercer Mundo, en ocasiones con el beneplácito de la caridad y la “ayuda desinteresada” a sus habitantes.
Para demostrar que en el mundo no existe ninguna “explosión demográfica” basta recurrir a cifras que están al alcance de cualquiera que no sea un estafador impenitente y lo primero que se debe indicar es que, a efectos demográficos, hay que dividir el mundo en dos mitades: una es África y la otra el resto.
El número anual de nacimientos en todo el mundo (excluyendo África) alcanzó un máximo en 1989 y desde entonces ha disminuido en un 15 por ciento.
En consecuencia, la disminución de nacimientos se prolonga ya durante 30 años y no la ha podido compensar el aumento de los nacimientos en el Continente Negro.
Si excluimos a África, de aquí a 2023 la población mundial en edad reproductiva (de 15 a 40 años) seguirá en constante disminución. Sólo la población africana en edad reproductiva seguirá creciendo.
Con una población en declive (excluyendo a África) y con tasas de fecundidad muy negativas (excluyendo a África), es muy probable que en el mundo los nacimientos disminuyan a un ritmo acelerado, mucho más que el previsto por la ONU.
En otras palabras, si excluimos a África, la principal característica de la población mundial es la despoblación mundial.
Ahora bien, si de lo expuesto hasta ahora alguien imagina que la emigración africana es consecuencia del crecimiento demográfico en el Continente Negro, también se equivoca. Los emigrantes de origen africano representan una parte insignificante del total de movimientos poblacionales en el mundo.
Para terminar: si las proyecciones demográficas se cumplen, dentro de muy poco tiempo una parte creciente de la población mundial será africana, con una capacidad de consumo insignificante, lo cual explica que los “alternativos” justifiquen la situación con tonteorías como el decrecimiento y otras parecidas.
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