La ‘inteligencia artificial’ está al servicio de la carrera de armamentos y del militarismo moderno

McNamara, de la Ford al Pentágono
Las investigaciones seudo-universitarias en eso que llaman “inteligencia artificial” están al servicio de la guerra. Junto con las bases de datos (“big data”) forman parte de la carrera de armamentos y del militarismo moderno, sobre todo desde la Guerra de Vietnam (1).

En los años sesenta quien dirigía el Pentágono era Robert McNamara, un profesor de economía al más puro estilo seudocientífico estadounidense. En las universidades como Harvard, lo más característico es confundir la Economía Política y las demás ciencias con su cuantificacion (econometría), aunque McNamara no se limitó a llenar la pizarra del aula con números, sino que lo puso en práctica en la multinacional Ford.

Lo mismo hizo en el Pentágono, para lo cual nombró a Alain Enthoven Subsecretario de Análisis de Sistemas. A su vez Enthoven reclutó a otros como ellos, llamados los Whiz Kids, para que dirigieran el Sistema de Planificación, Programación y Presupuestos, copiado de los planes quinquenales soviéticos.

El Pentágono empezó a utilizar el “big data” de manera estadística, es decir, procesado por ordenador para llevar a cabo investigaciones operativas y apoyar la toma de decisiones, no sólo en las oficinas sino también en el campo de batalla: Vietnam (2).

Uno de los datos cuantitativos que llegó a obsesionar a los ingenieros fue el recuento de las pérdidas del enemigo (“body count”). El general Douglas Kinnard contó que los soldados estadounidenses asumieron riesgos innecesarios para contar el número de muertos del Vietcong y a veces murieron en el empeño (3).

La contabilidad de los muertos llegó a convertirse en un fin en sí mismo y, además, era errónea. La incautación de documentos de vietnamitas mostraba la imprecisión de las estimaciones estadounidenses.

Pero había que hacer de la necesidad virtud y Enthoven dijo que no había muchos datos sino todo lo contrario: no eran suficientes (4). Los datos también eran un asunto cuantatitivo. No importaba que fueran erróneos. Cuantos más, mejor.

Por equivocados que fueran, los datos sugerían modelos lo suficientemente consolidados como para reflejar las estrategias contrarias e indicar los progresos realizados por ambos bandos, siempre que los analistas fueran capaces de interpretarlos, naturalmente

La lección que los ingenieros extrajeron de la Guerra de Vietnam no fue que el enfoque cuantitativo fuera erróneo sino que ningún experto había sido capaz de entenderlo. En otras palabras: el problema no está en la “inteligencia artificial” sino en que quienes la diseñan no son inteligentes precisamente.

Desde entonces en los pasillos del Pentágono se cuenta una vieja
anécdota: en 1969 McNamara introdujo en su ordenador todos los datos
conocidos sobre Vietnam y Estados Unidos, como la población, el producto
nacional bruto, la capacidad de producción, el tamaño del ejército, el
armamento… Entonces un analista militar le preguntó al ordenador:
“¿Cuándo ganaremos?” Al poco tiempo la máquina le respondió: “Ganamos en
1964“ (5).

Según la “inteligencia artificial”, la
Guerra de Vietnam no sólo la ganaría el ejército de Estados Unidos sino que
ya debería estar ganada.

(1) D. F. Harrison: Computers, electronic data and the Vietnam War, Archivaria, vol. 26, 1988, pgs. 18-32.
(2) G. A. Daddis, No Sure Victory: Measuring US Army Effectiveness and Progress in the Vietnam War, New York, Oxford University Press, 2011.
(3) D. Kinnard, The War Managers, New Hampshire, Hanover, 1977, pg. 73.
(4) A. C. Enthoven y K. Wayne Smith, How Much is Enough? Shaping the Defense Program, 1961-1969, New York, Harper & Row, 1971, pg. 88.

(5) H. G. Summers, On Strategy: A Critical Analysis of the Vietnam War, New York, Presidio Press, 1984, pg. 18.

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