El pasado 20 de enero solicité al Centro Documental de Memoria Histórica de Salamanca la ficha de Esteban Sanz, miliciano de la 72º Brigada Mixta. El 14 de febrero (más de 20 días después) confirman desde este centro: ha sido registrada mi solicitud. Van a elaborar el presupuesto de la ficha de Esteban que consta de una única página.
El 15 de febrero, me puse en contacto con la Universidad Estatal de California Dominguez Hills (CSUDH). Les solicitaba la documentación de un médico que se formó y ejerció allí. La documentación que poseen son varias cajas de su estancia durante los años 30 y 40 en Estados Unidos. Varias cajas llenas de folios. En 4 horas, el archivero de la CSUDH Tom Philo ha dado respuesta: uno/dos días le confirmamos el envío de la documentación digitalizada.
¿Por qué recibiré antes una documentación de California que otra de Salamanca?
Escribo este artículo por desahogo de una humillación tras otra. Quien más interesado está en buscar a Esteban es su hijo, que tiene su mismo nombre y que no llegó a conocer porque su padre murió antes. El hijo de Esteban sufre una humillación tras otra. Esperas, retrasos, tomaduras de pelo… Como al hijo de Esteban y a la gran parte de este país, nadie nos ha enseñado que en los archivos españoles hay información muy importante y que esa información genera derechos.
Al hijo de Esteban no le han enseñado a buscar en un archivo, no le han enseñado que en Ávila, Salamanca, Segovia o Madrid puede haber documentos que le pertenecen. Nadie le ha dicho cómo lo tiene que hacer. Es decir, busca a ciegas porque 80 años después sigue sin tener un papel de su padre. Al hijo de Esteban le pasa lo mismo que al que tiene que solicitar un subsidio y tiene que pelearse en la Seguridad Social para que se lo den. Le pasa lo mismo que a la mujer maltratada que acude a Comisaría a denunciar a su agresor y tiene que justificarse delante de policías sin la más mínima señal de humanidad. Le pasa lo mismo que al migrante que se tiene que enfrentar a miles de organismos para obtener la residencia. Etc.
Es decir, ¿cuál es el principal obstáculo para obtener nuestros derechos? La propia administración. Y en el caso de Esteban, ¿cuál es el principal obstáculo para la Memoria Histórica? La misma administración encargada de velar por la Memoria Histórica. Respondiendo a la pregunta que planteo más arriba: porque la Administración no tiene ningún interés en dar a conocer nuestro pasado, por sórdido que sea éste. ¿Por qué no puedo saber quién formaba parte de la represión en mi ciudad? ¿Por qué no puedo saber quién era el comisario de policía en mi ciudad en los años 40? Porque podríamos conocer cómo se han formado las grandes fortunas de este país en los últimos 80 años, por ejemplo. Y hay gente con mucho poder en este país que no quiere que se sepa de donde viene el origen de su fortuna. Y EEUU no es precisamente ejemplo de nada, pero sus archivos sí ponen al libre acceso de todos toda esta información. A día de hoy podemos saber que Texaco financió el levantamiento fascista del 36 gracias a esos archivos norteamericanos, pero no quién juzgó a nuestro abuelo en España.
Pero, ¿y las causas judiciales?
No se trata solamente de obstaculizar la búsqueda de nuestros abuelos. Mientras se bloquea el proceso de búsqueda con esperas y trabas burocráticas absurdas, los nietos de los fascistas que se levantaron en 1936 no tienen esos problemas. A día de hoy, se pueden consultar las causas judiciales que abrieron los tribunales republicanos a los fascistas detenidos. Están digitalizadas y disponibles para su acceso público. Es decir, a día de hoy hay un equipo de personas que digitalizan estos documentos.
En cambio, si uno quiere consultar la causa judicial de su abuelo preso o fusilado por los franquistas tiene que conocer dónde fue juzgado (si fue en su misma provincia o en otra), conocer a qué Región Militar pertenecía esa provincia, dirigir un escrito a la Capitanía en la que se solicita la búsqueda y, una vez localizados los expedientes, se asigna una cita y se debe acudir presencialmente con lo que ello supone: desplazamiento, tiempo, dinero, etc. Para nuestros abuelos, no hay equipo digitalizando sus causas judiciales.
Evidentemente, si no conoces el procedimiento y no te informan: es imposible la búsqueda. Existen páginas web artesanales que prestan un gran servicio. También hay portales de búsqueda estatales, que tienen continuos fallos informáticos y caídas. Como verán, el balance es demoledor: si tu abuelo era albañil o jornalero y se unió a la República puedes olvidarte. En cambio, si tu abuelo fue de los primeros en alistarse en un banderín de Falange: tenemos toda la documentación localizada.
O hacemos porque la situación cambie radicalmente, o ya podemos seguir pidiendo permiso para buscar a nuestros abuelos.
PD: Al finalizar este artículo, ya he recibido la documentación del archivo de California.