La dialéctica es el álgebra de la revolución

Juan Manuel Olarieta

Le agradezco sinceramente a Eduardo Rojas el nuevo comentario que escribe, que me anima a volver a la carga sobre el mismo asunto. Para mi no es ninguna molestina sino un estímulo que, además, me ayuda a aclararme a mí mismo y espero que también contribuya a aportar algo a los lectores.

No puedo ahora entrar ahora a responder a cada uno de los aspectos que aborda, aunque espero hacerlo en un futuro próximo porque creo que son interesantes. No obstante, me gustaría dejar apuntadas al menos algunas cosas. La primera es que sus comentarios sí son un ataque directo y frontal al materialismo y a Engels. Cuestión distinta es que no sea consciente del alcance de sus afirmaciones, algo bastante frecuente que podríamos calificar como el síndrome Monsieur Jourdain que padecemos todos los seres humanos (unos más que otros) por el hecho de ser humanos, o sea, por el hecho de ser inconscientes (al menos en parte).

La conciencia, decía Lenin, es un grado, y yo añado de mi cosecha: y la inconsciencia también es un grado. Lo que ocurre es que los marxistas, como la mayor parte de los seres humanos, hablan mucho de la conciencia, muy poco de la inconsciencia, casi nada de la subconsciencia y aún queremos ir mucho más allá para no hablar absolutamente nada de la ciencia.

Si algún lector cree que esto es juego de palabras se equivoca rotundamente: la ciencia es una parte de la conciencia y quien no quiere hablar de ciencia tampoco quiere hablar de conciencia. Pues bien: una revolución no es posible sin conciencia; luego tampoco es posible sin ciencia. El marxismo no es más que una ciencia de la revolución; su conciencia.

La segunda observación que quiero exponer es que, en efecto, Lenin no leyó la «Dialéctica de la naturaleza» ni muchas otras cosas de las que hoy disponemos, lo mismo que los comunistas de habla hispana no pudieron leer «El Capital» porque no se tradujo hasta hace apenas 40 años, lo cual no les impidió dirigir importantes batallas contra el capitalismo, como la guerra civil en 1936 o la revolución cubana en 1959. Muchos otros, la mayoría, siguen hoy sin leer «El Capital» y eso no les convierte en menos revolucionarios que a los que sí lo han hecho.

Si como dice Rojas los militantes revolucionarios no utilizan la dialéctica para avanzar hacia el socialismo, pueden suceder dos cosas: o bien no son tan revolucionarios como ellos creen (y así nos luce el pelo), o en caso contrario, si son auténticos revolucionarios padecen el síndrome Monsieur Jourdain: no saben que hablan dialéctica.

Como el aire que respiramos, la dialéctica -repito- está en todas partes. Todo el mundo hace uso de ella cotidianamente. Ese no es el problema. El problema es hacer un uso consciente de ella.

Como Monsieuer Jourdain todos los seres humanos hacemos cosas que no sabemos lo que son y nos quedamos sorprendidos cuando empezamos a saberlo. Como máximo sabemos el funcionamiento de las cosas. Yo he aprendido a golpear las teclas del ordenador, a borrar las errores ortográficos de mis escritos y a leer un correo electrónico. Pero no tengo ni idea de informática, no se lo que es un algoritmo matemático, ni el álgebra de Boole. Eso no me autoriza a afirmar que el álgebra de Boole no es necesaria para que yo escriba esto y los lectores lo puedan leer. Cada vez que arranco el ordenador, estoy utilizando el álgebra de Boole y no me entero, o sea: no soy consciente de ello.

Lo mismo ocurre con las revoluciones. Como dijo el gran revolucionario ruso Herzen, la dialéctica es el álgebra de la revolución. Por lo tanto, un revolucionario la está utilizando cada minuto del día (si es un revolucionario de verdad). La cuestión es siempre misma: si lo hace consciente o inconscientemente. Para que el lector entienda que no es juego de palabras voy a poner algunos ejemplos banales al más puro estilo Engels.

Como creo que todos, yo aprendí a nadar sin necesidad de leer ningún manual de instrucciones. Lo mismo me ocurrió con la bicicleta. No tenía ni idea de las razones por las cuales mi cuerpo flota en el agua, ni tampoco por qué es capaz de mantener el equilibrio sobre dos ruedas. No se lo que es el Principio de Arquímedes, ni soy capaz de calcular el centro de gravedad de las masas. No se lo que hago pero lo hago inconscientemente, como la mayor parte de las cosas que todos hacemos en la vida, porque la vida es sobre todo eso: práctica.

Con los años he practicado la natación, un monitor me enseñaba la manera correcta de nadar más y mejor. También se que hay gente profesionalizada que compite en la natación como en el ciclismo. Se entrenan para ello diariamente. Incluso hay quien lo estudia, hay manuales, centros especializados de educación física, han aparecido las ciencias biomecánicas, la medicina deportiva… En resumen: a pesar de que para nadar y correr en bicicleta no hace falta leer ni saber nada, también hay quien lo hace conscientemente, practica, se entrena y estudia. Son una minoría de atletas.

Pues bien, traslademos eso a la revolución: las revoluciones las hacen las masas, la inmensa mayoría de ellas ni siquiera han oido hablar nunca de dialéctica, pero están al cabo de la calle. Además de ellas hay una minoría de atletas de la revolución, profesionales que dedican a ella su vida y sus energías, que estudian, que se entrenan, que discuten, es decir, que hacen lo mismo que hacen las masas, pero conscientemente: sabiendo lo que hacen.

Esto ya lo explicó Spinoza, uno de los verdaderos «padres fundadores» del materialismo moderno. A su manera, Lenin dijo lo mismo cuatro siglos después: además de las masas, la revolución también tiene sus profesionales entrenados para ella. Hacen lo mismo que las masas, pero lo hacen conscientemente, y una conciencia sólo es verdadera cuando se sostiene sobre la ciencia.

comentarios

  1. Toda mi actividad gira en torno, como dije, a la pregunta de Fidel de 2005. Otras formas de expresarla son las siguientes:
    Destruyeron el socialismo en nombre del socialismo.
    El socialismo se destruye desde adentro y desde arriba.

    Investigando con ese objetivo, pude ver que la gente, salvo una excepción, no usa la dialéctica para actuar en política, lo cual atribuí al enorme prestigio de la "Dialéctica de la naturaleza", de Engels.

    Para escribir este comentario, revisé varios textos: Lo escrito sobre dialéctica en los Cuadernos filosóficos de Lenin, el Anti Duhring de Engels, Materialismo dialéctico e histórico de Stalin y otros.
    Pude ver que el Anti Duhring contiene muchas páginas sobre dialéctica de la naturaleza.

    En realidad, desde mi punto de vista, es muy triste, porque yo estoy investigando la debacle del socialismo en el siglo 20 y que hacer en el siglo 21.
    Acudo a un supuesto padre fundador y me encuentro con que ha dedicado casi 600 páginas a estudiar la dialéctica en la naturaleza y nada a la política. No me sirve. Y quien no tenga claro sus objetivos, tal como he podido verificar, se distrae y se dedica a hablar de la naturaleza.

    Los explotadores capitalistas, como clase dominante, utilizan tecnologías para la mantención y reproducción de la sociedad. Una de ellas, muy importante, es que la gente sea ignorante de todo aquello que pudiera afectar los sistemas de poder y aquellos de dominación.
    En el caso de los marxistas, tienen el camino pavimentado, casi 600 páginas dedicadas a la naturaleza, y nada a la política.
    ¿Por qué no existen 600 o miles de páginas dedicadas a la dialéctica en la política? ¿Por qué no hay prácticamente nada?
    Los profesionales de la mantención y reproducción de la sociedad al servicio de los capitalistas están de pláceme y se deben reir a carcajadas.

    Hay un punto en los escritos de Olarieta que coincide con el objetivo que persigo. Es donde Oliareta dice que la dialéctica está por todas partes.

    Mi punto es que, en realidad, no está en todas partes. Salvo contadas excepciones, no está en la política. Y, a diferencia de la naturaleza, la dialéctica en política no es de natural ocurrencia, sino una deliberada intención de aplicar ese marco de pensamiento, o que la persona lo haga si saber que lo está haciendo, como dice Olarieta
    En efecto, en ejemplo que da Engels, si una semilla de cebada cae en terreno fértil y húmedo, brotará, crecerá y dará nuevas semillas.
    En el ser humano, en cambio es innumerable la gente que no piensa la política dialécticamente. Y los que lo hacen sin darse cuenta, son muy escazos, ya que eso es genialidad. Si la dialéctica de Hegel y luego marxista es el producto de la evolución de milenios de la filosofía (menos si descontamos la edad media), no se puede esperar que surja en forma espontánea y tan numerosa como hongos después de la lluvia. Menos aún si se tiene claro que son y como funcionan las tecnologías de matención y reproducción de la sociedad.

    En fin, salgo de este intercambio más abatido que antes.
    Explico. Trabajé con entusiasmo y esperando llegar a cosas útiles hasta que descubrí las tecnologías de mantención y reproducción de la sociedad, con sus sistemas de poder y de dominio. Cuando comprendí cuan excelentes han sido por más de 4000 años, quedé abatido.

    Marx, Lenin y Stalin fueron unos genios de los mayores que ha producido la especie humana, por eso alcanzro el mayor triunfo jampas visto. Pero todavía en vida, Marx se quejaba de lo "lamentable" que eran sus seguidores (caso Lafargue).

    Lo que ocurre con la dialéctica es absolutamente lamentable, y, al parecer, sin remedio, ya que fue nada menos que un padre fundador que la aplicó a la naturaleza en lugar de la política.
    Hubo un solo político importante, Mao, que aplicó la dialéctica a la política, como debe ser. Pero al final concluye que la contradicción con la burguesía patriótica no es antagónica. Muchos dicen que Mao no fue un lamentable en sus conclusiones, sino que simplemente no era marxista, sino que anti imperialista y anti feudal.

  2. a ver, colega, que la dialéctica no es una concepción creada por el pensamiento humano.

    la dialéctica es el sistema por el que se rige el universo (naturaleza y humanidad incluidos), siendo la base de todos sus fenomenos la materia.

    el materialismo dialéctico es la ciencia descubierta por los humanos, base del Socialismo Científico.

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