Superará el 100 por ciento del PIB mundial en 2020, más que al final de la Segunda Guerra Mundial.
El 15 de abril las últimas proyecciones estimaban que la deuda pública mundial podría aumentar del 83,3 por ciento al 96,4 por ciento respecto al año pasado.
Sin embargo, dice el FMI, los gobiernos deben tener cuidado de no recortar demasiado pronto el gasto público porque pondría en peligro la recuperación.
“Aunque la trayectoria de la deuda pública podría seguir derivando hacia un escenario desfavorable, apretar los presupuestos demasiado pronto presenta un riesgo aún mayor de descarrilar la recuperación, con mayores costos presupuestarios futuros”, escriben.
No es sólo algo muy poco “neoliberal” sino bastante más importante, la cuadratura del círculo: los gobiernos deben proporcionar un estímulo sostenible a un capitalismo devastado por la crisis sin que su deuda se vuelva insostenible.
Los Estados ya han gastado casi 11 billones de dólares para ayudar a unos capitales afectados por la parálisis económica.
Por el momento, “muchos gobiernos están disfrutando de costos de préstamo históricamente bajos” y se espera que los tipos de interés se mantengan en esos niveles “durante mucho tiempo”.
“Como se espera que las economías operen por debajo de su potencial durante algún tiempo, las presiones inflacionistas seguirán siendo moderadas, al igual que la necesidad de que los bancos centrales aumenten los tipos de interés”, señala el Fondo, donde esperan que la deuda pública mundial se estabilice el año que viene, excepto en los Estados Unidos y China.
Pero los costos de los préstamos “pueden aumentar rápidamente, especialmente para las economías emergentes y los mercados fronterizos, como ocurrió en marzo”, advierte.
Por eso será “esencial volver a una senda de equilibrio fiscal sostenible en los países que entraron en esta crisis con una deuda ya elevada y un crecimiento bajo”, en particular los de los países desarrollados.
El otro remedio es la economía “verde”, que tiene en el FMI a uno de sus mayores impulsores. El Fondo quiere eliminar los subsidios a los combustibles fósiles e imponer más impuestos al carbono.