La CIA intentó retrasar el estallido de la Guerra de Ucrania

En 2021, Bill Burns, antiguo embajador estadounidense en Moscú, asumió la dirección de la CIA. Su primera medida fue resucitar la “Casa Rusia”, la unidad responsable de vigilar al Kremlin, desmantelada seis años antes, cuando Washington creía que había triunfado. La URSS ya no existía y Ucrania había caído en sus zarpas un año antes.

Fue un giro estratégico, relata el periodista estadounidense Tim Weiner en su libro The Mission, una investigación sobre la reorganización institucional de la central estadounidense de espionaje (*). La CIA volvía a sus raíces, que seguían ancladas en la URSS, primero, y Rusia, después.

No hacía falta ser un entendido para pronosticar la guerra porque la CIA la estaba preparando desde 2014. En otoño aparecieron las primeras señales de un despliegue militar ruso, cuando las tropas llegaron a Belgorod, una ciudad cercana a la frontera con Ucrania. La logística ferroviaria comenzó a moverse y la central captó comunicaciones codificadas inusuales.

Rusia se preparaba para la guerra, pero la CIA debía tener cuidado porque su larga mano también era más que evidente. Las cosas no debían aparecer como realmente eran o, como se dice ahora, había que emepzar ganando la “batalla del relato”. Pero, sobre todo, no había que perder la paciencia; no había que provocar a Rusia porque el tiempo jugaba a favor de Ucrania.

Weiner relata la escena de una reunión en la Casa Blanca a finales de noviembre de 2021. En lugar de mantener sus datos en secreto, la CIA y la NSA apostaron por una publicidad máxima. Durante tres meses, de diciembre de 2021 a febrero de 2022, la CIA orquestó una serie de filtraciones controladas. Los medios difunden gráficos con los movimientos de tropas, los planes de ataques de falsa bandera, las operaciones de desestabilización orquestadas por el FSB… Aparecieron mapas de la invasión en el Washington Post, circularon “informes reservados” sobre planes de operaciones especiales entre los aliados de la OTAN y proliferaron los comunicados del Departamento de Estado.

Lo llaman “inteligencia preventiva”. Los informes, normalmente confinados en el “Informe Diario al Presidente”, se publican, comparten y comentan en los medios, más intoxicadores que de costumbre. Tim Weiner relata: “Los analistas, entrenados para guardar silencio, tuvieron que aprender a hablar. Fue un cambio cultural tan profundo como un cambio en la doctrina militar”.

Era un mensaje dirigido al Kremlin: “no ataqueis todavía porque conocemos vuestros movimientos y estamos preparados”.

Burns viajó urgentemente a Moscú para entregar personalmente a Putin las pruebas de la inminente invasión e intentar disuadirlo. Fue recibido en un ambiente gélido. Para Putin la reunión no fue una advertencia estadounidense, sino la confirmación de que Washington ya había emprendido la guerra sicológica.

Esta estrategia, inicialmente concebida como defensiva, se convirtió en un arma preventiva. El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso acusó a Washington de “propaganda agresiva”, y la televisión pública habló de un “nuevo Irak de Occidente”.

Pero la anticipación estadounidense no disuadió a Moscú de retrasar su “operación especial”. Según Weiner, el propio Burns admitió posteriormente que la divulgación de las pruebas no había disuadido a Putin del ataque, aunque al menos había preparado a los medios para preparar la retórica que ahora escuchamos repetidamente.

Cuando los tanques rusos cruzaron la frontera el 24 de febrero de 2022, la CIA ya había establecido los canales de comunicación con la GUR (inteligencia militar ucraniana) y el SBU (inteligencia civil) a través de una red de centros conjuntos en Polonia, Alemania y una docena de bases a lo largo de la frontera con Rusia. Los informes de la CIA contenían detalles increíblemente precisos sobre las inminentes operaciones rusas.

“Fue la primera guerra en la que un analista en Washington pudo, en tres minutos, corregir la puntería de un proyectil ucraniano en Jerson”, señala Weiner. Se establece un circuito de toma de decisiones instantáneo entre las dos capitales, Washington y Kiev.

(*) https://www.nytimes.com/2025/07/15/books/review/the-mission-tim-weiner.html

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies