En la guerra de las materias primas Europa ha caído en su propia trampa. Ha intentado bloquear y ha quedado bloqueada. Depende de las existencias estratégicas, las compras a granel y el aumento del apoyo público a la industria. Vuelve una cierta autarquía y los países europeos necesitan recuperar el control de sus líneas de producción.
También vuelve el viejo G2 de la Guerra Fría. Si en materia militar Estados Unidos tiene que negociar con Moscú, en economía hay que hablar con Pekín. La “tercera vía” no existe, al menos de momento. La Comisión Europea, está a lo que salga, como los demás países del mundo. Si se suman a las políticas de Washington, como hasta ahora, también tendrán que soportar las represalias chinas.
Aquí la “mano invisible” tiene poco que hacer, por lo que en Bruselas vuelven a la intervención pública y la planificación. La Comisión Europea se prepara para dotarse de una serie de herramientas que garanticen sus suministros de tierras raras y otros metales críticos, un pequeño desafío para quienes antes solo hablaban de competencia y libre comercio.
Vuelve la planificación económica. Bruselas detallará su nuevo programa de acción a principios de diciembre. Se basará en tres pilares: la creación de reservas estratégicas de metales, una plataforma centralizada para la compra de materias primas y la aceleración del apoyo financiero a los proyectos de minería y refinado en territorio europeo para desarrollar la producción local.
“Se está produciendo un cambio general en la doctrina económica dentro de la Comisión: un deseo de ser menos ingenuos en materia comercial y de asumir, como autoridad pública, un papel en la organización de la economía y las cadenas de valor”, asegura un colaborador de Stephane Sejourné, vicepresidente de la Comisión e impulsor del proyecto. “Es algo nuevo, y también una demanda del sector empresarial”, explican en Bruselas.
Los pilares están concebidos para operar en sinergia: para garantizar la viabilidad de los proyectos europeos, una estrategia consiste en asegurar volúmenes de compra de la producción futura, compras que podrían realizarse a través de una plataforma centralizada para acumular existencias.
A diferencia de los países europeos, China siempre ha controlado los mercados de metales, en particular sobre las tierras raras y los metales especializados, esenciales para la fabricación de aerogeneradores, motores eléctricos, equipos militares y chips electrónicos. Europa era consciente de sus vulnerabilidades desde hace varios años, pero todo se aceleró con el inicio de la guerra económica, los bloqueos y las represalias chinas.
Con los controles a la exportación impuestos por China desde abril del año pasado, los envíos de tierras raras se han reducido drásticamente, hasta el punto de que algunos sectores industriales, en particular las automotrices, se han visto obligados a cerrar varias líneas de producción.
Mientras que Estados Unidos reaccionó con rapidez adquiriendo participaciones directas en productores locales y acumulando reservas, el cambio tardó más en materializarse en Europa. Primero fue necesario determinar si los europeos eran meras víctimas colaterales de la guerra comercial entre Estados Unidos y China y si la situación volvería a la normalidad con el tiempo, o si, en efecto, no habría ninguna mejora significativa.
Tras definir una lista de metales críticos, entre los que se incluyen el níquel, el cobre, el litio y las tierras raras, la Unión Europea activó su mecanismo regulatorio mediante la adopción de la Ley de Materias Primas Críticas. Esta legislación, aprobada el año pasado, estipula que Europa debe extraer al menos el 10 por cien de los metales que consume dentro de sus fronteras, procesar al menos el 40 por cien de ellos y no depender de ningún país para más del 65 por cien de su suministro, en todos los eslabones de la cadena de suministro. Además, el 15 por cien de sus necesidades debe cubrirse mediante el reciclaje dentro de Europa.
La autarquía se complementa con una lista de aproximadamente cuarenta proyectos estratégicos que pueden optar a financiación de Bruselas y con procedimientos acelerados para la obtención de los permisos necesarios.
Países Bajos capitula en el Caso Nexperia
El gobierno neerlandés está dando marcha atrás en el Caso Nexperia, lo que supone un grave revés. Tras semanas de negociaciones, Países Bajos se prepara para devolver el control de Nexperia, el fabricante de chips de capital chino que se incautó en virtud de una ley de hace décadas.
El expolio se produjo tras una ola de caos en la cadena de suministro que paralizó la industria automovilística europea.
Una maniobra política desde La Haya se transformó en una de las mayores disputas tecnológicas del año, poniendo en peligro la producción de fabricantes de aytomóviles, como Volkswagen, Honda y Stellantis.