La aviación estadounidense destruye el puerto petrolero de Ras Issa controlado por Ansarollah

El 15 de marzo, cuando expiró el alto el fuego entre Israel y Hamas, Trump ordenó un ataque masivo contra las posiciones de los huthíes en Yemen, que se preparaban para reanudar los ataques al tráfico marítimo en el Mar Rojo.

La operación estadounidense marcó el inicio de una campaña militar que se esperaba que continuara durante mucho tiempo. Desde entonces el Pentágono ha reforzado significativamente su presencia naval en Oriente Medio, con el despliegue de un segundo grupo de ataque de portaaviones, formado en torno al Carl Vinson, y cazas F-35A y A-10 Warthog. Además, han enviado bombarderos estratégicos B-2 Spirit a la base de Diego García, en el Océano Índico.

A pesar de varios ataques previos de las fuerzas estadounidenses y británicas, dentro de la Operación Guardián de la Prosperidad, contra sus depósitos de armas y centros de comando y control, los huthíes han mantenido su potencia de fuego.

Los militares estadounidenses reconocen que el tamaño del arsenal huthí es un misterio y que los rebeldes yemeníes son muy innovadores.

Desde mediados de marzo, las fuerzas estadounidenses han atacado regularmente la infraestructura militar huthí, pero el jueves se produjo un punto de inflexión. El mando militar estadounidense para Oriente Medio y Asia Central (Centcom) anunció que habían destruído el puerto petrolero de Ras Issa, controlado por los rebeldes.

Según el canal de televisión Al Massirah, cercano a los huthíes, el último balance de víctimas del ataque estadounidense asciende a 58 muertos y 126 heridos.

“Los huthíes siguen recibiendo asistencia económica y militar de países y empresas que brindan apoyo material a una organización terrorista extranjera”, declaró el Centcom.

Los huthíes utilizan el combustible que llega al puerto de Ras Issa para sus operaciones militares y para financiar la resistencia. De ahí la incursión de la aviación estadounidense para socavar la fuente de dinero que alimenta a la resistencia yemení.

Además, Estados Unidos acaba de sancionar al Banco Internacional del Yemen por considerarlo esencial para los rebeldes.

La empresa china Chang Guang Satellite Technology “apoya directamente los ataques de terroristas huthíes, apoyados por Irán, contra intereses estadounidenses”, a través de imágenes satelitales, denunció Tammy Bruce, portavoz del Departamento de Estado, poniendo a los chinos en la picota.


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