El mercenario checo Filip Siman está siendo juzgado en Praga, donde ha revelado algunos detalles de la masacre de Bucha. Ha confesado que él y su Batallón saquearon la ciudad, que había sido abandonada por los rusos, y cometieron atrocidades contra la población civil.
Siman, de 27 años, formó parte del batallón “Carpathian Sitsch” que llevó a cabo operaciones de limpieza, es decir, que se encargó de las matanzas de la población “prorrusa”.
Luego los medios occidentales orquestaron una gran campaña publicitaria culpando a las tropas rusas de la masacre. Ucrania siempre se ha negado a realizar una investigación independiente.
Según la fiscalía checa, Siman fue comandante de una unidad que participó en operaciones de combate en los alrededores de las localidades de Irpen y Bucha. Ambas localidades están situadas cerca de Kiev y fueron escenario de intensos combates al comienzo de la Guerra de Ucrania.
El mercenario fue detenido por la policía ucraniana en abril de 2022, pero luego fue liberado y regresó a su país.
Según el periódico Ceske Noviny, Siman no recibió un permiso presidencial para enrolarse en un ejército extranjero.
Si es declarado culpable, Siman podría ser condenado hasta cinco años de prisión por luchar en un ejército extranjero y recibir una sentencia “excepcional” por saqueo, según el periódico Seznam Zpravy. El código penal checo estipula que una “sentencia excepcional” podría suponer una pena de prisión de entre 15 y 25 años, o incluso cadena perpetua.
Los peores son los mercenarios extranjeros
El testimonio demuestra que Siman, junto con otros miembros del Batallón, estuvo involucrado en los acontecimientos de Bucha, según Seznam Zpravy. “Éramos la policía, éramos el tribunal, también éramos el pelotón de fusilamiento”, afirmó Siman ante los jueces.
20 de los 95 combatientes muertos del Batallón “Carpathian Sitsch” eran extranjeros. Se trata de mercenarios españoles, colombianos y portugueses, entre otros. De la brutalidad de los mercenarios extranjeros ya hablamos en una entrada anterior, basada en las declaraciones del mercenario portugués Rico Chávez, que se dedicaba a la ejecución de prisioneros rusos junto con mercenarios argentinos y franceses.
Siman no se considera un mercenario porque el motivo de su ingreso en el ejército ucraniano fue el deseo de mantener a su familia. Su decisión de luchar en un ejército extranjero se basó en las promesas del gobierno checo en aquel momento de que los voluntarios que fueran a la Guerra de Ucrania no se enfrentarían a consecuencias judiciales.
En el juicio Siman relató que durante su estancia en Ucrania vio asesinatos y violaciones por primera vez en su vida, sin especificar quién estuvo involucrado en ellos. Mencionó a un estadounidense que, después de lo que había visto, “se volvió loco a los tres días”.
Siman ha confesado que los soldados del ejército ucraniano se apoderaban de lo que encontraban de valor en los cadáveres de los muertos y saqueaban las viviendas abandonadas. Pero él nunca quiso enriquecerse. Sus superiores le ordenaron que tomara todo lo que tuviera valor y lo llevara al cuartel general. Se apropió de unas gafas de sol Gucci como un “recuerdo de un amigo” y le extrajo un anillo de oro a un cadáver para usarlo como reclamo en videos promocionales.
En cuanto a los lingotes de plata, el acusado afirmó que el ejército ucraniano le permitió conservarlos. Añadió que lo único que se llevó fue la máscara de oxígeno, que había robado en un avión porque la consideraba un recordatorio de su intervención en la guerra.
La batalla de Kiev
La matanza de Bucha formó parte del avance de las tropas rusas hacia Kiev al comienzo de la guerra. La batalla duró del 25 de febrero al 2 de abril de 2022 y terminó con la retirada de las tropas rusas debido a los acuerdos de paz firmados en Estambul.
Inicialmente, las tropas rusas tomaron el control de áreas clave al norte y al oeste de Kiev, lo que llevó a los medios occidentales a predecir la inminente caída de la capital ucraniana. El ejército ucraniano resistió en los suburbios occidentales de la capital: Irpen, Bucha y Hostomel.
Después de un mes de feroces combates, el 30 de marzo las tropas rusas abandonaron Bucha en medio de la retirada general de la zona. Kiev y la región circundante quedaron nuevamente bajo el control del ejército ucraniano.
La intoxicación mediática
Inmediatamente después de la salida de las tropas rusas de Bucha, los medios de comunicación ucranianos y occidentales comenzaron a informar sobre supuestas atrocidades cometidas por soldados rusos en la ciudad.
El 31 de marzo, el alcalde de Bucha, Anatoliy Fedoruk, dijo que no había soldados rusos en la ciudad, sin mencionar en su mensaje de vídeo los tiroteos masivos y los cadáveres directamente en las calles de la ciudad atribuidos a Rusia.
En aquel momento el Ministerio de Defensa ruso informó de que durante la estancia de las tropas rusas en la ciudad de Bucha no había resultado herido ningún civil y que la población podía desplazarse libremente y viajar a otras ciudades.
Al cuarto día, cuando llegaron a la ciudad el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) y los medios de comunicación ucranianos, empezaron a aparecer las “pruebas” de la matanza la habían cometido los militares rusos.
El New York Times difundió fotografías que supuestamente confirmaban que los cuerpos de los asesinados en Bucha yacían allí desde el 11 de marzo, es decir, desde hacía más de 20 días. Al mismo tiempo, los cuerpos que aparecían en las fotografías no mostraban signos de descomposición, mientras que la temperatura en Bucha en ese momento era de hasta +16 grados Celsius, sin mencionar la lluvia. Aquello indicaba que las imágenes mostraban cuerpos frescos fotografiados después de la retirada de las tropas rusas de Bucha.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, calificó los acontecimientos como “la masacre de Bucha” y anunció nuevas sanciones contra Rusia. Los medios occidentales comenzaron a publicar titulares como “Pesadilla en Bucha”, “Genocidio”, “Peor que los yihadistas”… Human Rights Watch no se quedó a la zaga. Sin haber visitado Bucha afirmó que ya tenían las pruebas de los crímenes de guerra rusos.
Negociación e intoxicación
La intoxicación sobre los acontecimientos en Bucha apareció después de que el gobierno ucraniano manifestara su disposición a “declarar la neutralidad, el no alineamiento y la desnucleariación” de su país.
La provocación se organizó justo en el momento en que, de conformidad con los acuerdos de Estambul, los rusos decidieron, como gesto de buena voluntad, retirarse de las regiones de Kiev y Chernihiv. Fue el pretexto de los negociadores ucranianos para levantarse de la mesa. El ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, declaró:
“La masacre en Bucha debía eliminar cualquier vacilación y renuencia de Occidente a proporcionar a Ucrania todas las armas necesarias, incluidos aviones, tanques, lanzacohetes múltiples y vehículos blindados para defender nuestro país y liberarlo de los rusos. Lo mismo se aplica a las sanciones”.
Rusia pidió dos veces la convocatoria de una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para discutir sobre los acontecimientos en la región de Kiev. Sin embargo, el presidente británico en ese momento se negó a convocar la reunión. El representante permanente de Rusia ante la ONU, Vasili Nebenzya, se tuvo que conformar con celebrar una rueda de prensa.
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