En Vietnam la clase obrera recurre a las huelgas salvajes (1)

Eric Bell

Las condiciones laborales bajo el capitalismo colonial francés en Indochina (que incluye Vietnam, Camboya y Laos) eran, como es de suponer, terribles. A principios del siglo XX, huelgas y militancia sindical comenzaron a surgir en las grandes industrias, en especial en las plantaciones de caucho, fábricas textiles, puertos y ferrocarriles, al mismo tiempo que el movimiento sindical se desarrollaba. Ello continuó durante la ocupación japonesa de Vietnam durante la Segunda Guerra mundial y la Primera Guerra de Indochina (1946-1954). Estos rechazos al trabajo no fueron iniciados por grupos relacionados con los comunistas de Ho Chi Minh. Existían sindicatos trotskistas y autónomos, así como huelgas salvajes de trabajadores no afiliados, además de las acciones de los grupos afines al Partido Comunista de Vietnam y sus antecesores.

Los acuerdos de Ginebra de 1954 dividieron Vietnam entre el norte “comunista” y el sur anticomunista. El gobierno sudvietnamita legalizó el derecho de formar sindicatos en 1956, aunque en la práctica fueran suprimidos, llegando a la represión manifiesta y al arresto de dirigentes sindicales a principios de los años sesenta. Sin embargo, durante la Segunda Guerra de Indochina y hasta su final en 1975, Vietnam del sur conoció numerosas luchas obreras, incluyendo la huelga general de Saigón de dos días en 1964. Existía un movimiento dinámico, con distintas federaciones sindicales en competencia. Además de la Confederación General del Trabajo (Tong Lien Doan Lao Dong Viet Nam), que recibía el apoyo del norte, la AFL-CIO hizo un gran esfuerzo para construir un movimiento obrero anticomunista en Vietnam del sur, la Confederación General de Trabajadores Trabajo (Tong Lien Doan Lao Cong Viet Nam), apoyados por la CIA y otras Secretarías del Estado norteamericano. Había también otras federaciones sindicales más pequeñas, incluyendo organizaciones católicas y budistas.

Se sabe menos respecto al norte durante éste período. Después de que los comunistas se establecieran en Hanoi, el sector privado del norte, compuesto principalmente de pequeñas empresas, fue sacudido por conflictos laborales, pero desaparecieron en su mayor parte con la introducción de una nueva legislación laboral a mediados de los años 50. Hubo pocas huelgas tras esto, y solamente la federación de sindicatos legales formaba parte del aparato del estado y de su gestión. Los trabajadores gozaban de un elevado nivel de seguridad en el empleo. Una disciplina benévola en el sector estatal hacia que los trabajadores no asistieran al trabajo durante semanas, o durmieran y cocinaran en sus lugares de trabajo, sin ser sancionados. De la misma manera, tenían poca participación en las decisiones de producción.

Tras el final de la Segunda Guerra de Indochina en 1975 y la reunificación del país al año siguiente, Vietnam entró de forma casi inmediata en una crisis económica. Ello llevó al abandono finalmente de la economía planificada y a la adopción de una economía de mercado gracias a las reformas conocidas con el nombre de Doi moi. Las reformas se anunciaron de forma oficial en 1986, pero otras mas pequeñas se venían introduciendo progresivamente desde 1979. El capital extranjero comenzó a entrar en el país hacia finales de los años 80. Desde 1994 hubo alrededor de unas cien huelgas registradas, principal pero no exclusivamente en empresas con participación extranjera.

En Vietnam las huelgas fueron legalizadas en 1994 (al contrario que en China, en donde las huelgas no son oficialmente ni legales ni ilegales, pero son en general consideradas como ilegales). En el curso de los años siguientes a la legalización se registraron un pequeño número de huelgas. Sin embargo, desde mediados de la primera década del 2000 se dieron alrededor de 300 a 500 huelgas anuales, según estadísticas oficiales del gobierno. Estas cifras deben tomarse con precaución, porque no existe definición oficial de huelga y ninguna metodología regularizada para el registro de cifras. La mayoría de huelgas, entre el 60% y el 80% del total anual, se producen en Ciudad Ho Chi Minh y las dos provincias industriales vecinas de Binh Duoing y Dong Nai. Estas tres regiones del sur forman en conjunto el núcleo económico del país. Numerosas zonas industriales y una gran parte del FDI (inversión extranjera directa) que entra en Vietnam están centradas ahí. Aunque las huelgas se dan más frecuentemente en empresas con capital extranjero, se hacen más habituales en las empresas privadas nacionales. Las huelgas en las empresas públicas son más raras, aunque no sean desconocidas. Parecen haber disminuido desde 1995, lo que se corresponde con los procesos de privatización y despido de trabajadores.

Los huelguistas son generalmente jóvenes, mujeres procedentes de regiones rurales, reflejando la composición actual de la clase obrera industrial de Vietnam. Alrededor del 80% de obreros fabriles en las zonas francas de exportación son mujeres jóvenes entre los 18 y los 30 años. La mayoría de los trabajadores abandonaron o salieron de los procesos productivos a finales de los años 30 y regresaron a las zonas rurales, agotados por la intensidad del trabajo de fábrica. Esto se agravó por la imposibilidad de realizar ahorros que permitieran una vida familiar en la ciudad. Y a ello contribuyó el sistema de registro de hogares (ho khau), que hizo el acceso a los servicios públicos en la ciudad difíciles para los emigrantes (similar al sistema hukou de China). Tras regresar a sus lugares natales, numerosos extrabajadores emplearon sus “pensiones” para intentar crear pequeñas empresas o invertir en otros medios de producción, como la compra de una pequeña parcela o de material agrícola.

Pese a la legalización de la huelga, ninguna ha sido nunca legal. Convocar jurídicamente una huelga implica pasar a través de numerosos procesos burocráticos: los trabajadores deben solicitar a un “Consejo de Conciliación Laboral” su demanda de resolución del problema, y luego esperar siete días a una respuesta. Si la respuesta de ese Consejo es insatisfactoria, deben apelar a un “Consejo de Arbitraje” y esperar otros diez días. Si esto sigue siendo insatisfactorio, los trabajadores pueden entonces pedir al sindicato de su centro de trabajo la organización de una huelga. Pero los representantes de los centros de trabajo son menudo también miembros de la dirección de la empresa, y el sindicato está dirigido por el Estado, bajo la Confederación General de Trabajo del Vietnam (VGCL). El comité ejecutivo del sindicato de la empresa decide sobre la huelga e informa de ello a la oficina laboral y al sindicato provincial, comunicando el día en que tendrá lugar la huelga y sus motivos. Esto, claramente, proporciona a la empresa un aviso para que puedan tomar sus medidas y minimizar el impacto.

No es extraño que los trabajadores vietnamitas raramente recurran a ésta vía legal. En lugar de ello, todas las huelgas han sido salvajes. Legalizar las huelgas e instalar un sistema de negociación colectiva (lo que los observadores del espectro político preconizan desde hace tiempo en China) ha fracasado claramente a la hora de frenar la oleada de huelgas salvajes y otras formas de resistencia en Vietnam. En dichas huelgas, los trabajadores se presentan al trabajo por la mañana y rechazar entrar, aparentemente sin aviso previo. Pese a esta apariencia de espontaneidad, estos movimientos están a menudo bien organizados desde antes. Los dirigentes de la huelga ilegal suelen hacer circular hojas anunciando la acción a otros trabajadores. Esas acciones son habitualmente impulsadas por un pequeño grupo de trabajadores, pero al final toda la plantilla se desplaza y se concentra ante la empresa. La gran mayoría de los trabajadores se concentran en torno a reivindicaciones salariales, pero algunas huelgas exigen también un mejor trato, como alimentos en buen estado o más pausas para ir al baño.

A lo largo de los años 90 y en la década posterior, los funcionarios locales del ministerio de Trabajo y del sindicato VHGL acudían inmediatamente a los centros de trabajo, intentando persuadir a los trabajadores para reiniciar el trabajo. Ahora, sin embargo, se muestran más distendidos, permitiendo a los trabajadores y a los gestores intentar resolver el problema por sí mismos. Y a menudo lo hacen con numerosas huelgas que no duran más de uno o dos días antes de negociar rápidamente un compromiso. Si no se alcanza una resolución tras algunos días, los responsables locales del estado y del sindicato se implican y contribuyen a la negociación.

http://chuangcn.org/2017/05/dinh-cong-tu-phat-wildcat-strikes-in-post-socialist-vietnam/

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