En el último número de la revista “Journal of Heredity” los científicos afirman haber descubierto los primeros seres mutantes como consecuencia del escape radiactivo producido en 2011 en la central nuclear de Fukushima, en Japón que obligó a evacuar a más de 50.000 personas de una zona de exclusión de 20 kilómetros alrededor de la planta nuclear y afectó gravemente a la agricultura, la ganadería y la pesca locales.
El diario digital “Science Alert” sintetizó varios estudios sobre los efectos de las radiaciones en Chernobil y Fukushima, observando múltiples mutaciones genéticas en las células reproductivas y un descenso de las poblaciones.
La flora de la región ha quedado notablemente alterada por el escape nuclear y los estudios científicos tratan de determinar los riesgos que implica el consumo de arroz producido en las áreas contaminadas por la radiación que soltó Fukushima.
En 2013 partidas de arroz cultivadas en el municipio de Minami Soma, a 25 kilómetros de Fukushima, habían sido detectadas con más de 100 bequerelios por kilo, el límite máximo impuesto por el gobierno de Japón para autorizar el consumo de cualquier producto. Pero después el gobierno de Tokio aprobó volver a exportar el cereal procedente de las zonas más controvertidas, con destino a Singapur. El arroz fue sacado de la venta, y el Ministerio de Agricultura atribuyó el problema a las tareas de descontaminación y desescombro en torno al reactor afectado que levantaron oleadas de polvo radiactivo que alcanzaron los arrozales.
Las especies que viven en las cercanías de la planta nuclear dañada han sufrido mutaciones en sus células debido a la exposición crónica a la radiación. Cinco meses después del desastre, niveles importantes de Cesio 137 y 134 fueron aislados en atunes cerca de la ciudad estadounidense de San Diego (California). Las cantidades son diez veces superiores a las detectadas en años anteriores. También se encontró un conejo que había nacido sin orejas vagando por las cercanías de la central.
Las conclusiones sobre la fauna muestran una reducción del tamaño y desaceleración del crecimiento, además de anormalidades morfológicas. Las poblaciones de aves, mariposas y cigarras, descendieron en forma vertiginosa.
En 2012 investigadores de la Universidad Ryukyu de Okinawa, Japón, observaron la existencia de un aumento de las mutaciones en el genoma con repercusiones sobre la forma de las alas y los ojos de las mariposas (*). Como consecuencia, los animales tenían los ojos dañados y las alas más pequeñas de lo normal. Los científicos comprobaron que dichas anomalías genéticas se reproducían entre un 18 y un 34 de las ocasiones, en su segunda y tercera generación, pese a haberse apareado con mariposas sanas crecidas fuera de la zona afectada por la radiación.
Hasta ahora los científicos creían que los insectos eran muy resistentes a la radicación, por lo que las observaciones resultaron inesperadas. Las mutaciones se deben al consumo de alimentos contaminados por la radiactividad, pero también a mutaciones en el material genético de los progenitores.
El equipo de investigación llevaba más de diez años estudiando la evolución de la mariposa Zizeeria maha para utilizarla como un indicador ambiental. Previamente se había demostrado que la mariposa es un animal extremadamente sensible a los cambios ambientales.
Dos años después del tsunami falleció Masao Yoshida, el director de la central nuclear durante el escape radiactivo, víctima de un cáncer de esófago. Tenía 58 años de edad.
(*) The biological impacts of the Fukushima nuclear accident on the pale grass blue butterfly, Nature, agosto de 2012, doi:10.1038/srep00570, http://www.nature.com/srep/2012/120809/srep00570/full/srep00570.html