Vania Alleva, presidenta del sindicato UNIA |
En Suiza, la huelga no solo forma parte de los libros de historia. Desde comienzos de la década de 2000, los conflictos colectivos de trabajo han aumentado, afectando a sectores que hasta entonces nunca habían conocido paros laborales.
En noviembre de 1918, Suiza se vio afectada por una huelga general, punto culminante de los violentos conflictos sociales que se habían gestado hacia el final de la Primera Guerra Mundial en varios países europeos. El 12 de noviembre, cerca de 250.000 obreros, entre ellos muchos ferroviarios, respondieron a la llamada del Comité de Olten, compuesto por miembros del Partido Socialista y por sindicalistas.
Todo el país estuvo paralizado por la huelga. Los disturbios más graves tuvieron lugar en Granges, en el cantón de Solothurn, donde el ejército dio muerte a tres huelguistas el 14 de noviembre. Frente a la intransigencia del Consejo Federal, que amenazaba con dar la orden al ejército de disparar a los huelguistas, el Comité de Olten cedió y la gente volvió a sus lugares de trabajo el 15 de noviembre. A pesar de haber durado solamente tres jornadas, la huelga general es considerada hoy como el conflicto social más importante en la historia de Suiza.
La obra “Huelgas en el siglo XXI” está coescrita por la presidenta de UNIA, Vania Alleva, de 49 años de edad, la primera mujer que preside el sindicato, la organización de defensa de los derechos de los trabajadores más importante del país, con 200.000 afiliados. El libro se publica con ocasión del primer centenario de la huelga general, que el sindicato UNIA rememora y preserva con sus emblemáticas huelgas de los últimos años en Suiza.
Con la capitulación de la izquierda se consideró durante mucho tiempo como un fracaso la huelga general de 1918. ¿También ha dejado una herencia positiva?
Vania Alleva: A pesar de haber sido brutalmente reprimido por el ejército, ese movimiento sindical, el más importante en la historia de Suiza, ha fructificado. En los años sucesivos fueron reconocidas numerosas reivindicaciones expresadas en la época: el Seguro de Vejez y Viudedad (AVS), los convenios colectivos de trabajo (CCT), la semana laboral de 48 horas, y también el voto de las mujeres. Se trata de avances importantes de los que, cien años más tarde, todavía se benefician las trabajadoras y los trabajadores en este país.
¿Serían los suizos aún capaces de hacer valer sus intereses en una acción colectiva de esta envergadura?
V.A.: Las condiciones para una movilización de estas características no se dan en la actualidad. No obstante, asistimos desde hace una veintena de años a un resurgimiento de los conflictos sociales en Suiza. Mientras la huelga había prácticamente desaparecido después de la Segunda Guerra Mundial, ha vuelto a encontrar su razón de ser como instrumento de lucha legítima en manos de los asalariados. Y no solamente entre los obreros del sector de la construcción o de la industria, que conocen una vigorosa tradición de movilización: cada vez más alcanza también a los trabajadores de cuello blanco, poco acostumbrados a luchar colectivamente por sus derechos.
¿Por qué?
V.A.: Durante las décadas de la posguerra, con una buena coyuntura, fue posible lograr avances en la mesa de negociación. Pero desde la crisis económica y el giro neoliberal de los años 1990, la colaboración social se ha visto muy lastrada. La patronal se ha debilitado, se mantiene firme en posiciones más ideológicas y muchas veces ya no está arraigada en la cultura de la cooperación social suiza.
Por eso, muchos empresarios ya no reconocen a las trabajadoras y a los trabajadores como socios con quienes negociar en condiciones de igualdad. Esta situación aumenta las tensiones y a veces es necesario recurrir a la huelga para obligar a los patronos a sentarse a dialogar.
https://www.swissinfo.ch/spa/100-a%C3%B1os-desde-la-huelga-general-suiza/43871816