Los documentos capturados por los piratas informáticos a la Agencia Europea del Medicamento (EMA) suman casi 900 folios de intercambios de correos electrónicos de los cabecillas de la EMA, informes confidenciales del personal científico y presentaciones de Pfizer en noviembre del año pasado.
Entre otras cosas revela las discusiones internas de la UE, en un ambiente bastante tenso, a veces incluso desagradable, centrado en la evaluación de las vacunas de Pfizer y Moderna que la UE iba a comprar a pesar de que se habían planteado problemas. Por ejemplo, había preocupantes diferencias cualitativas entre los lotes comerciales y los utilizados en los ensayos clínicos.
En la carrera por los resultados y para pasar más rápidamente de la fase clínica a la fase comercial, se modificaron los procesos de fabricación, lo que supuso cambios en la composición de las vacunas con una reducción del nivel de ARN de hasta el 30 por ciento, un truncamiento que la EMA calificó en privado el 23 de noviembre como “punto de fricción”.
Los desacuerdos se discuten en voz baja. Una captura de pantalla de un correo electrónico intercambiado el 30 de noviembre entre la EMA y los fabricantes es reveladora: “Estas cuestiones se consideran críticas, especialmente en el contexto de la novedad de este tipo de productos y la limitada experiencia; por lo tanto, se espera una estrategia de control más estricta”.
La EMA asegura que el problema de calidad se resolvió posteriormente y que es “poco probable” que estas moléculas de ARN truncadas puedan traducirse en proteínas o péptidos, y causar así efectos adversos.
Por su parte, la Comisión Europea afirma que esas discusiones “nunca han atentado contra la independencia de la agencia y nunca han interferido en modo alguno en la integridad de la misión de la EMA con respecto a la evaluación de las vacunas candidatas u otros medicamentos”.
El 16 de enero el diario Le Monde publicó una investigación bajo el título: “Lo que dicen los documentos sobre las vacunas anti-Covid-19 robadas a la Agencia Europea del Medicamento”. En la misma participaron periodistas italianos, alemanes, holandeses y suizos y estaba firmado por la periodista francesa Lise Barnéoud que expresó una sospecha: “Los datos robados, difundidos después en la Dark Web, muestran la presión a la que se enfrentaba la agencia para aprobar la vacuna de Pfizer-BioNTech lo antes posible”.
El 10 de febrero la eurodiputada Manon Aubry, copresidenta del grupo “Izquierda Unida Europea/Izquierda Verde Nórdica”, dijo que el contrato firmado por Europa para el suministro de vacunas. Los diputados electos no pueden saber lo que contiene porque la mayoría de las líneas están tachadas para ocultar el texto.
Los ciudadanos europeos tienen dudas sobre las vacunas contra el coronavirus, añadió, porque la Unión Europea se ha doblegado ante las empresas farmacéuticas. “Los dirigentes de las grandes farmacéuticas han hecho la ley por ustedes”, sentenció.
En otras palabras, en Europa quien ha autorizado las vacunas no es la Agencia Europea del Medicamento, sino las empresas farmacéuticas que las venden y no se responsabilizan de sus consecuencias.
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