El Papa de Roma acaba de regresar de su periplo por Asia, donde ha visitado Filipinas y Sri Lanka. Hacía 20 años que un Papa no visitaba esos países. Hace seis meses estuvo en Corea del sur, un país que el Vaticano tampoco visitaba desde hacía 25 años.
El interés de la diplomacia católica por Asia corre paralela a su crisis en Europa, sacudida por los escándalos financieros y sexuales. En el viejo continente el número de sacerdotes y seminaristas ha disminuido un 20 por ciento en los últimos 25 años. El Vaticano está pidiendo a sus misioneros que regresen a sus países de origen.
Por el contrario, Asia es una apuesta de futuro. El Papa tiene puestos los ojos en la pujanza económica del continente. Pese a ser una minoría, en Asia hay un crecimiento sostenido del catolicismo. El aumento del número de sacerdotes en los últimos 25 años ha sido del 60 por ciento.
Dos terceras partes de los católicos asiáticos viven en Filipinas, donde son mayoría gracias al colonialismo español.
Pero el catolicismo está muy desprestigiado en Asia, por su estrecha asociación con las conquistas coloniales. Durante la expansión europea, el catolicismo trató de impedir la resistencia, a costa de que los pueblos de Asia perdieran su identidad cultural y nacional.
Los indígenas convertidos al catolicismo fueron los únicos que se opusieron a las huelgas y a las luchas de liberación, especialmente en Filipinas, que el Vaticano utilizó como campo de pruebas para su expansión en Asia. En las Islas el catolicismo se impuso a sangre y fuego en el siglo XVI, matando a todos aquellos que rechazaron la nueva religión.
En Vietnam los católicos son actualmente un 10 por ciento de la población. Los procedimientos de penetración estuvieron ligados al colonialismo francés. Los misioneros estuvieron dirigidos por Alejandro de Rodas y en pocos años llegaron a incorporar a 80.000 prosélitos con la consigna de infiltrarse entre las clases dominantes para acelerar el proceso de expansión religiosa. Este procedimiento provocó numerosas y sangrientas luchas políticas.
En Asia el catolicismo siempre estuvo asociado al colonialismo. En el siglo XVII los católicos se agruparon en torno a los jesuitas de la Sociedad de las Misiones Extranjeras, con sede en París para tratar de derrocar al rey de Tailandia. La tentativa provocó una insurrección budista que expulsó a los católicos del país.
No es casualidad que todos los jefes de los regímenes pro-imperialistas en Vietnam desde Ngo-Dien Diem a Nguyen Van Thieu durante la guerra de liberación fueran católicos. De ahí que los católicos vietnamitas sean vistos con enorme recelo por el gobierno de Vietnam, que no mantiene relaciones diplomáticas con el Vaticano.
El catolicismo sólo logró imponerse en los países que practicaban el budismo mahayana, mientras que en los países de budismo hinayana fracasaron. Utilizaron los mismos métodos que hoy emplean las «revoluciones» de colores.