En 2014 la Casa Blanca anunció su compromiso de no volver a usar nunca una campaña de vacunación como tapadera en una operación de espionaje. Nunca lo hicieron, pero por si acaso prometieron que no lo volverían a hacer.
En enero de 2013 los rectores de 16 institutos de salud pública de Estados Unidos escribieron a Obama protestando por el recurso a un programa de vacunación de hepatitis en Abbottabad (Pakistán), donde se escondía Osama Bin Laden, para lograr muestras de ADN que permitieran saber si allí estaba el cabecilla de Al Qaeda.
La Casa Blanca no reconoció los hechos, pero garantizó que la CIA no volvería a utilizar falsas campañas de vacunación.
Antes del supuesto asesinato de Bin Laden en mayo de 2011 en Abbottabad, la CIA utilizó al médico paquistaní Shakil Afridi en una operación de vacunación encubierta en las cercanías del recinto en el que se refugiaba el dirigente de Al Qaeda, para tomar muestras de ADN que permitieran establecer que había familiares de Bin Laden en la zona.
Anteriormente Afridi había participado varios programas de vacunación financiados por Estados Unidos. En enero de 2012 funcionarios estadounidenses admitieron públicamente que el médico había trabajado para sus servicios de inteligencia.
La operación de vacunación en Abotabad fracasó y el médico-espía fue condenado a más de 30 años de cárcel en Pakistán por traición. Estados Unidos salió en su ayuda redujo la ayuda a Pakistán por en 33 millones de dólares: un millón por cada año de cárcel.
Luego las presiones diplomáticas lograron que su sentencia fue revocada. En Estados Unidos el médico es un héroe y en su campaña electoral de 2016 Trump prometió que lograría su liberación a los “dos minutos” de ser elegido. No ha sido así.
La falsa campaña de vacunación llevó a que se extendiera la desconfianza hacia cualquier grupo de médicos o enfermeros que pretendían programas de inmunización.
El fraude que representaba el doctor Afridi fue revelado en 2011, tras la muerte de Bin Laden, por un periódico británico y confirmado por el entonces director de la CIA Leon Panetta. La exposición a la luz pública de la estratagema llevó a que varios grupos de aldeanos de las zonas tribales en la frontera afgana y grupos de talibanes dieran por abierta la veda contra los trabajadores sociales que llevaban a cabo campañas de vacunación, acusándolos de espías. En su momento, la OMS (Organización Mundial de la Salud) reconoció que la treta de la CIA había sido un duro revés para sus campañas.
El uso de espías camuflados en misiones sanitarias ha sido un obstáculo importante para conseguir llevar la vacuna a algunas zonas de países como Afganistán, Pakistán o Nigeria. Tras destapare el caso Afridi, hubo varios ataques al personal sanitario en Pakistán y Nigeria, con un par de decenas de muertes.
El recelo a estas campañas sanitarias no es nuevo. En 2004 hubo un parón en las actividades de vacunación al norte de Nigeria. Los grupos islamistas denunciaron que los fármacos producían esterilidad en la población, lo que se interpretó como un intento de las potencias occidentales para reducir el auge demográfico del país.