El Tribunal Penal Internacional exonera a Estados Unidos de los crímenes cometidos en Afganistán

El Tribunal Penal Internacional, como ya hemos repetido en otras entradas, lo crearon las grandes potencias para someter a los países del Tercer Mundo, que ya estaban bastante sometidos por otro tipo de procedimientos.

Es una empresa neocolonial que fuera de Europa adolece de una absoluta falta de credibilidad, porque no está para juzgarse a sí mismo, es decir, para airear los crímenes de las grandes potencias, como los que han cometido en los 20 años de ocupación militar de Afganistán.

El Tribunal llevaba ya 15 años investigando los crímenes de guerra en Afganistán y hasta ahora no había sido capaz de dar un palo agua. Sin embargo, el 27 de septiembre el fiscal Karim Khan anunció su intención de investigar los crímenes de guerra cometidos en Afganistán… por los talibanes excluyendo los cometidos por las fuerzas estadounidenses y sus aliados.

El lacayo Khan dice que ha decidido “centrar las investigaciones de [su] oficina en Afganistán en los delitos presuntamente cometidos por los talibanes y el Estado Islámico en la provincia de Jorasán, en detrimento de otros aspectos de la investigación”.

En 2016 un informe del Tribunal afirmaba que existe una “base razonable” para creer que Estados Unidos cometió crímenes de guerra en Afganistán.

Al año siguiente la antigua fiscal jefe, Fatou Bensouda, expresó su intención de comenzar a investigar las acusaciones de crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra y abrió un plazo para presentar de alegaciones en nombre de las víctimas, dando sólo dos meses para recoger y presentar pruebas.

La organización CAGE presentó relatos de primera mano y pruebas médicas sobre el atroz trato de los prisioneros por parte de las fuerzas estadounidenses, incluyendo homicidios, violaciones y torturas brutales.

La investigación fue rechazada por Estados Unidos, que no dio crédito al Tribunal. “Dejaremos que el Tribunal Penal Internacional muera por sí solo. Al fin y al cabo, por así decirlo, ya está muerto para nosotros”, dijo John Bolton, asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos enntonces.

“Prohibiremos que sus jueces y fiscales entren en Estados Unidos. Sancionaremos sus activos en el sistema financiero de Estados Unidos y los perseguiremos en el sistema penal de Estados Unidos. Haremos lo mismo con cualquier empresa o estado que contribuya a una investigación deel Tribunal Penal Internacional sobre los estadounidenses”, añadió.

El año pasado Trump cumplió esas amenazas y sancionó a varios funcionarios del Tribunal. La investigación también se suspendió después de que el depuesto gobierno de Kabul declarara que investigaría las acusaciones de crímenes de guerra por sí mismo.

Fue sorprendente, ya que el gobierno afgano respaldado por Estados Unidos fue descrito como una “cleptocracia autoorganizada” que torturaba habitualmente a los prisioneros y cometía abusos sexuales. Estaba claro que nadie rendiría cuentas por los crímenes cometidos por las fuerzas estadounidenses y sus aliados en Afganistán.

Un Tribunal sumiso que sabe quiénes son sus jefes

El Tribunal Penal Internacional nunca ha pedido cuentas a los Estados poderosos. En 2020 concedió el “beneficio de la duda” a Reino Unido por los crímenes cometidos en Irak, a pesar de que “indudablemente hay pruebas de que se cometieron crímenes de guerra”, dijo entonces el Tribunal.

Publicó un informe de 180 páginas en el que se documentan los malos tratos infligidos a cientos de detenidos irakíes por soldados británicos entre 2003 y 2009. Los prisioneros fueron golpeados hasta la muerte, abusados sexualmente y violados.

El informe también concluye que “las medidas iniciales adoptadas por las autoridades británicas para investigar las acusaciones parecen haberse visto empañadas por una falta de independencia e imparcialidad incompatible con la intención de llevar a los implicados ante la justicia”.

A pesar de ello, el Tribunal decidió no emprender ninguna acción contra Reino Unido, alegando que no podía establecer si éste había actuado para proteger a los soldados de la persecución.

Por el contrario, el Tribunal Penal Internacional es implacable a la hora de perseguir a los criminales africanos. Tiene unos 30 casos pendientes, siete acusados bajo su custodia y cuatro condenas hasta la fecha. Todos son del continente africano. Por el contrario, no pide cuentas a las potencias occidentales por las aproximadamente 900.000 personas asesinadas en el mundo musulmán como consecuencia de las guerras posteriores a 2001.

Farsa judicial en La Haya

El nuevo fiscal no sólo ha decidido ignorar los crímenes de guerra cometidos por Estados Unidos, sino que también quiere centrarse en el nuevo gobierno de Kabul, es decir, en los talibanes. Muchos verán esta decisión como algo político y como un intento de aumentar la presión sobre el Emirato Islámico de Afganistán.

Esto se produce en un contexto más amplio en el que las instituciones internacionales también parecen hacerlo. En cuanto Estados Unidos se retiró de Kabul, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional suspendieron la ayuda a Afganistán. Estados Unidos, por su parte, congeló la mayoría de los activos del país que se encontraban en la Reserva Federal de Nueva York.

La parte militar de la guerra en Afganistán ha terminado y ha finalizado con la histórica derrota de Estados Unidos. Sin embargo, parece que parte de la comunidad internacional está decidida a librar una guerra económica y diplomática contra Afganistán, poniendo en peligro a los afganos de a pie en un país que ya está al borde de la inanición.

Al conocer la decisión del fiscal, uno de los afganos que presentó pruebas de su brutal tortura por parte de Estados Unidos dijo: “Se suponía que el Tribunal era una herramienta para detener los desastres humanitarios, no para ayudar a crear otros nuevos. ¿Dónde están esos derechos humanos de los que se habla? Para los afganos, no había derechos humanos en [la prisión estadounidense de] Guantánamo, ni en Bagram [base estadounidense en Afganistán], y tampoco los hay en La Haya”.

Será difícil que alguien se lo discuta.

Arnaud Mafille https://www.middleeasteye.net/opinion/afghanistan-us-war-crimes-whitewashing-icc

comentarios

  1. «La Sociedad de los Amigos del Crimen» de Sade
    y su Exácta Replica: la Union de $átrapas Americanois

    «El orbe en el que existimos representa la Absoluta Negación
    que, históricamente hablando, la primera ofensiva coherente
    de su representación fue la del Marqués de Sade»

    En el libro «The Rebel» –«L’Homme révolté»–, Vintage Books, New York, 1956, Albert Camus nos hace una descripción sinóptica de «La Sociedad de los Amigos del Crimen» , de Donatien Alphonse François, Marqués de Sade, que nos parece muy interesante y que encaja, como piezas entrelazadas, en el funcional holograma ideológico-doctrinario del imperium yanqui, hoy por hoy, el Cabecilla de los Crimenes y el Terror en el Mundo, CCTM, como la política indispensable que sus 800 -o las que sean- bases militares en el orbe y sus omnipresentes intereses económicos, geopolíticos y policíacos que su Global Panopticon demanda y exige para el mantenimiento hegemónico de su ya derrumbada supremacía.
    Nosotros hemos llamado a ésta nefasta red imperial «La Société des Amis du Crime» de Sade, y no por hiperbólico radicalismo ni por sectarismos de ningúna clase, sino porque, como veremos a continuación, la exégesis de Albert Camus al respecto de «La Société…» es una exácta replica del «modus operandi» de la Union de $atrapas Americanos, –valga el logotipo– en el mundo….
    https://sisifocansado.blogspot.com/2012/05/la-sociedad-de-los-amigos-del-crimen-de.html
    (May 31, 2012)
    –Ni que decir tiene que es totalmente coherente que cualquier Tribunal del presente exonere de todos sus crímenes a la «Sociedad de los Amigos del Crimen», a los Hostis Humani Generis, a los Enemigos del Género Humano, que hoy representan los blasfemadores del «In God We Trust» porque son estos «creyentes» los que tienen intimidada y amordazada a la humanidad en sus bases jurídicas y moral.

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