Las presiones de Estados Unidos obligan a Turquía a sumarse al embargo contra Irán y se queda sin el petróleo.
Turquía pone el ojo en el petróleo libio y consigue aprovisionarse gracias a un acuerdo con el gobierno de Sarraj y, sobre todo, con las milicias de Misrata y Fajr Libia que tienen sus propias terminales de producción y almacenamiento: Zawiya y Sirte. Italia se aprovisiona por esta misma vía.
La gestión del petróleo libio está, al menos nominalmente, en manos de la NOC (Compañía Nacional de Petróleo de Libia), que debe cumplir el embargo de armas de la ONU, desembolsando fondos sólo para el uso civil del gobierno de Sarraj.
Las tropas de Haftar capturan Sirte y bombardean la terminal de Zawiya, dando un golpe a las importaciones petrolíferas turcas.
Los ataques de Haftar están respaldados por Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Francia. En este grupo se puede situar también a Rusia.
Recientemente Argelia ha comenzado a apoyar al gobierno de Sarraj.
Tras la caída de Sirte, las fuerzas de Haftar se acercan a Trípoli y Sarraj se encuentra al borde del colapso, lo mismo que Turquía. Erdogan anuncia el envío de tropas a Libia y Argelia promete cerrar la frontera occidental.
Estados Unidos queda completamente fuera de juego. Alemania convence a Rusia de que gestione un alto el fuego porque, aunque está enfrentada a Turquía en Siria y en Libia, mantiene todos los canales abiertos con Erdogan, por un lado, y con Haftar por el otro.
En la reunión de Moscú no aparecen problemas con Turquía, pero Haftar se resiste porque ve una victoria inminente. Por presiones de Alemania y Rusia, acepta el alto el fuego, pero no lo firma y, finalmente, se marcha de Moscú dando un portazo.
A partir de aquí todo son conjeturas. Hay un alto el fuego de facto, pero el punto fundamental está en el petróleo, no sólo en el libio sino en los grandes yacimientos del Mediterráneo oriental.
Rusia reconoce -implícitamente- el acuerdo petrolífero entre Libia y Turquía, mientras que Egipto, Grecia, Israel, Chipre y Francia se consideran marginados.
El otro punto fundamental es que basta con que Rusia esté participando en Libia para que Estados Unidos juegue a la contra. Haga lo que haga Rusia, en Washington se van a oponer y pueden desatar provocaciones para arruinar cualquier acuerdo.