Ya saben los temas que les gusta a los portavoces del imperialismo en este tipo de eventos: un cambio de dirección, una brutal lucha de facciones en su interior, pero sobre todo el titular de la revista Time, apoyado en esas “fuentes de alto nivel” que nunca aparecen para nada y que pronosticaban un “golpe de Estado inminente”.
En el caso de Vietnam, el Primer Ministro Nguyen Tan Dung es el favorito de los medios de intoxicación porque es un enemigo acérrimo de China, por lo que podría pasar por un “nacionalista”, de no ser porque, paralelamente, es partidario de abrir el mercado interior a los buitres imperialistas.
A alguien así el New York Times le califica de “carismático”, frente a los demás, ese tipo de políticos hoscos, duros y antipáticos, cortados de viejos patrones stalinistas. La revista Times postula a su estrella Dung para ocupar el lugar de Nguyen Phu Trong, que es el contrapunto con el sacan a pasear la gastada terminología soviética de la Guerrra Fría. En fin, a diferencia del anterior, Trong es un “apparatchik conservador” cuya única obsesión es mantenerse en su cargo al frente del Partido Comunista.
Lo mismo que China y otros países de Extremo Oriente, Vietnam vive una etapa de esplendor económico, con un crecimiento del PIB cercano al 7 por ciento anual el pasado año. Su comercio exterior es espectacular. El año pasado las exportaciones crecieron un 8 por ciento.
Incluso el FMI ha destacado el espectacular avance del país. El proyecto del Partido Comunista es elevar la renta per capita de los actuales 2.170 dólares a los 3.500 en 2020, lo cual resulta ya un bocado muy apetecible para los monopolios, que presionan para abrir el mercado financiero, el de telecomunicaciones y las minas en los términos exigidos por el Tratado Trans-Pacífico, que es similar al Trans-Atlántico.
Desde hace medio siglo, a pesar de la guerra contra Estados Unidos, las relaciones con China, el mayor socio comercial de Vietnam, son uno de los elementos clave de la evolución de Vietnam. La prensa china, incluida la del Partido Comunista, se ha burlado de las especulaciones de los imperialistas sobre un inminente golpe de Estado.
Confunden sus deseos con la realidad, viene a decir el diario Global Times que, sin embargo, reconoce que “fuerzas externas” se están infiltrando en la sociedad vietnamita para desestabilizar, un desafío a largo plazo que no impedirá a los dirigentes de Hanoi “seguir inquebrantables en la vía socialista”.
Global Times analiza también la política exterior de Vietnam en el Pacífico, un escenario clave, tanto para China como para los intereses de Estados Unidos. Habla de que, a pesar de las importantes divergencias con China, mantiene una política equilibrada y una cooperación bilateral amistosa con su vecino del norte.
El otro lado de la ecuación son Estados Unidos, en donde hay que tener en cuenta a los refugiados que huyeron en 1975 tras la liberación del país, que desempeñan el mismo papel siniestro que los gusanos cubanos de Miami en relación a las relaciones con La Habana.
Los gusanos vietnamitas aún sueñan con derrocar al gobierno de Hanoi por la fuerza y están ligados a las mismas fuerzas reaccionarias y siniestras de Washington.
El Congreso del Partido Comunista sigue, pues, una línea de continuidad ya trazada desde hace tiempo y no cabe esperar los sobresaltos que les gustaría a los imperialistas. Cuestión diferente es que la situación en el Pacífico se agudice, como cabe esperar, y que Estados Unidos y China eleven la tensión a un nivel superior. Eso supondría que ambos presionarían a los países de la región, entre ellos Vietnam, para que tomen partido.
Pero la resolución de los problemas entre Vietnam y China también depende de la capacidad que muestre China para ganarse a países como Vietnam. Para ello deberá hacer concesiones territoriales en el cúmulo de litigios que hay en el Mar de China Meridional.