De 2004 a 2012 el Pentágono financió con varios millones de dólares un programa de espionaje en Corea del norte encubierto bajo la acción de la referida ONG.
Para el imperialismo Corea del norte es uno de los objetivos prioritarios de penetración y, al mismo tiempo, uno de los más difíciles.
Cuando en diciembre de 2004 el Pentágono inició su programa de espionaje, la ONG cristiana, dirigida por Kay Hiramine ya enviaba ropa y medicamentos a Corea del norte por vía marítima. Se trataba de probar la capacidad de la ONG para infiltrarse en el país exportando biblias.
El espionaje militar estimaba que introducir biblias en Corea de norte era muy difícil, ya que el país no admite la penetración imperialista a través del protestantismo. Si Kay Hiramine lo lograba, el Pentágono sabría que la podría utilizar como método para introducir luego equipos ópticos de grabación.
El Pentágono quería utilizar a la ONG para introducir distintos tipo de material militar para “preparar el terreno” con vistas a un guerra entre ambos países.
Según Sam Worthington, presidente de InterAction, una organización que agrupa a 200 ONG estadounidenses, utilizar una ONG y trabajadores humanitarios para espiar es “inaceptable” y constituye una “violación del derecho internacional”.
El sitio independiente NK News, especializado en Corea del norte, ha puesto en duda la veracidad de la información que suministra The Intercept. Para ello utiliza los testimonios de cuatro miembros de ONG que han trabajado en Corea del norte, quienes consideran que es imposible introducir biblias en el país asiático desde Estados Unidos.