Según los mareógrafos, el nivel del mar está subiendo a un ritmo de entre 1 y 1,52 milímetros al año, aunque los registros satelitales indican un aumento bastante mayor, unos 3,2 milímetros al año, una diferencia que hoy la ciencia no es capaz de explicar satisfactoriamente.
En otras palabras: harán falta mil años más para que el mar suba entre 1 y 3 metros sobre el nivel actual y, naturalmente, que la subida no pare nunca a lo largo del milenio.
Lo más significativo de las mediciones es que en los últimos 8.000 años el ritmo de subida del nivel de los mares se ha desacelerado y en el siglo pasado siguió desacelerándose aún más. Desde 2002 la velocidad se ha reducido casi un tercio y desde 2004 aún más claramente: un 44 por ciento menos (1).
No haría falta indicar bibliografía porque así lo admite el IPCC en su informe de 2007: “No se ha identificado ninguna aceleración a largo plazo del nivel del mar utilizando únicamente datos del siglo XX”, algo que reitera en el de 2013: “Es probable que el GMSL [nivel medio general del mar] haya aumentado entre 1920 y 1950 a una tasa comparable a la observada entre 1993 y 2010”.
Un artículo firmado por dos de los principales redactores de los informes del IPCC sobre este punto abunda en la misma conclusión: “La tasa de GMSLR no fue mucho mayor durante los últimos 50 años que durante el siglo XX en su conjunto, a pesar del aumento de las fuerzas antropogénicas” (2).
Este fenómeno demuestra que el aumento del nivel del mar tiene un origen natural, ajeno por completo a las actividades industriales. La desaceleración se debe principalmente a la disminución de la expansión térmica del océano en el Pacífico durante el último decenio, que forma parte de la variabilidad a escala decenal del Pacífico.
Además, hay otro dato fundamental a tener en cuenta: el aumento del nivel del mar es, sobre todo, un fenómeno local relacionado con el hundimiento de la costa porque hay que tener en cuenta ambos factores, el mar y la tierra, donde este último cambia más rápidamente que el otro.
Donde se conocen civilizaciones muy antiguas, como en el Mediterráneo, es muy fácil comprobarlo. Con un simple equipo de buceo, un turista puede contemplar ciudades costeras hundidas por las aguas desde hace miles de años.
Ya hemos expuesto aquí los efectos de las mareas altas en ciudades emblemáticas, como Venecia y lo mismo ocurre en Miami, construida sobre piedra caliza blanda y en donde, por lo tanto, el suelo se hunde más rápidamente.
En una serie futurista que se emite en la televisión de Estados Unidos, la información meteorológica asegura que “la parte sur de Miami está bajo las aguas”. La película está financiada por organismos significativos, como el Canal meteorológico de Estados Unidos, el ARD alemán y el japonés NHK para dar la impresión de que no es ficción sino que tiene algún componente verosímil por alguna parte.
En la chapuza se involucró hasta la Organización Meteorológica Mundial, que invitó a conocidos presentadores de la televisión gringa para decir que el “escenario es imaginario pero realista en un mundo en calentamiento”.
Todo un lavado de cerebro en el que no basta la seudociencia sino que se ven obligados a añadir guiones de televisión absolutamente inventados. “Imaginario pero realista”. Casi parece real.
(1) https://doi.org/10.1016/j.gloplacha.2013.11.001
(2) https://doi.org/10.1175/JCLI-D-12-00319.1
Ritmo de aumento del nivel de las aguas en milímetros por año |
Más información:
– La inundación de Venecia no se debe a una subida del nivel de las aguas causada por un aumento de las temperaturas