El ‘neoliberalismo’ llega al Ministerio ruso del Interior

Karine Bechet-Golovko

Ayer (11 de abril) por la tarde, cayó la noticia como un trueno: Rusia aplicará las reformas institucionales neoliberales de lucha contra la droga y la inmigración, propuestas por organismos internacionales y transmitidas, principalmente, por Kudrin.

Como en Ucrania, Rusia creará también una Guardia Nacional, basándose en el modelo norteamericano. Trataremos en detalle este error estratégico de poder que supone el riesgo de graves consecuencias para el país.

Putin anunció dos tipos de reformas tan importantes una como otra, pertenecientes a una misma lógica antiestatal. El Comité Antidroga y el Servicio Federal de Inmigración serán suprimidos y volverán al seno del Ministerio del Interior con el modelo de dar un paso adelante y dos atrás. En cuanto a las Fuerzas Interiores, tradicionales en Rusia desde la época soviética, serán sacadas del Ministerio de Interior, y sobre su base se formará una Guardia Nacional, autónoma, con el modelo norteamericano o, más bien, ucraniano.

Una especie de “ucranización de Rusia” se ha apoderado del poder, como si Ucrania no sufriera un atraso sino que avanzara. Se convierte en el modelo de desarrollo para su “cercano extraño”, que es en lo que se ha convertido ahora Rusia. Todo es cuestión de en dónde está el centro de decisiones.

En la época soviética las Fuerzas Especiales, militarizadas sin ser militares, dependían del Ministerio del Interior para establecer la seguridad en el interior del país en caso de grave peligro. Es cierto que este sistema no existe en Estados Unidos, que contempla una Guardia Nacional, independiente y directamente ligada al Presidente.

Esa es la reforma anunciada ayer por el presidente ruso. Deben proteger al país contra el terrorismo, Lo que es divertido es que, como subraya la web de la BBC, no hay creación de nuevas funciones, porque esas mismas funciones se venían ejerciendo por el Ministerio del Interior. Pero esto es mucho mejor, claro ¡Es el sistema norteamericano! Que la BBC defienda este punto de vista es normal, normas de guerra; que el presidente ruso lo repita es más extraño.

Se notará también la similitud con la Guardia Nacional ucraniana, que ha tenido un recorrido más que movido. Señalemos su primera creación en 1991, justo antes de la caída de la URSS, lo cual no da mucha confianza. Luego la volvemos a encontrar de forma militarizada, después del Maidan.

La inspiración de las reformas procede de las mismas fuentes siempre. En 1991; en Ucrania en 2014. Y en 2016 en Rusia. Esto hace reflexionar.

La reforma de la lucha contra la inmigración y la droga

En cambio, el ministerio del Interior recupera las funciones del FMS (Servicio de Inmigración) y del Comité Antidroga. Pero los efectivos del FMS se disminuirán en un 30%, lo que ciertamente refuerza su eficacia, dada la extensión del territorio ruso. Desde luego es cierto que la inmigración no es hoy un auténtico problema y la web del Kremlin anuncia en primera página que Rusia es un país tradicionalmente acogedor para los emigrantes. Se va a rizar el rizo. Y también aquí, además del peligro nacional que representa esta reforma, tiene un carácter totalmente absurdo y contraproducente.

En un principio, el Ministerio del Interior ejercía funciones de lucha contra la droga y el control de la inmigración. Por motivos de eficacia, a principios de los años 2000, fueron independizadas, bajo el modelo de las Agencias Estatales. Es decir que, jurídicamente, son órganos públicos, dependientes del Ejecutivo, pero dotados de un grado de independencia que es diferente según la forma jurídica.

Por ejemplo, el Comité Antidroga se creó por un decreto del presidente Putin el 11 de marzo de 2003, y el FMS el 9 de marzo de 2004, también por decreto del presidente. La explicación era la profesionalización, la menor corrupción y la mayor eficacia. Por consiguiente, la reforma pone fin a la independencia y por ello a la existencia de estas estructuras que vuelven al seno del Ministerio del Interior, si bien guardando una cierta autonomía. Veremos.

¿Por qué volver a estas reformas que, tras una decena de años, han acabado por integrarse en el paisaje institucional ruso y funcionan bastante bien?

Tomemos por ejemplo, el Comité Antidroga. En 2014, alrededor de 5.000 asuntos fueron enviados a la justicia, y 6.000 en 2015. Sabemos que cerca de un cuarto de los asuntos penales está relacionado con grupos criminales, que exceden las fronteras del país. En 2015, más de 14.000 asuntos fueron resueltos por las estructuras de mantenimiento del orden: más de 11.000 por el Comité Antidroga, cerca de 2.000 por el Ministerio del Interior y el resto por otras estructuras. Más de 13.000 criminales fueron condenados en 2015, dos tercios de ellos gracias al trabajo del Comité Antidroga. Como no estoy para hacer publicidad de este órgano, me paro aquí, porque está suficientemente claro.

Si la eficacia de estos órganos no está en cuestión, ¿qué es lo que sucede? ¿razones presupuestarias, como se ha dicho? ¿Y cuánto cuesta el tráfico de droga, la inmigración clandestina, la economía paralela, etc.? Esta reforma, incluso en el plano financiero, va a costar muy cara a Rusia.

Los meandros de la reforma. Reformar por reformar

Este tipo de reformas se ha convertido en una técnica muy clásica en el espacio ex soviético tras la caída de la URSS. Con la excusa de la “democratización”, es muy importante poner a los Estados en una situación de permanentes reformas, reformar por reformar. Por dos razones: en primer lugar, toda reforma necesita un tiempo para funcionar. Luego, porque un Estado que está reformando continuamente no puede estabilizarse, ni por tanto reforzarse. Los Estados bajo tutela están también en situación de dependencia, de forma parecida a los drogados, a los que se alimenta regularmente.

Se ha visto el mismo intento con la Comisión de Investigación. Fue una creación dirigida contra la Fiscalía, que desagradaba intensamente a los organismos internacionales, pero que tenía como función principal el control de la legalidad, defendiendo los intereses de los individuos, gratuitamente contra la Administración. Acabemos con ella, es soviética, ya molesta por principio. Por tanto se creó un Comité de Investigación en 2007, para debilitar, en la clásica lógica de divide y vencerás. Tras muchos años de difícil puesta en marcha e integración en el sistema institucional, al final ha tomado las riendas y se ha convertido en una institución eficaz. Por lo tanto se ha lanzado un movimiento para anularla. Lógico. En esa lógica, lo es.

Lo importante es reformar, no importa qué ni importa cómo. En cuanto un órgano se hace eficaz, hay que reformarlo. Para desestabilizar, debilitar y mantener controlado el sistema estatal.

Para llevar a cabo esto, es importante encontrar las personas apropiadas e interesarlas en un mayor poder. Por ejemplo, en Armenia, para romper la Fiscalía se ha puesto al antiguo Fiscal General a la cabeza de la Comisión de Investigación. Finalmente, no ha luchado contra su creación, sino que lo defiende. Aquí, a la cabeza de la Guardia Nacional rusa, está V, Zolotov, que fue colocado hace poco al mando de las Fuerzas Especiales. Como información, V. Zolotov era el guardaespaldas de Yeltsin cuando dio su discurso sobre el tanque en agosto de 1991.

Ningún Estado puede funcionar en situación de permanente reforma.

Los mecanismos de transmisión

Todos los consejos de los organismos internacionales penetran de diferentes formas el orden político-jurídico interno. Bien directamente por los informes escritos por los “expertos” de estas estructuras, las jurisdicciones internacionales que orientan el orden jurídico interno y obligan a la modificación de la legislación, por las asambleas, mesas redondas y otras formas de sedicentes debates y discusiones, directamente organizadas por estos organismos. Permiten transmitir el mensaje y ejercer una presión psicológica e intelectual. Pensar la reforma es ya una forma de legitimarla.

Paralelamente, el mensaje pasa indirectamente por la sociedad civil, las ONG y las distintas plataformas y Consejos diversos y variados, que tienen principalmente en común situarse en una lógica antiestatal y neoliberal. Y aquí no falta la relación causa-efecto.

Ya en noviembre de 2013, antes de la crisis y de “las necesarias restricciones presupuestarias”, Kudrin y su Comité de Iniciativas Ciudadanas proponía precisamente esta reforma al Ministerio del Interior. Es por tanto una clara cuestión de principios, de ideología.

Los peligros de la reforma del Ministerio del Interior

Son diversos los peligros que representa esta reforma. Respecto a los casos concretos de la lucha contra la droga y el control de la inmigración, es evidente que estos servicios se van a ver temporalmente perturbados, y desmoralizados. Esto afecta a sectores cuya importancia hoy es fundamental. Y esta reforma va a afectar también al terrorismo, a la estabilidad del Estado, al “extraño vecino de Rusia”, etc.

En general, es una derrota ideológica y política muy fuerte para Rusia, que no necesitó un Maidan para rendir las armas estatales. La humillación asestada por el clan neoliberal al Estado es tan fuerte que supera al la victoria de fondo de Siria. Puede surgir la pregunta: ¿y todo esto para qué?

Ello demuestra, por el momento la ausencia de elección ideológica clara en el poder, en el sentido de que es imposible ejecutar políticas ideológicamente contrarias en el plano internacional y en el interior, a riesgo de perder en ambos. Una política internacional independiente exige una visión nacional.

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