Lo novedoso no es la reedición del libro; lo realmente sorprendente es la publicidad que le han dado.
Las noticias han asegurado, además, que su “liberación” ha sido posible gracias a que este año 2016 caducan los derechos de autor. ¿Pretendió Hitler sacar un dinerillo cobrando por las ventas de su libro?, ¿realmente pensaba en eso cuando estaba en la cárcel?
Pero empecemos por el principio: Hitler no escribió el “Mein Kampf”; a lo máximo se lo dictó a Rudolf Hess y, en lo que a mi respecta, si en la obra hay alguna idea, creo que corresponde más a Hess que a Hitler.
La parafernalia de la noticia justificaba esta reedición diciendo que no se trataba de hacer propaganda del nazismo sino de presentar una obra “crítica” avalada por prestigiosos historiadores y bla, bla, bla.
Pero no creo que haya habido ningún nazi que se haya convencido de su ideología leyendo una obra que es soporífera y farragosa. Es más, no creo que los nazis se caractericen por su afición a la lectura sino, más bien, por quemar libros.
Por seguir aclarando las cosas: dudo mucho que la reedición “crítica” de cualquier otro tipo de obra política del siglo pasado obtenga nunca tal publicidad por parte de las cadenas de televisión.
Como es costumbre en ese tipo de noticias, la verdad está ausente. En España el “Mein Kampf” es una obra de libre disposición que nunca ha tenido ningún problema de censura.
La censura es un problema europeo, un asunto de mala conciencia por haber sido Europa la cuna del nazismo, de las grandes guerras y las grandes matanzas. Los europeos, que se creen a sí mismos el ombligo del mundo, necesitan la censura para exorcizar sus fantasmas porque siguen viviendo con ellos.
En otros continentes no ocurre lo mismo. Por ejemplo, hace años que en la India la Editorial Jaico y otras cinco parecidas editan una y otra vez el “Main Kampf”.
En internet el “Mein Kampf” siempre ha estado disponible. ¿Por qué se ha orquestado ahora esta campaña con el libro? Porque el fascismo está de moda, pero está de moda en Europa, donde los fantasmas obligan a disfrazar el fenómeno con otros nombres, como el de “ultras”.
En Grecia un partido nazi como “Amanecer Dorado” concurre a las elecciones y tiene representación parlamentaria.
En Croacia los ustachis están eufóricos desde la “independencia” del país y convocan grandes conciertos en el Estadio Maximir a los que acuden con sus boinas y camisas negras, al más viejo estilo.
El presidente turco Erdogan ha declarado que le gustaría ejercer los mismos poderes que tuvo Hitler y, posiblemente, de la misma manera, un indicativo de una marea de fondo que hay en los partidos parlamentarios turcos calificados púdicamente como “nacionalistas”.
Los “nacionalistas” turcos lo son casi tanto como los del Frente Nacional de Le Pen en Francia, otro partido con amplia representación institucional escondido bajo mil eufemismos que impiden llamar a las cosas por su nombre.
¿Qué os voy a contar de Ucrania, de Svoboda, de Pravy Sektor, del Batallón Azov o de la masacre de Odesa que no sepáis ya?
¿Y de Jörg Haider en Austria, donde los nazis se llaman “El Partido de la Libertad”? Es algo típico de Europa, el baluarte de las libertades por antonomasia.
En mi opinión, el fascismo siempre ha gozado de buena salud en Europa entre las clases medias, y como es natural entre las clases altas;pero habia algo que les impedia exteriorizarlo:la existencia del campo socialista, y la de partidos y sindicatos de clase en la Europa occidental.Con la implosión del campo socialista, el fascismo empezó a asomar la cabeza más descaradamente;al tiempo que los partidos y sindicatos obreros,iban perdiendo su perfil de clase, y la desideologización de la clase obrera avanzaba-y lo sigue haciendo-favorecida por la existencia del mal llamado estado del bienestar, más la ofensiva de los medios de propaganda y de manipulación.En manos de la clase obrera europea está la responsabilidad de parar los pies al nuevo fascismo de guante blanco-por ahora-con la formación de fuertes partidos comunistas, y el rearme idelógico de ls clase trabajadora.
Nada más efectivo para promocionar algo entre la juventud "rebelde" que rodearlo de un halo de prohibición o peligrosidad.