El lugar más cercano al infierno: Fort Detrick

Fort Detrick es una base del ejército estadounidense situada a menos de 100 kilómetros de Washington. Se creó en 1942, en plena guerra mundial, para ser el centro de la guerra biológica y desde entonces no ha hecho más que crecer, completando unos 600 edificios que ocupan 5.000 hectáreas de terreno.

El ejército puso a un bioquímico de la Universidad de Wisconsin, Ira Baldwin, al frente. Al principio Fort Detrick no fue gran cosa porque el imperialismo lo apostó todo a su monopolio del arma nuclear.

En la primavera de 1949 el ejército creó un pequeño equipo de químicos, al que llamó División de Operaciones Especiales. Su misión era encontrar usos militares para las bacterias tóxicas, un campo totalmente nuevo para la guerra.

Paralelamente, la CIA empezó a capturar espías del otro lado del Telón de Acero a los que trataba de interrogar bajo el efecto de drogas o, como se decía entonces, del “suero de la verdad”. Le ocurría lo mismo con los tránsfugas, de los que no tenía certeza de si realmente habían cambiado de bando o si se trataba de maniobras de intoxicación.

Allen Dulles, que dirigía las operaciones encubiertas de la CIA y que luego sería ascendido a jefe de la central de espionaje, aprobó los primeros planes MK (control mental), que inicialmente se llamaron Bluebird (Pájaro Azul), luego Artichoke (Alcachofa) y finalmente MK-ULTRA.

En 1951 Dulles puso al frente de la división al químico Sidney Gottlieb, del que ya hemos hablado en otra entrada.  Gottlieb era un tipo muy extraño que podría haber encabezado una película de terror. Era un inmigrante deforme que vivía en una cabaña aislada sin agua corriente y se levantaba antes del amanecer para ordeñar sus cabras.

Gottlieb le propuso a Dulles que negociara un acuerdo entre la CIA y el ejército, con un reparto de funciones: el ejército era la fábrica y la CIA el destinatario de las nuevas armas químicas y biológicas.

Así es como la CIA creó un laboratorios químico dentro de Fort Detrick para obligar a las cobayas y a los detenidos a “confesar la verdad”. El equipo de Gottlieb probó una asombrosa variedad de combinaciones de drogas, a menudo en conjunción con torturas como las descargas eléctricas o la privación sensorial.

Las cobayas las sacaban a la fuerza de prisiones y hospitales, incluida una prisión federal en Atlanta y un centro de investigación de adicciones en Lexington, Kentucky.

Al principio llevaban las cobayas a Fort Detrick, pero luego la CIA extendió Fort Detrick por Europa y Asia central, siguiendo un modelo que desde 2001 se haría famoso en Guantánamo y otros centros de tortura habilitados en bases militares del ejército estadounidense en todo el mundo.

Es posible que la primera prisión secreta de la CIA estuviera en el sótano de un chalet en la ciudad alemana de Kronberg, donde los científicos de la CIA trabajaban con antiguos verdugos nazis, también expertos en interrogatorios.

En uno de los experimentos administraron múltiples dosis de LSD a siete prisioneros en Lexington, Kentucky, durante 77 días seguidos. En otro, a los norcoreanos capturados les administraron drogas depresivas seguidas de potentes dosis de estimulantes. Luego les exponían a la privación de sueño, calor intenso y corrientes eléctricas.

Los experimentos causaron un número desconocido de muertes y muchas cobayas humanas acabaron recluidos en siquiátrico.

Una de las víctimas más conocidas de los experimentos fue Frank Olson, del que también hemos hablado aquí. Olson era uno de los espías de la CIA que siempre trabajó en Fort Detrick. Cuando abandonar la CIA, Gottlieb le convirtió en otra cobaya a la fuerza, drogándole con LSD. Una semana después, Olson murió tras caer de la ventana de un hotel en Nueva York, una muerte atribuida al suicidio por la CIA. La familia de Olson cree que lo tiraron por la ventana para mantener en secreto los experimentos que se llevaban a cabo en Fort Detrick.

La química no cumplió las expectativas de Gottlieb y los fármacos pasaron a formar parte del arsenal de venenos de la CIA. Una parte los integraban agentes patógenos que podían causar enfermedades como la viruela, la tuberculosis y el ántrax, así como varias toxinas orgánicas, entre ellas el veneno de serpiente y una molécula paralizante extraída de los moluscos. También desarrolló un veneno para matar a Fidel Castro y al dirigente congoleño Patrice Lumumba. Otro tipo de sustancias y gases estaban dirigidas a destruir los cultivos agrícolas mediante la difusión de plagas.

Cuando en 1959 se empezaron a conocer los secretos que guardaba Fort Detrick, los manifestantes tomaron por costumbre reunirse allá una vez a la semana. En un manifiesto decían que “ninguna justificación racional de la ‘defensa’ puede justificar los estragos de la destrucción masiva de la agricultura y las enfermedades que resultan de ella”.

En 1970 Nixon ordenó la destrucción las reservas existentes de toxinas biológicas, lo que se llevó a cabo en buena parte. Se salvó un lote de un tóxico extraído de los moluscos, conocido por el nombre de saxitoxina, una cianotoxina de tipo alcaloide con efectos neurotóxicos.

Dos botes que contenían cerca de 11 gramos de saxitoxina, suficiente para matar a 55.000 personas, estaban en el depósito de Gottlieb en Fort Detrick. Antes de que los técnicos del ejército pudieran retirarlos, dos oficiales de la división de operaciones especiales los metieron en el maletero de un coche y los llevaron a la Oficina de Medicina y Cirugía de Washington, donde la CIA mantenía un pequeño almacén de productos químicos.

Uno de los asistentes de Gottlieb testificó más tarde que ordenó esta operación sin informar a su jefe. Cuando se descubrió y destruyó la saxitoxina en 1975, Gottlieb se había retirado.

https://www.politico.com/magazine/story/2019/09/15/cia-fort-detrick-stephen-kinzer-228109

Más información:
– El científico que puso las nuevas formas de tortura a disposición de la CIA: Sidney Gottlieb
– Ewen Cameron, la ciencia al servicio de la tortura
– Frank Olson: el caso del asesino asesinado por sus iguales
– Guía práctica del perfecto criminal
– Las secuelas psíquicas de los lavados de cerebro financiados por la CIA en Canadá
– 13 experimentos macabros con seres humanos perpetrados por Estados Unidos

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