El equipo de 70 expertos que asesora al gobierno suizo desde el origen de la pandemia lleva un título militar, “task force”, como si fuera una unidad de choque. Lo mismo que en otros países, su campo de acción no es sólo la enfermedad, ni la ciencia, sino los hábitos de comportamiento de las personas, es decir, que han puesto en práctica un experimento de ingeniería social.
El reglamento interno del equipo establece que sus miembros no deben comunicarse directamente con los medios de comunicación. Sólo su presidente está facultado para ello, y si la comunicación se refiere a nuevas medidas, debe hacerlo después de que se hayan hecho públicas por el gobierno.
Los miembros del equipo se han saltado a la torera estas disposiciones, participando regularmente en los medios de comunicación, que los han elevado a los altares: sólo lo que ellos afirman es ciencia. La televisión, la radio y los periódicos han convertido a unos desconocidos en auténticas estrellas de la sociedad del espectáculo (*).
Hace un año nadie conocía a Fernando Simón en España y lo mismo ocurría con Martin Ackerman, su homólogo en Suiza, que aparece en la foto de portada. Hoy no hay nadie que no los conozca en sus respectivos países. En un año, los periódicos han dedicado miles de portadas y primeras planas a estas nuevas figuras del famoseo, un fenómeno que jamás había ocurrido antes, ni siquiera con el deporte, la música o cualquier otro espectáculo de masas. Antes los periodistas eran altavoces de los políticos y ahora de los científicos.
Naturalmente, el equipo científico no se limita a aconsejar. Está creando un nuevo tipo de sociedad, de relaciones personales, de comportamientos públicos y privados.
Las armas de estos expertos son muy simples. Se componen de amenazas, miedo y falsedades. Si el gobierno (y la sociedad) no hacen lo que ellos dicen, llegará la hecatombe. Cuando el gobierno decide no seguir sus recomendaciones, los expertos se salen con la suya acudiendo a los medios, porque los periodistas, como la sociedad, siempre cree más a un científico que a un político. El científico sabe; el político sólo opina.
Así ocurrió en Suiza con el uso obligatorio de mascarillas en el transporte público, o el cierre de restaurantes, bares y discotecas.
El equipo científico es ahora uno de los organismos más influyentes de Suiza y a nadie parece importarle que no los haya elegido nadie, que no representen a nadie y no sean responsables ante nadie. Sus miembros son cooptados. Se han elegido a sí mismos. No existe ningún reglamento que establezca los criterios de elección o de destitución. En marzo del año pasado invitaron a incorporarse a Pietro Vernazza, médico jefe del Departamento de Enfermedades Infecciosas de un Hospital Cantonal y a continuación le despidieron sin ninguna explicación. ¿Por qué? No se sabe…
Además de la falta de legitimidad democrática, el funcionamiento de los equipos es totalmente opaco.
¿Al servicio de quién están los expertos? Ni siquiera en Suiza hay transparencia sobre los conflictos de interés de los asesores científicos del gobierno. Hasta junio del año pasado los expertos suizos no hicieron declaraciones de interés. Sin embargo, sigue pendiente la comprobación de su exactitud.
¿Cómo toman sus decisiones?, ¿por mayoría?, ¿por unanimidad?, ¿se lo juegan al mus? Nadie lo sabe.
¿Llevan actas? En caso afirmativo, ¿se darán a conocer algún día o serán secretas?
¿Cuánto tiempo estarán en su cargo, tomando decisiones que comprometen la vida y los derechos de las personas?, ¿hasta que ellos mismos decidan? Tampoco se sabe.
En Suiza dicen que los expertos no están cobrando por su asesoramiento, lo cual no hay quien se lo crea. En España parece que son de pago, pero ¿cuánto han cobrado en lo que llevamos de pandemia?, ¿han cobrado las horas extra o no?
En Suiza saben quiénes son los expertos, pero en España no. Los expertos son fantasmas (en el más amplio sentido de la palabra). ¿Qué papel están jugando los sicarios de IS Global en el equipo que asesora al gobierno español?, ¿a quién deben su lealtad?, ¿al gobierno o a La Caixa que los financia?
Por cierto, el Vicepresidente de IS Global no es otro que Javier Solana, antiguo secretario general de la OTAN.
(*) https://www.foeg.uzh.ch/dam/jcr:13f6efc8-f9c4-45dd-816c-b6a8356edfe6/2020_Gesamtausgabe.pdf
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