El gobierno ucraniano vive de la caridad internacional

El Fondo Monetario Internacional (FMI) proporcionará 1.300 millones de dólares en financiación de emergencia a Ucrania. Es un buen pellizco, pero lo mejor es que el dinero estaba destinado a la ayuda alimentaria. Los ucranianos van a engordar o, mejor dicho, los van a cebar como a los gorrinos.

El FMI reconoce el fradude abiertamente: aunque el dinero estaba presupuestado para paliar la crisis alimentaria, ahora lo van a destinar a las necesidades “urgentes” de la balanza de pagos y a pagar a los “donantes y acreedores” de Ucrania, según un comunicado oficial.

En otras palabras: el FMI entrega dinero a Ucrania para pagar a los que le entregan dinero porque la “ayuda” no es desinteresada. Hay que empezar a devolver las donaciones y préstamos. Por lo tanto, el dinero ni siquiera va a llegar a Ucrania.

Antes en Ucrania todo marchaba viento en popa pero luego la guerra ha afectado “gravemente” a la economía, dice el FMI. “Se espera que el PIB disminuya un 35 por cien en 2022 en comparación con 2021 y las necesidades de financiación siguen siendo muy grandes”.

Es un camino de ida y vuelta: Zelensky agradece el apoyo al FMI públicamente, que a su vez se desvive por elogiar al gobierno ucraniano, que ha logrado “mantener la estabilidad macroeconómica del país en estas circunstancias extremadamente difíciles”.

La capataz del FMI, Kristalina Georgieva, aseguró que la institución, así como “los donantes y acreedores, han reiterado su voluntad de seguir apoyando financieramente a Ucrania para ayudarla a volver a la senda del crecimiento equilibrado y la viabilidad a medio plazo”.

Los ucranianos viven de la caridad. A finales de septiembre el Banco Mundial concedió 530 millones de dólares de ayuda adicional para “hacer frente a las necesidades urgentes generadas por la invasión rusa”, con lo que la ayuda total concedida asciende a 13.000 millones de dólares desde el inicio de la guerra.

El Congreso de Estados Unidos también votó a finales de septiembre una ayuda adicional de 12.300 millones de dólares, incluidos 3.700 millones de dólares en equipamiento militar, con lo que el esfuerzo total de Estados Unidos asciende a 65.000 millones de dólares desde que comenzó la guerra.

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