Al embajador chino en Francia, Lu Shaye, se le ocurrió defender en la cadena de televisión LCI la soberanía rusa sobre Crimea y los grandes medios de intoxicación se han lanzado en su contra. El lunes el Ministerio francés de Asuntos Exteriores le citó para echarle la bronca y muchos eurodiputados exigen su expulsión.
Se llenan la boca con frases favoritas sobre el respeto del derecho internacional y la defensa de la integridad territorial de los Estados. Pero esas frases no se escuchan cuando se trata de Serbia, por poner un ejemplo, a la que tratan de arrebatar Kosovo.
Tampoco se escuchan cuando se trata de Taiwán, de la que oímos que los chinos pretenden invadir. Pero está reconocido que Taiwán es una parte de China, por lo que no cabe hablar de invasión.
En el caso de Crimea, la península nunca quiso formar parte de Ucrania, como demuestran los tres referéndums que se han convocado desde el desmoronamiento de la URSS.
En Ucrania hubo un Golpe de Estado en 2014 que derrocó a un gobierno establecido legítimamente y, a partir de ahí, los sucesivos gobiernos están marcados por aquel “pecado original”. Lo mismo que Pinochet en Chile, los propios golpistas ucranianos se pusieron fuera de la ley, de cualquier ley, y no pueden invocar en su amparo ninguna regla jurídica válida.
En Ucrania el “contrato social” se rompió entonces y a ningún ucraniano se le puede exigir someterse a la disciplina de un gobierno ilegítimo que se hizo con el poder gracias al empleo de la fuerza. Si el gobierno ucraniano no se atuvo a las normas, la población tampoco tiene motivos para someterse a ellas de manera voluntaria.
En el caso del Donbas, el argumento es ún más evidente por cuanto su población ha sido masacrada y bombardeada durante ocho años, con un saldo de unas 14.000 víctimas mortales. ¿Cómo e puede seguir perteneciendo a un Estado cuyo ejército mata y asesina a su propia población?
En los Acuerdos de Minsk la situación se reprodujo. La población del Donbas se mostró dispuesta a permanecer dentro de Ucrania, pero la otra parte volvió a incumplir sus compromisos. En consecuencia, quedó con las manos libres para elegir el destino que estime más conveniente para sus intereses.
Es un auténtico sarcasmo presentar a los golpistas ucranianos como defensores algún tipo de legitimidad o de ley frente a Rusia.