El fundamentalismo islámico no es un producto de importación sino de exportación

Juan Manuel Olarieta

Uno de los cuatro judíos asesinados en el supermercado parisino HyperCasher tenía 21 años y se llamaba Yoav Hattab. Era hijo del Gran Rabino de Túnez porque en un país musulmán, como Túnez, por ejemplo, hace siglos que viven y rezan libremente los judíos.

Muchos de los judíos que viven en Túnez y otros países del norte de África fueron expulsados de España en el siglo XVI. Se llaman sefarditas porque para ellos el nombre de España es Sefarad.
Durante los siete siglos que duró su dominación, el Islam español jamás expulsó a los judíos. Fueron expulsados por los fanáticos católicos hispanos y quien los acogió en su seno fueron los países islámicos. ¿A quién están llamando intolerantes?
El padre del joven asesinado, que se llama Benjamin Hattab, dirigía una escuela judía en Túnez porque en un país mulsumán hay escuelas judías.
Hasta hace poco en Túnez gobernaba Ennahdha, un partido islamista, y Benjamin Hattab había convencido a su hijo para que abandonara un país musulmán para estudiar en uno laico y republicano en el que le ha encontrado la muerte, porque crímenes como el del 7 de enero ocurren en París, pero no en Túnez.
Ni siquiera con un partido islamista en el poder los judíos tuvieron ningún problema en Túnez. No fueron perseguidos, no cerraron sus sinagogas, no cerraron sus escuelas, ni fueron asesinados como ha ocurrido en París.
Los crímenes del 7 de enero los han cometido ciudadanos franceses, no ciudadanos tunecinos.
Ningún salafista tunecino se ha presentado delante de la sinagoga o de la escuela que dirige Benjamin Hattab armado con un MK-47 para matar a un judío. Eso ha ocurrido en Nueva York, en París, en Madrid y en Londres. Pero no ha ocurrido en Túnez.
Es verdad que en Gaza murieron 2.000 personas, pero eran palestinas, y no hubo este abrumador despliegue propagandístico. «Una pérdida enorme para Túnez», titulaba el diario Liberation por la muerte de Yoav. Nadie movió ni un dedo por los 2.000 palestinos asesinados, de los que nunca vimos sus rostros ni recordaremos nunca sus nombres. ¿No fueron una pérdida enorme para Palestina?. La pregunta es si a pesar de la desproporción de víctimas los salafistas son peores que los sionistas, o si todos son iguales.
El ministro tunecino de Turismo ha afirmado que hay más salafistas en Francia que en Túnez. Tiene razón. Los asesinos que participaron en la masacre del 7 de enero no llegaron de ningún otro país remoto de Oriente Medio: eran franceses. Nacidos en París y educados en Francia por un sistema público impuesto por la República.
Lo que los hermanos Kouachi y Coulibaly sabían lo habían aprendido en una escuela europea, no en una mezquita ni en una madrasa del Magreb ni de Oriente Medio.
Sus padres fueron emigrantes, pero no eran fundamentalistas. No pudieron enseñar a sus hijos algo que ellos no sabían. Sus padres no conocieron el fundamentalismo en su país de origen, que era musulmán, pero sus hijos sí lo han aprendido en un país laico y republicano.
El islam siempre combatió el salafismo como una herejía ajena a sus creencias religiosas y lo mismo sucedió cuando en el siglo XVIII surge el wahabismo: su propagador Muhammad Ibn Abdel Wahhab tuvo que huir de Arabia. Su doctrina fue acogida por Gran Bretaña como parte integrante de su política colonial, para destruir al Imperio Otomano.
Tras la Revolución de 1917 el fundamentalismo fue impulsado desde los primeros días por el imperialismo para destruir a la Unión Soviética, mucho antes de que los soviéticos ocuparan Afganistán en 1979.
¿Se acuerdan de Lawrence de Arabia? El respaldo imperialista al fundamentalismo islámico siempre ha formado parte de su alianza con los países del golfo y, en particular, Arabia saudí y Qatar, estados teocráticos que han sido otros tantos pilares del imperialismo en Oriente Medio, que han defendido al Estado de Israel y son los mayores rivales de Irán en la región.
El imperialismo no sólo ha cambiado radicalmente la configuración geográfica y política de los países mulsulmanes, sino también su perfil religioso. De Marruecos al Extremo Oriente, en todos los países islámicos lo que el imperialismo ha impulsado son precisamente las corrientes fundamentalistas.
Europa siempre ha exportado fundamentalismo. En todos los países musulmanes, durante la guerra fría el imperialismo fomentó el fundamentalismo como fuerza de choque contra los movimientos progresistas, comunistas y laicos. Las corrientes fundamentalistas son la quintaesencia del tradicionalismo y la reacción. Han impedido el avance político e ideológico del mundo musulman, llevándolo hacia un pasado remoto en el tiempo.
Los aliados del fundamentalismo son los aliados del imperialismo y los enemigos del fundamentalismo son los enemigos del imperialismo. España construyó una de las mayores mezquitas del mundo en pleno centro de Madrid, poniéndola a disposición de los wahabitas saudíes, y ahora se dispone a conceder un canal de televisión a la cadena Al-Yazira, es decir, a disposición también de la autocracia saudí.
El fundamentalismo forma parte parte del sistema de dominación imperialista porque rompe la unidad del Islam y del mundo árabe, poniendo en el primer plano de su lucha a las demás corrientes religiosas y no a los enemigos externos. Por eso las primeras víctimas del fundamentalismo islámico son los islamistas precisamente.
La estrategia del fundamentalismo es un cuerpo muy extraño dentro del mundo islámico: nunca ataca al Estado de Israel, otro de los pilares sobre los que se asienta el imperialismo en Oriente Medio.

comentarios

  1. Los judios con el islam en España eran esclavos. por favor no seamos buenistas progres para criticar la hipocresia occidental.
    El islam es fundamentalmente de Extrema derecha y acaba de ser condenado un Ateo en Egipto a tres años.

  2. ¿Esclavos? Primera noticia… ¿Quiénes eran sus dueños? ¿En que zonas de la península? ¿Eran esclavos dedicados a labores agrícolas, mineras? ¿Esclavos personales?

  3. En Francia, criticar al Islam, como hacía Charlie Hebdo, sale gratis. Pero criticar al judaísmo, como hacía Dieudonné, te lleva al juzgado y a la correspondiente campaña de prensa en tu contra.
    Esa es la diferencia.
    Sigamos metiendo todo el mismo saco. El Islam es tan de extrema derecha como cristianos por el socialismo, la teología de la liberación o el Opus Dei.

  4. Si uno lee un conocido libro como "El médico", escrito por el judío Noah Gordon, puede ver que en las universidades persas, hace unos cuantos siglos, sólo podían estudiar musulmanes y judíos. En Irán, hoy sigue habiendo judíos. En Irak, Siria o Egipto viven comunidades cristianas desde hace siglos. Las tensiones interreligiosas en los países musulmanes son provocadas por los integristas y los sionistas. Y unos y otros tienen un mismo padrino: el imperialismo.

  5. El trato recibido por los judíos en la sociedad de predominio islámico es malo y el hecho, innegable, de que en la sociedad europea cristiana medieval fuese peor en muchos momentos, no lo convierte en bueno. Sobre esto recomiendo leer el libro de Bernard Lewis «Los judíos del islam», que además de maravillosamente documentado, es una obra ponderada y muy objetiva. Las persecuciones abundaron, el trato sistemático vejatorio, también. Maimónides es un ejemplo –muy utilizado por los propagandistas de Las Tres Culturas, paradójicamente como prueba de convivencia– de intelectual coaccionado, forzado a emigrar, a hacerse musulmán y finalmente procesado por haber vuelto al judaísmo. Yo no sé de qué hablan quienes esgrimen su caso como muestra de tolerancia islámica. No sé si es ignorancia o cara dura, o las dos cosas.

  6. Lo que es propio de ignorantes es hablar de "buenos" y "malos" como si de una película del oeste se tratara.
    También es propio de ignorantes trasladar a épocas antiguas prácticas políticas y religiosas propias de la época moderna. Los Estados medievales son confesionales.
    No sólo los judíos; el trato de cualquier minoría religiosa en las sociedades antiguas ha sido pésimo porque las sociedades, incluida la actual, no admiten a los "bichos raros", ni en religión ni en ningún otro aspecto.
    En cualquier caso, quienes expulsaron a los judíos de España fueron los cristianos, no los musulmanes, y quienes los acogieron fueron países musulmanes del Mediterráneo.
    Y quien inició las políticas racistas y de exterminio de los judíos (y de otras minorías) fueron cristianos, especialmente católicos, austriacos y alemanes. Ningún país musulmán ha desencadenado algo parecido.

  7. Claro que los acogierón, pero no en feliz armonia, sino pagando tributos especiales y muchos de ellos como esclavos, y siempre en una posición inferior y subordinada a los "fieles" musulmanes.

  8. En el Tratado de Ibn ‘Abdun (siglo XII) se equipara a judíos y cristianos con leprosos, crápulas y, en términos generales, con cualquiera de vida poco honrada, prescribiendo su aislamiento por el contagio que conllevaría entrar en contacto con ellos, así los sevillanos del XII sabían que:

    -“Ningún judío debe sacrificar una res para un musulmán;
    -“no deben venderse ropas de leproso, de judío, de cristiano, ni tampoco de libertino”;
    -“No deberá consentirse que ningún alcabalero, judío ni cristiano, lleve atuendo de persona honorable, ni de alfaquí, ni de hombre de bien”;
    -“no deben venderse a judíos ni cristianos libros de ciencia porque luego traducen los libros científicos y se los atribuyen a los suyos y a sus obispos”;
    -“Un musulmán no debe dar masaje a un judío ni a un cristiano, así como tampoco tirar sus basuras ni limpiar sus letrinas, porque el judío y el cristiano son más indicados para estas faenas, que son para gentes viles”;
    -“debe prohibirse a las mujeres musulmanas que entren en las abominables iglesias, porque los clérigos son libertinos, fornicadores y sodomitas…”

    Todo un programa de convivencia.

    1. Las sociedades feudales no se caracterizan por la esclavitud sino por la servidumbre, que no estaba vinculada a los oficios que ejercían los judíos, por lo que es muy extraño que entre ellos hubiera esclavitud, e incluso servidumbre.
      Eso en ningún caso significa igualdad ante la ley ni de derechos porque esto son logros de la época moderna que no se pueden reconducir a la antigüedad y, desde luego, en ningún país dependen de la religión.
      Si los países islámicos aplicaron una legislación "ad hoc" a los judíos es precisamente porque los acogieron, a diferencia de los católicos españoles que los expulsaron y saquearon.

  9. Es imposible dar una respuesta categórica en términos de Bien o Mal, sólo podemos señalar que las perspectivas actuales en todos los países islámicos – y en un futuro cercano – son bastante difíciles. Sí podemos decir sin faltar a la verdad que la libertad religiosa y de opinión en esos países (incluidos los más avanzados) oscila entre precaria e inexistente. La propaganda anticristiana, por ejemplo en Egipto, es masiva y visible; en otros lugares, el método es el terrorismo directamente, o la prohibición de otros cultos sin tapujos (Arabia, etc.).
    El Islam – como otras religiones – se extendió por la fuerza y así se ha mantenido. Las incitaciones a la violencia son innumerables tanto en el Corán como en las tradiciones de Mahoma, lo cual no significa que siempre necesiten acudir a la violencia para sostener la situación: ella se mantiene por su propia inercia.Al-Andalus no fue peor ni mejor en cuanto a tolerancia que los países coetáneos. Por otra parte, no puede hablarse de Al-Andalus como un todo homogéneo, depende de las épocas, los lugares y las circunstancias históricas inmediatas. No era lo mismo el momento de poder (al menos aparente) del Califato cordobés, en que no se veían en peligro, que la Granada de los dos últimos siglos, por completo monolingüe, con una sola religión y a la defensiva.La actuación de los distintos gobiernos musulmanes varía según circunstancias muy diversas, en función del número que representen las minorías no musulmanas, los hechos históricos de cada cual o la relación e implicaciones con occidentales, empresas, etc. Oscila entre una tolerancia muy superficial, pero que prohíbe en cualquier caso el proselitismo ajeno, y una rigidez absoluta que persigue – hasta con la muerte – la apostasía o el ejercicio de otras creencias (Afganistán, Arabia, Sudán serían casos extremos). Los supuestos moderados (Marruecos, Túnez, Turquía) tampoco permiten el culto libre.

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