El escritor Kipling fue un poeta del imperialismo

Rudyard Kipling
El 30 de diciembre se cumplieron 150 años del nacimiento del escritor Rudyard Kipling en la ciudad india de Bombay, que entonces era la “joya de la Corona”, una parte integrante del Imperio Británico.

A pesar de que en 1907 recibió el Premio Nobel de Literatura, la India no ha olvidado que a nadie mejor que a Kipling le cuadra aquello que dijera Marx acerca del papel que desempeñan los representantes literarios de una clase social.

Al escritor le han calificado como “el poeta del imperialismo” porque utilizó su influencia como escritor para extender el vasallaje de las grandes potencias por los dominios coloniales, desde la India hasta Sudáfrica pasando por Canadá y Australia.

A finales del siglo XIX Kipling se convirtió en uno de los autores favoritos de los lectores de la Inglaterra victoriana. El sanguinario colonizador británico Cecil John Rhodes, también defensor entusiasta de un imperialismo de claro sesgo racista, mantuvo en sus últimos años de existencia una sólida amistad con el escritor, a quien regaló una casa en Sudáfrica en la que el escritor pasó largas temporadas invernales.

Una vez establecido en Estados Unidos, se hizo amigo y cómplice de algunos políticos reaccionarios, como el futuro presidente Theodore Roosevet, quien admiraba su vehemente defensa del imperialismo occidental, plasmada por aquellos años en poemas de declarada inspiración político-ideológica.

Escribió panfletos como “La carga del hombre blanco”, en 1899, un año después de la guerra de Estados Unidos contra España, para animar a Roosevelt a colonizar las Filipinas porque los colonizados son criaturas “mitad demonios, mitad niños”, que no son capaces de gobernarse a sí mismos. Sin embargo, con la ayuda del hombre blanco, pueden alcanzar la civilización.

El imperialismo, concluye Kipling, es una “carga” para el hombre blanco, un deber que tiene que cumplir, en beneficio de los pobres colonizados.

En obras infantiles como “El libro de la selva” el Premio Nóbel loa el racismo, la superioridad del europeo y la necesidad de imponer su civilización al resto del mundo, que es esencialmente salvaje y bárbaro.

comentario

  1. Hoder, Óscar, me has destruído el casi ídolo de piedra que yo tenía con Kipling, aunque estas cosas es mejor saberlas. A veces es preferible decepcionarse.
    Yo he leído algunos libros de Kipling como El de Mowgli o el de la mangosta Rikki que incluso lo adaptaron para animación y los pusieron mucho por la tele, ahora ya sé de dónde le viene la conversión al Dragó que dice que puso a un hijo suyo Akela.
    No sé si estarán catalogados como libros infantiles, pero miedito me da ya el amigo Rudyard, adoctrinando niños hacia el Imperialismo (con racismo incluído).
    Su amigo Theodore Roosevelt recibió el de la Paz unos pocos años antes que él, ¿el Nobel ya era imperialista en esos años? El imperialismo los cría y ellos se juntan.
    Los volveré a leer a ver si diviso algún rastro de adoctrinamiento imperialista, esto hace que me interesen aún más. Eso que en los Nobel hay de todo como J. P. Sartre (que lo rechazó), Boris Pasternak, Albert Camus y hasta el cambiaacera político de Winston Churchill.

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