Nuestra advertencia en la entrada de ayer se confirmó pocas horas después, de madrugada: junto a otras cuatro monarquías y con apoyo logístico estadounidense, Arabia saudí ha lanzado un ataque que ha provocado 20 muertos civiles en un barrio residencial de Sanaá, la capital de Yemen, y enfrentamientos fronterizos con los hutis que se movilizan en masa en el norte del país.
Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Kuwait, Qatar, Bahrein, Marruecos, Paquistán, Egipto y Jordania respondieron así de modo casi instantáneo al desesperado llamamaiento del presidente Abdo Rabu Mansur Hadi, quien mientras su palacio se encontraba bajo bombardeo huti, solicitó una urgente intervención extranjera a la ONU y a sus aliados regionales.
La operación denominada
“Tormenta de la Firmeza” se ha iniciado esta madrugada, cuando Riad ha anunciado el bombardeo del palacio presidencial y el aeropuerto de Sanaá, así como varios cuarteles, entre otros puntos estratégicos.
Las fuerzas agresoras han logrado recuperar el control del aeropuerto de Adén y la cercana base aérea estadounidense de Al Anad, que habían caído en poder de los hutis pocas horas antes.
“Nuestros países han decidido responder a la petición del presidente Hadi de proteger el Yemen y su pueblo del ataque de las milicias hutíes que han sido y continúan siendo una herramienta en manos de una fuerza extranjera”, aseguraron los integrantes de la coalición en un comunicado conjunto.
Sólo los saudíes desplegaron cien aviones de guerra y 150.000 soldados en el marco de la operación internacional. Los Emiratos Árabes Unidos sumaron a este despliegue 30 aviones de combate, y Bahrein 15, Kuwait 10 y Jordania otros seis, mientras Egipto, Pakistán y Sudán expresaron además su disposición a contribuir en una eventual operación terrestre.
La “fuerza extranjera” a la que alude el comunicado es la República Islámica de Irán, país al que acusan de respaldar a los hutis con el “objetivo de ejercer su hegemonía sobre el Yemen y convertirlo en base para ejercer su influencia sobre la región”.
El canciller iraní, Mohamad Yavad Zarif, exigió este jueves a Riad que “cese de forma inmediata” sus operaciones militares en territorio yemení y advirtió que su Gobierno “no ahorrará ningún esfuerzo” para controlar la crisis en el país árabe, mientras crecen los temores de que la diplomacia ceda lugar a las armas.
Zarif señaló que los bombardeos sauditas iniciados “constituyen una violación de la soberanía de Yemen y que solo conducirán a un mayor derramamiento de sangre”, y que este “acto de agresión” no beneficiará a ningún país, pues la campaña militar solamente incrementará las tensiones que se viven en la región.
Las declaraciones iraníes buscan no agitar el temido desborde de la guerra latente entre Teherán y Riad, uno de los efectos más peligrosos de esta agresión que sacude el tablero en la región y que puede convertirse en una guerra abierta entre las potencias regionales.
En el bombardeo de ayer jueves contra el barrio residencial de Bani Heuat, en el norte de la capital yemení, murieron al menos 20 civiles y 31 resultaron heridos, informó el Ministerio de Salud, controlado por el movimiento chiíta huti.
Mohamed al Bujaiti, miembro del máximo órgano ejecutivo del movimiento huti, ha descrito el ataque internacional como una «declaración de guerra». El dirigente huti ha recalcado que «hay una agresión en marcha» y que los huthis «se enfrentarán a ella con valentía». Asimismo, ha alertado de que «las operaciones militares arrastrarán a la guerra a la región».
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