Los bancos alemanes, en particular, no tienen “el tamaño y la presencia mundial necesarios para apoyar la economía”, subrayó.
La pérdida de confianza de los inversores en el comportamiento de los principales bancos alemanes se refleja en el desastroso comportamiento de los mercados bursátiles en los últimos años.
El Deutsche Bank cuenta con poco más de 21.000 millones de euros en bolsa, mientras que ha captado cerca de 27.000 millones de euros en nuevas acciones en varias ampliaciones de capital realizadas entre 2010 y 2017 para consolidar su balance y financiar el crecimiento.
El Commerzbank, rescatado por el Estado y que ha recaudado cerca de 13.000 millones de euros en nuevas acciones desde la crisis de 2008, ahora sólo vale unos 10.000 millones de euros.
El Deutsche Bank podría perder su lugar en el índice de referencia de la zona euro, el EuroStoxx 50, el 3 de septiembre, y dos días más tarde el Commerzbank tendría que ceder su lugar en el Dax, el principal índice de la Bolsa de Frankfurt, donde ha estado durante 30 años. Será sustituido por un “fintech” bávaro, la empresa digital Wirecard, especializado en el floreciente mercado de pagos electrónicos.
El Deutsche Bank, calificado en 2016 como “fuente principal de riesgo” por el Fondo Monetario Internacional (FMI), decidió en primavera deshacerse de más de 7.000 personas en la financiación bancaria y volver a centrarse en sus raíces europeas.
Commerzbank, por su parte, está emprendiendo una carrera por el tamaño, esta vez orgánico, tratando de compensar la disminución de los márgenes de crédito por las ganancias de los clientes, entre los individuos y las empresas, un activo que se supone que le traerá los ingresos en el futuro.