Un grupo de presión prosionista con sede en Washington, Proyecto Israel, contrató a Frank Luntz, un estratega político republicano, para mejorar la imagen de Israel en los medios. La misión de Luntz era lograr que las principales cadenas de comunicación adoptaran el vocabulario israelí como propio.
Sus propuestas fueron publicadas en un informe reservado de 112 páginas titulado “The Israel Project’s 2009 Global Language Dictionary” (*) y desde entonces han contaminado los reportajes y documentales sobre lo que llaman “el conflicto israelo-palestino”. A través de Estados Unidos, la retórica de Luntz es un canon que se ha extendido al resto del mundo.
La retórica del “conflicto” presenta una especie de balanza entre dos poblaciones, palestinos e israelíes, con parecidos recursos políticos y militares. Pero no hay ninguna simetría. Israel es un Estado y los palestinos son una población colonizada.
Luntz recomienda a los propagandistas del sionismo que adapten sus discursos a las diferentes audiencias y busquen las palabras y frases adecuadas que deben usar, así como las que deben evitar.
Lo más importante es hacer frente a las declaraciones palestinas y fingir compasión por ellas. Hay que ir de buenos. En primer plano siempre debe figurar que el deseo de Israel es la paz.
También es importante utilizar el manoseado “ciclo de violencia” que -supuestamente- ha estado azotando a Palestina durante miles de años. Es un “conflicto bíblico” en el que ambas partes tienen alguna parte de culpa.
Los derechos humanos son estupendos, pero el mundo debe tener en cuenta que Israel “necesita seguridad” porque de esa manera los israelíes siempre aparecen como víctimas inocentes, mientras que los palestinos son los “terroristas”.
Para ello es necesario asimilar a los palestinos con Irán, Hezbollah y Hamas, de donde sólo hay paso para llegar a un “fundamentalismo” que siempre da miedo al oyente. Por eso, al hablar de Hezbollah, Hamas o Ansarollah, es necesario repetir que están “vinculados a Irán”, cualquiera que sea lo que eso signifique.
No existe el ejército de ocupación israelí sino IDF o el Tsahal, o sea, fuerzas de autodefensa o de seguridad. Por el contrario, los palestinos “atacan” a los pacíficos pobladores de los asentamientos israelíes.
Lo mismo ocurre con el vocabulario político: a diferencia de sus vecinos árabes, Israel es un Estado democrático, moderno, donde hay elecciones periódicas…
Pero de la misma manera que hay un vocabulario que aparece siempre en los medios, hay otro que no aparece nunca. Por ejemplo, la palabra “ocupación” que convierte al Estado de Israel en lo que es desde el punto de vista histórico: un injerto, un Estado creado por emigrantes en una tierra que no era la suya.
(*) https://www.docdroid.net/fa9h/the-luntz-report-the-israel-projects-2009-global-language-dictionary-pdf