El comunista argelino Audin fue asesinado con un cuchillo para aparentar que lo mataron los árabes

La memoría histórica es así de importante, por más años que pasen. La decisión del Presidente de la República francesa Emmanuel Macron de admitir los crímenes cometidos por los colonialistas de su país en Argelia y, en especial, el asesinato del comunista e independentista Maurice Audin, del que ya hemos hablado aquí, ha levantado ampollas, a pesar de que han transcurrido 60 años.

Hay heridas que el mero transcurso del tiempo nunca cicatriza, en especial las responsabilidades criminales y políticos del gobierno central, los ministros, los generales del ejército y los partidos políticos, entre otros.

En su momento el gobierno concedió “poderes especiales” a las autoridades coloniales, una especie de artículo 155 para encubrir oficialmente la represión, los crímenes, la tortura, la quema de aldeas con napalm y otras represalias masivas contra la población civil.

Es lo que se llama “ley marcial”. El ejército consiguió carta blanca porque en 1956 el gobierno del “socialista” Guy Mollet se la concedió: “El Gobierno tendrá las más amplias facultades en Argelia para adoptar todas las medidas excepcionales ordenadas por las circunstancias, con el fin de restablecer el orden, proteger a las personas y los bienes y salvaguardar el territorio”.

Los diputados “comunistas” votaron a favor con la ingenua excusa de que ello permitiría las negociaciones con el FLN, como había prometido Guy Mollet durante la campaña electoral de aquel año.

También entonces había partidos, como el PCF, que creían (suponemos que haciendo un alarde ingenuidad) que los programas electorales se redactan para cumplirlos, que las leyes están para cumplirlas, etc.

Entre los firmantes del decreto imponiendo la ley marcial estaban el ministro de Justicia, François Mitterrand, un fascista que en los ochenta se hizo famoso, así como el socialista Robert Lacoste, Gobernador General de Argelia, porque el decreto suponía la eliminación de los jueces ordinarios y la imposición de los consejos de guerra en Argelia.

El ejército tenía, pues, plenos poderes e hizo uso de ellos de la manera esperada para tratar de impedir los inevitable: la descolonización y la independencia de Argelia. Envió 250.000 soldados más y el recurso a la tortura se hizo habitual.

Queda el crimen del que fue víctima Maurice Audin, los nombres de sus instigadores y ejecutores. Ciertamente, ya no están en este mundo, dicen algunos franceses, pero ¿debemos seguir considerándolos héroes, como el general Massu? (1)

Maurice Audin había sido asesinado con “plena y completa cobertura del poder político”, confesó el general Aussaresses antes de morir en 2013 (2). Basándose en este testimonio y en el de uno de sus suboficiales, se sabe que el general Massu ordenó a sus hombres ejecutar a Audin. Fue llevado a las cercanías de Argel, donde fue apuñalado y enterrado.

Una grabación en France Info de la confesión del general Aussaresses en su lecho de muerte confirma su participación en el asesinato, que se llevó a cabo “con un cuchillo, para hacer creer a la gente que los árabes son los responsables”.

Según L’Opinion, en 1957 los militares empezaron a sospechar que el gobierno los quería utilizar para negociar con los independentistas, por lo que comenzaron a asesinar a quienes podrían convertirse en los interlocutores del gobierno.

El comandante Aussaresses se convirtió en el ejecutor material de esa política y le confiaron a los presos que estaban demasiado maltrechos por las torturas para ser devueltos a la vida civil. En los años posteriores a la guerra de Argelia, Aussaresses se jactó en privado de haber liquidado dos dirigentes interdependentistas, Larbi Ben Mhidi, cuyo nombre está ahora en una de las principales avenidas de Argel, y el abogado Ali Boumendjel, que fue defenestrado tras un interrogatorio muy severo.

Los prisioneros fueron asesinados con cuchillos o pistolas y luego colocados en una fosa común a 30 kilómetros de la capital. Otros fueron embarcados en helicópteros y lanzados a la bahía de Argel. Algunos terminaron dentro de vigas de cemento. Aussaresses dice que él mismo disparó a 24 independentistas.

Estos crímenes, que son ampliamente conocidos, no frenaron el ascenso en la jerarquía militar del comandante Aussaresses, que llegó a obtener el grado de general.

(1) http://canempechepasnicolas.over-blog.com/-08
(2) http://www.humanite.fr/politique/mort-d-un-professionnel-du-crime-554591

Más información:
– Comunista, independentista, matemático
– El comunista que ponía las bombas en Argel
– Francia deportó a dos millones de argelinos durante la guerra colonial
– Harkis: si Roma no paga a los traidores, ¿qué porvenir les espera?

 

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