Al mes siguiente Irán anunció que inauguraba la extracción de cinco fases del referido yacimiento.
Un mes después Qatar quedaba expulsado del Consejo de Cooperación del Golfo.
El sábado el ministro iraní del Petróleo, Bijan Zanganeh, declaró que su gobierno había firmado un acuerdo con la multinacional francesa Total para abrir la fase 11 del campo de gas, al que los qataríes llaman “North Field” y los iraníes “Pars South”.
El nuevo Presidente francés, Emmanuel Macron, declara que la guerra contra Libia ha sido un error cometidos por las potencias occidentales y que en y Siria Francia ya no pretende la destitución de Bashar Al-Assad.
La secuencia es bastante obvia: los mapas del mundo hoy los dibujan los pozos de petróleo, los campos de gas y los oleoductos. Los alineamientos diplomáticos y las declaraciones de los imperialistas dependen, entre otros, de los contratos de gas que tengan firmados. Lo que está en juego son 4.800 millones de dólares.
En Oriente Medio hoy lo que prima es que en julio de 2015 se produjo el desbloqueo de Irán, después de 36 años, y que dos meses más tarde los aviones rusos llegaron a Siria. Las cosas no han vuelto a ser como antes. Tras la revolución de 1979 Irán tuvo durante muchos años una guerra a un costado de sus fronteras, en Afganistán, y otra en el lado opuesto, en Irak, pero ahora no queda nada de aquello, sino más bien lo contrario.
Pero hay que seguir echando cartas sobre el mapa para acabar de dibujarlo: Total es el operador de cabecera del Proyecto Pars South 11 con un 50,01 por ciento del capital y junto a él está Petropars, propiedad pública de Irán y de de China.
No obstante, el paisaje no es tan idílico como parece: la multinacional francesa tiene que esperar a que Estados Unidos acabe de desbloquear a Irán, lo cual no es tan sencillo con Trump en la Casa Blanca; más bien todo lo contrario.
Irán está intentando atraer a 29 grandes monopolios internacionales, europeos y asiáticos, para desarrollar su sector energético, entre los que están algunos típicos, como los rusos (Gazprom, Lukoil) y los chinos (CNPC, Sinopec) y otros no tanto: Shell (Reino Unidos, Holanda), Schlumberger (Holanda), Eni (Italia), además de Total.
Si todo va como está previsto, dentro de poco las declaraciones de los políticos cambiarán de tono. Todo por la pasta.