Desde el inicio de la guerra con Israel, los dirigentes iraníes han amenazado con cerrar el Estrecho de Ormuz, por donde transita una quinta parte del petróleo mundial. Esta carta en manos de Teherán preocupa a la economía mundial.
El Estrecho de Ormuz bordea la costa iraní. Tiene 212 kilómetros de longitud y en su punto más angosto tiene tan solo unos 40 kilómetros de ancho. La poca profundidad de las aguas obliga a los buques de mayor tamaño a utilizar rutas marítimas de apenas unos kilómetros de ancho, que Irán puede controlar o interrumpir fácilmente.
Por el cuello de botella transitan anualmente no menos de 600.000 millones de dólares en comercio energético. Su cierre obviamente representaría un problema económico considerable, dado el efecto que tendría en el precio del petróleo.
La acción militar en este estrecho se considera el método más probable para interrumpir el tráfico marítimo. Esto ocurrió durante la guerra entre Irán e Irak, de 1980 a 1988, cuando ambos beligerantes utilizaron misiles y minas navales en el Golfo Pérsico, lo que interrumpió significativamente el tráfico marítimo, sin lograr cerrarlo completamente.
En el contexto actual esta amenaza la han planteado varios dirigentes iraníes. “Irán tiene muchas opciones para responder a sus enemigos», y el cierre del Estrecho de Ormuz es una de ellas”, declaró recientemente Behnam Saeedi, miembro del Comité de Seguridad Nacional del parlamento iraní.
Otro parlamentario, Ali Yazdikhah, aseguró que Irán continuará permitiendo la libre circulación a través del estrecho mientras no se vean amenazados sus intereses nacionales vitales. Sin embargo, continuó, interrumpir el comercio petrolero occidental a través de este paso marítimo es un “derecho legítimo” de Irán si “Estados Unidos entra en la guerra oficial y operativamente” en apoyo a Israel.
Irán dispone de varios medios militares concretos que podrían interrumpir el tránsito. Estos incluyen el ataque directo a buques o la colocación de minas navales en las rutas marítimas
¿Un tiro en el pie?
Las declaraciones de los dirigentes iraníes sobre el cierre del Estrecho nunca se han cumplido, pero son una forma de disuasión comparable a la de un arma nuclear. Hay un factor fundamental que limita la presión que Irán puede ejercer sobre este paso marítimo: que es muy dependiente del Estrecho porque es la arteria que conecta la economía iraní con los mercados mundiales.
Entre el 80 por cien y el 90 por cien del petróleo iraní es adquirido por China y transita principalmente por el Estrecho. Al frustrar a su principal cliente, Teherán se privaría de un socio económico vital, dadas las sanciones internacionales impuestas por Washington.
No obstante, como ya informamos hace unos días, se ha inaugurado un nuevo corredor ferroviario que une a China con Irán.
Interrumpir el tránsito por el Estrecho de Ormuz supondría un revés para el otro gestor del estrecho: el Sultanato de Omán, que mantiene desde hace tiempo excelentes relaciones con su vecino iraní. Al optar por la ruta militar en este tramo de agua, Irán llevaría la guerra a las costas omaníes, amenazando directamente la estabilidad y la seguridad del sultanato.
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