Entre los negocios señalados para su liquidación figuran las oficinas de banca minorista que opera Barclays en Portugal, Italia y Francia, tras el traspaso de las de España a CaixaBank por 820 millones de euros. El banco español Bankinter está entre los candidatos a adquirir las 85 sucursales portuguesas, que tienen una cartera de hipotecas de 3.700 millones de euros.
En la presentación de los resultados semestrales de Barclays, ayer en Londres, McFarlane indicó que su propósito es reducir el volumen de activos “no estratégicos” de la entidad de 80.000 a 28.000 millones de euros antes del final de 2017.
Una de las razones por las que Barclays sale corriendo de los países del sur de Europa es el pánico a nuevas tensiones entre Grecia y sus acreedores. En su informe semestral de resultados el banco explica que “los riesgos en la Eurozona se han suavizado ligeramente tras el reciente acuerdo para un rescate de Grecia”.
Exactamente: sólo se han suavizado. Todos han creído ganar tiempo. Sin embargo, cuando el acuerdo fracase, la posibilidad de una quiebra de Grecia y su posterior salida del euro, el denominado “Grexit”, volvería a emerger, lo que volvería a sacudir al mundo financiero y a la bolsa, “e impactaría de forma adversa a las operaciones de Barclays donde tiene amplias posiciones de activos y financiación, como Italia y Portugal”.
La estrategia de Barclays muestra el punto exacto en el que se encuentra la crisis financiera en Europa, justo en el momento en el que Grecia empieza a dejar de ser el foco de atención. Quizá alguien crea que con el nuevo acuerdo firmado con la Unión Europea, los problemas para Grecia se han acabado. Se equivoca. Los problemas empiezan ahora.