Cuando Israel comete un crimen atroz que recibe una gran atención mediática, la rutina de los países europeos para lavarse la cara es la siguiente: hemos transmitido un mensaje al gobierno de Tel Aviv para que inicie una investigación para aclarar los hechos, y bla, bla, bla, bla…
Que se lleve a cabo o no una investigación es irrelevante, ya que, en el mejor de los casos, el gobierno israelí anuncia que ha identificado a un chivo expiatorio y luego, al cabo de varias semanas, echa tierra encima.
Sin embargo, lo más frecuente es que los pistoleros de Tel Aviv aleguen que sus tropas actuaron en defensa propia o contra individuos armados, o incluso que su víctima, considerada inofensiva, murió accidentalmente. O bien, alegan que la víctima estaba siendo utilizada, voluntaria o involuntariamente, como escudo humano de los combatientes palestinos.
Esta última versión es la que aportaron los israelíes tras una “investigación” sobre la muerte de Razan Al Najjar, asesinada el 1 de junio de 2018 por un francotirador de la Haganah cuando auxiliaba a una persona herida.
La versión sionista fue posteriormente desmentida por una investigación de la ONU, que no provocó ninguna reacción particular por parte de los medios de comunicación, que se han habituado a que las versiones israelíes sean una mentira detrás de otra. Con el tiempo todo se olvida. Hay que pasar página.
Pero en extrañas ocasiones aparecen personas con “mala conciencia”, incluso en los gobiernos europeos, como Alistair Burt, ministro de Asuntos Exteriores británico para Oriente Medio y Norte de África en el gobierno de Theresa May, entre 2017 y 2019.
Además de mentir, Burt señaló a los palestinos como culpables, afirmando que “elementos extremistas habían explotado las protestas con fines violentos”.
Años después, cuando ya nadie se acuerda de Razan Al Najjar, Burt admite haberse equivocado al no haber clasificado la muerte de Razan Al Najjar como un crimen de guerra, e incluso haber cuestionado la responsabilidad de los propios palestinos.
Burt también acusa ahora a Israel de llevar a cabo investigaciones simuladas sobre la muerte de Al Najjar y la de otros palestinos en las que participó el ejército israelí, en un intento por encubrir los crímenes.
Israel ha perdido el encanto que había cultivado con esmero durante décadas en los medios de comunicación del mundo entero. Después de las recientes matanzas de Gaza, a Burt le persiguen los remordimientos. Esas matanzas se pueden evitar, sobre todo cuando tienes bien identificado a los asesinos, como es el caso.
Su cambio de postura se revela en un nuevo libro sobre el papel del imperialismo británico en la guerra de exterminio de Gaza, escrito por el periodista Peter Oborne y titulado “Cómplices: El papel de Gran Bretaña en la destrucción de Gaza” (*).
Pequeño recordatorio de una mujer palestina heroica
Razan Al Najjar era una joven paramédica palestina de 21 años. La llamaban el “ángel de la misericordia” por su incansable tarea de socorro a los palestinos heridos en los ataques de la chusma sionista.
Najjar fue asesinada a tiros mientras atendía a un manifestante herido, lo que provocó indignación internacional y le otorgó fama póstuma a su heroica personalidad.
Ya era un icono para los palestinos antes de su asesinato. Sus fotos circulaban en las redes sociales, donde se la veía con coloridos pañuelos en la cabeza y una expresión de determinación en el rostro.
En el momento de su muerte, vestía una túnica blanca y tenía las manos sobre la cabeza, un gesto reconocido por todas las partes como señal de que era una trabajadora de la sanidad que no debía ser atacada.
La investigación realizada por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU concluyó que estaba claramente identificada como enfermera y que “no representaba una amenaza para la vida ni la integridad física de los soldados israelíes cuando le dispararon”.
La CDHNU “encontró motivos razonables para creer que francotiradores israelíes dispararon intencionalmente contra trabajadoras de la sanidad que estaban claramente identificadas como tales”.
En una entrevista con el New York Times un mes antes de su muerte, Najjar habló sobre su labor como socorrista voluntaria. “Ser socorrista no es solo trabajo de hombres. También es trabajo de mujeres. Tenemos un objetivo: salvar vidas y evacuar personas”.
Su muerte en junio de 2018 se produjo poco antes de que ella y su prometido, Izzat Shatat, anunciaran su compromiso al finalizar el Ramadán.
Miles de gazatíes asistieron a su funeral. Su cuerpo fue envuelto en una bandera palestina. Su padre vestía su bata de médico manchada de sangre.
(*) https://www.stopwar.org.uk/article/complicit-by-peter-oborne-is-a-devastating-expose-of-britains-role-and-of-the-genocide-says-chris-nineham/