El alto el fuego en Gaza es una derrota estratégica para Israel

El anterior secretario de Defensa, Lloyd Austin, admitió que Israel había sufrido una derrota estratégica sin precedentes al aceptar un alto el fuego con la resistencia palestina en Gaza. No ha logrado ninguno de los objetivos de guerra que había anunciado, a pesar de la gran matanza cometida contra la población de Gaza.

A pesar del apoyo de Occidente, Israel tuvo que negociar con la resistencia palestina para lograr la liberación de prisioneros israelíes a cambio de la liberación de algunos de los prisioneros palestinos. También se vio obligada a retirarse de toda la Franja de Gaza para permitir que el regreso de los habitantes.

La primera fase del acuerdo fue una oportunidad para demostrar al mundo que la resistencia sigue en pie, que controla la situación y que cuenta con el apoyo de los palestinos.

El retorno masivo de los palestinos desde el sur subraya su feroz oposición al plan de limpieza étnica. Los planes colonialistas están condenados al fracaso.

Israel no sólo ha perdido la guerra sino también la imagen. Antes Gaza era un campo de concentración y ahora es una tierra arrasada. El espectáculo es aterrador: el 70 por cien de las casas destruidas, la infraestructura diezmada y los servicios esenciales paralizados. Escuelas, hospitales y hogares fueron blanco de ataques indiscriminados, contribuyendo a una catástrofe a la vista de todo el mundo.

Uno de los objetivos de la guerra era empujar a los dos millones de palestinos al éxodo a Egipto. Este objetivo ha fracasado.

Otro objetivo era la liquidación de la resistencia. En 15 meses de masacre, no lo ha logrado. El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, tuvo que confesar que la resistencia no sólo no había sido suprimida, sino que había renovado sus fuerzas.

La guerra ha pusto fin a los Acuerdos de Abraham, resucitando la solidaridad árabe frente al sionismo. Arabia saudí condiciona ahora cualquier normalización con Israel a la creación de un Estado palestino con Jerusalén Este como su capital. Riad ha rechazado el plan de deportación propuesto por Trump, no ha renovado el acuerdo de 1974 sobre los petrodólares y se ha acercado a Irán.

Ha llegado la cuenta atrás. El proyecto sionista colonial tiene los días contados en Palestina. Para sobrevivir, a Israel no le queda otro remedio que mantener un Estado de apartheid, racista y fascista.

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