El anuncio del despliegue de tropas egipcias en Somalia plantea dudas sobre las intenciones de El Cairo en la región. La decisión, presentada como una iniciativa de “mantenimiento de la paz”, podría ocultar ambiciones políticas más complejas, en particular con respecto a Etiopía, con la que Egipto mantiene tensas relaciones desde hace varios años.
El presidente egipcio, Abdel Fattah el-Sissi, asistió a una cumbre en Asmara, la capital de Eritrea, donde prometió fortalecer la cooperación en materia de seguridad regional. Somalia ha acogido con agrado la oferta de Egipto de desplegar tropas como parte de una fuerza de estabilización, que reemplazaría a la actual misión de la Unión Africana cuyo mandato expira en diciembre.
La iniciativa forma parte de la futura Misión de Apoyo a la Estabilización de la Unión Africana en Somalia (AUSSOM). El gobierno somalí, que lleva años luchando contra las milicias de Al Shabab, ve la propuesta como una oportunidad para reforzar su seguridad interna. Sin embargo, la llegada de tropas egipcias a la región no es del agrado de alguos vecinos, como Etiopía.
El despliegue egipcio en Somalia no puede considerarse aislado de las dinámicas regionales en el Cuerno de África. Las tensiones entre Egipto y Etiopía en torno a la presa del Renacimiento en el Nilo Azul constituyen un elemento clave para comprender las motivaciones de El Cairo. Egipto considera que este proyecto hidroeléctrico etíope de 4.000 millones de dólares es una amenaza existencial para su suministro de agua.
La presencia militar egipcia en Somalia podría servir así como palanca de presión sobre Etiopía, estableciendo una presencia estratégica cerca de sus fronteras. Esta maniobra se produciría en un momento en que Etiopía busca asegurarse el acceso al Mar Rojo mediante un controvertido acuerdo con Somalilandia, una región separatista de Somalia. De esta manera, El Cairo podría intentar frustrar las ambiciones etíopes en la región.
La decisión de Egipto también debe analizarse a la luz de las recientes tensiones entre Somalia y Etiopía. La disputa sobre Somalilandia creó una oportunidad para que El Cairo se posicionara como aliado de Mogadiscio frente a los deseos de Addis Abeba. Al apoyar a Somalia, Egipto busca potencialmente debilitar la posición de Etiopía en las negociaciones sobre compartir las aguas del Nilo.
La estrategia egipcia podría tener repercusiones en toda la región. Al involucrarse militarmente en Somalia, El Cairo corre el riesgo de reavivar las tensiones con otros actores regionales, en particular Kenia y Uganda, que durante mucho tiempo han desempeñado un papel central en la estabilización de Somalia. De este modo, el precario equilibrio en el Cuerno de África podría verse cuestionado, con consecuencias potencialmente desestabilizadoras para Etiopía y toda la región.